Estaré aquí, poemas de Vasos Lyssaridis

martes, 11 de agosto de 2015 · 14:16
MÉXICO, D.F. (apro).- Vasos Lyssaridis (1920) opera políticamente al interior de sus poemas. En ellos habita la memoria de Chipre: una isla asolada por Gran Bretaña y Turquía. “Si por tu voluntad no te arrodillas, ni muerto conseguirán hacerte arrodillar”, es el epígrafe inaugural del libro. “El autor de estos poemas es el prototipo de ciudadano en toda la extensión de la palabra: el individuo que pertenece a una ciudad, a su comunidad y que, consciente de su propia dimensión, interviene en la esfera sociopolítica, donde ejercita sus derechos y se obliga a cumplir sus deberes, el primero de todos con la patria”, escribe en el prólogo Guadalupe Flores Liera, traductora mexicana del poeta griego. En Estaré aquí suena la lírica de la protesta, la didáctica de un médico en consulta familiar y la épica de las batallas helénicas. Los poemas conjugan el pasado y el presente de los eternos olvidados y nos recuerdan lo absurdo de las fronteras. La poética de Lyssaridis se ubica en Chipre, y desde su perspectiva, “la poesía le permite expresar lo que en el lenguaje de la política no es posible”. Por eso es posible que algunos versos obedezcan al “dictado de las circunstancias” durante la lucha independentista de Chipre en la década de los cincuentas. Flores Liera ofrece una breve reseña del conflicto geopolítico entre ese país, Gran Bretaña y Turquía. Además de un amplio trabajo biográfico que documenta la vida del poeta fundador del Movimiento Socialdemócrata (EDEK, por sus siglas en griego). Los 66 poemas fueron seleccionados por Flores Liera a través de la editorial Agra de Atenas y de la página web del EDEK. Dichos poemas recuerdan al compromiso político que Nicanor Parra estableció contra la dictadura chilena en América Latina. Sin embargo, Lyssaridis no es irónico, ni subvierte el orden lingüístico como Parra, pero sí toma el altavoz en las manifestaciones. Es ese sentido, comparte mayores lazos con la poesía del salvadoreño Roque Daltono el nicaragüense Ernesto Cardenal. “Lyssaridis es una voz incendiaria que se expresa con versos dóricos, de corte epigramático. Su mensaje es claro, llama a la resistencia contra los políticos que ignoran el clamor popular, en cualquier lugar del mundo, porque la arbitrariedad tolerada sienta precedentes”, escribe Flores Liera en el libro editado por la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). Hay una voz de alerta que subyace en las palabras del poeta: una reivindicación de la memoria, la alerta de que los poderosos siempre pueden borrar el pasado de un plumazo, que vivimos un presente turbio, producto de un pasado turbio. Y estos son cuatro poemas del autor.
“Te escribo desde mi cárcel voluntaria” Te escribo desde mi cárcel voluntaria. Afuera la vida pasa despreocupada. Con dos mil muertos sin enterrar, con las espaldas dobladas. Algunos se esfuerzan por estar preparados para recibir con complacencia a los hermanos conquistadores. Los sabios siempre mueren viejos. Aquel perro que se negó con frecuencia a mover con lentitud la cola muere joven, sobre el frío adoquinado. No ha saboreado un hueso, ha dejado a un sinnúmero de descendientes huérfanos. Te escribo desde mi insulsa cárcel voluntaria. Dentro de un rato las espaldas dobladas se erguirán, las que no lo consigan se romperán. Si me convierto en un muerto insepulto lleva un clavel rojo al sitio donde me conociste. Te saludo amigo.
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“Vasallos” Las cifras desdibujan las ideas. Medimos la moral por pulgadas. Hipotecamos los ideales con el porcentaje. A la pesadilla de ayer la vestimos de Apolo y adornados de joyas aunque de rodillas continuamos la marcha. Los esclavos no escogieron el camino por ellos mismos. Los vencedores los ataron en las bodegas. A causa de ellos me indigno contra los tiranos y respiro cuando rememoro a Espartaco. Los vasallos por consentimiento propio se encadenaron Los ignorantes vitorean dichosos. A éstos no hay Espartaco que los libere.
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Verdad (1) Se llenaron los cruceros del planeta de ideas prostituidas. No se trata de que lo valioso es lo raro. Lo que vale madura con el roce. Se llenaron las miradas humanas de destellos falsos y mis entrañas se llenaron de asco y no hay consuelo ya ni en el espejo. Yo, pequeño necio yo, te tomaré de la mano sudorosa y no te mostraré el camino de horcas y de Gólgotas. Te conduciré al pantano de enfrente para que veas reflejada tu suciedad, para que despiertes a la verdad.
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“Cargo” Cargo en mi espalda una humanidad cansada. Cargo una revolución arruinada. Cargo los dioses que murieron. Cargo los dioses que no vendrán.
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