Ensayos sobre historia política de Josefina Mac Gregor

lunes, 17 de agosto de 2015 · 21:57
MÉXICO, D.F. (apro).- El pasado 2 de julio se cumplieron 100 años de la muerte de Porfirio Díaz, en medio de un debate entre historiadores y especialistas de otras disciplinas en el cual se evaluó si debería seguir siendo considerado por la historia como un dictador o bien, --olvidando los agravios cometidos-- evaluar sus aportes a la construcción del México moderno. En ese marco, aunque no con ese motivo, El Colegio de México publica la antología Del porfiriato y la Revolución, de Josefina Mac Gregor Gárate, doctora en Historia por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y profesora e investigadora en la Facultad de Filosofía y Letras, de la misma institución. Se trata, según explica en la presentación del volumen de 551 páginas, de una selección de 30 ensayos, aunque no escritos en este momento, sino a lo largo de varios años. Están agrupados en cinco apartados en los cuales aborda las etapas maderista y huertista de la historia, la Revolución y el Porfiriato. La autora revela que por orientación y quizá hasta preferencias de su profesor y asesor de tesis, Eduardo Blanquel, se ha dedicado desde al estudio de los problemas de corte político y social: “… por dos razones fundamentales: una, porque por más que la historia social excluya a la política de su seno, me parece que ésta es una actividad eminentemente social, propia precisamente de los hombres en sociedad. “La otra, porque hoy en día, en nuestro país, el sistema político nacional aún requiere ser definido y afinado para estar a la altura de los tiempos, y esto exige, para hacerlo con profundidad, muchos estudios de carácter histórico que ofrezcan explicaciones sobre nuestra situación y ayuden a encontrar soluciones que nos den futuro. Por ello, siempre fue México el centro de mis esfuerzos, ya fuera la mirada a través de sus relaciones internacionales, o su situación nacional o sus características regionales”. Así se explica el porqué la primera parte del volumen inicia con el ensayo “¿Por qué historia política?”. Le siguen los apartados sobre el porfiriato, “Madero, Victoriano Huerta, una alternativa frente a la Revolución” y “La revolución más allá de Madero y Huerta”, cada uno con diferentes artículos. La investigadora cuenta que cuando se interesó por la historia política parecía un tema ya rebasado pues los enfoques de la historiografía eran desde el marxismo o desde la llamada Escuela de los Anales de Francia, conocida también como la nouvelle histoire (nueva historia). Por el contrario, la historia política no parecía interesar a muchos, se hundía “en el desprestigio”, dice. Pero ella no creía que aspectos de la historia de México tuvieran simplemente que encajonarse en alguno de esos dos modelos.        ¿Cuándo iniciaba el capitalismo? Se preguntaba la historiadora, “¿durante la confrontación entre liberales y conservadores o durante la lucha contra el Imperio, o bien, en 1910?” Josefina Mac Gregor Gárate señala cómo además durante un tiempo se quisieron imponer en México teorías o autores que en un momento habían tenido seguidores en otras latitudes, cuando ya estaban desfasados en tiempo o no se ajustaban a la realidad nacional. En opinión de la académica, la historia política es necesaria. Y a modo de argumento recuerda el poco conocimiento que se tiene en el país de diversos aspectos: El ejecutivo, por ejemplo, como los actos de gobierno, la existencia de los partidos políticos, su relación con los poderes legislativo o judicial, los consensos y los conflictos. Y cita a su colega Lorenzo Meyer, quien reconoce el papel del intelectual como politólogo que puede influir en la toma de decisiones fundamentales: “En México, el intelectual sustituye, en cierto sentido, una carencia fundamental: a las instituciones representativas de la sociedad civil. Nuestra sociedad no cuenta con órganos, instituciones y estructuras que efectivamente representen sus intereses ante el poder y le exigen a éste responsabilidad y acciones. Si los partidos políticos son débiles o no existen, si los parlamentos son, como el caso mexicano una cosa de risa, una farsa, hay como en un cuerpo que pierde un órgano, un desarrollo de otro que trata de compensar la carencia”. Dice entonces Mac Gregor: “Después de una consideración de esta naturaleza, ¿cómo podemos dudar de que es necesario insistir en los estudios de historia política? ¿No surgen de inmediato los cuestionamientos?, ¿por qué nuestros parlamentos son cosa de risa?, ¿cómo llegaron a serlo?, ¿siempre fue así?, ¿la sociedad civil no tiene representación?, ¿por qué?, ¿qué pasa con los partidos políticos en México?”. Saber libre Acerca del porfiriato, la historiadora presenta cuatro artículos: “De cómo la Ciudad de México pasó del siglo XIX al XX sin demasiados temores y con gran optimismo”, “La política regional y la crisis porfiriana”, “Altamira y Sierra: humanismo y fin de una época”, y “La Universidad Nacional: ¿porfirista o revolucionaria?” En este último, la historiadora relata cómo se proyectó la creación de la Universidad Nacional (actualmente UNAM) y destaca que si bien fue un proyecto aprobado y hasta impulsado por Porfirio Díaz, partió de la inquietud de Justo Sierra, entonces secretario de Instrucción Pública, quien aclaró en su momento que no era un proyecto popular sino gubernamental, “que coronaría la obra de educación nacional realizada en los niveles inferiores”, pero no tendría que estar al alcance del Estado. “La enseñanza superior --consideró Sierra-- no puede tener, como tiene la ciencia, otra ley que el método: esto será fuera del alcance del gobierno”. La especialista consigan cómo se conformó la Universidad, qué instituciones la integraron, los objetivos que se proponía el llamado maestro de América. Y relata que sobrevivió a la caída de Díaz por el impulso de los intelectuales del Centenario o el Ateneo. Continuó incluso después del “cuartelazo” de Victoriano Huerta. “A los huertistas siguieron otros hombres de filiaciones políticas diversas; pero en todo caso, unidos por aquellas mismas preocupaciones con respecto a la Universidad. Estas diferencias no influyeron de manera sustancial para que, según lo permitieran las condiciones del país, se insistiera en el proyecto universitario y se consolidara la propia existencia de la Universidad como institución educativa coordinadora ‘de las líneas directrices del carácter nacional’, como en 1810 la definió Justo Sierra”. Después de Díaz En el apartado de Madero, se reúnen los ensayos “Francisco I. Madero: La sucesión presidencial en 1910”, en el cual habla de cómo fue preparando el libro del mismo título el entonces aspirante a la presidencia, el ambiente en el cual apareció y la reacción provocada. Se recuerda también la entrevista Díaz –Creelman. En sus ensayos, la historiadora reúne varios temas, como “Madero en prisión: la imprescindible solicitud de amparo” y “La cultura en Andrés Pérez, maderista. Experiencia y mirada de Mariano Azuela, 1911”. En el cuarto apartado se pueden leer entre otros: “Victoriano Huerta, un militar de carrera en la institución presidencial”, “La XXVI Legislatura y el autoritarismo huertista”, “1913: La primera elección presidencial a través del voto directo. Pésimo augurio”, “Federico Gamboa”, “Querido Moheno Tabares” y “José López Portillo y Rojas”. La sección final incluye “Zapata y la Revolución Agraria del Sur”, “Luis Cabrera: una explicación de carácter social sobre la lucha zapatista”, “Anticlericalismo constitucionalista”, “Villa y los españoles: una relación difícil en tiempos difíciles” y “Bancos y billetes: la crisis de 1915-1917 y la diplomacia española”, por citar algunos. Mac Gregor confiesa en la introducción del libro que fue difícil hacer la selección. Primero, porque por años formó parte la Comisión Dictaminadora del Colmex y con esta edición, hecha a invitación del presidente del Colegio, Javier Garciadiego, se colocaba del otro lado. No fue sencillo elegir los artículos. ¿Cuál tendría que ser el criterio?, se preguntó. Optó por su propio gusto y por algunos que amigos le encomiaron ciertos textos. El volumen forma parte de la serie Antologías, en la cual se ha recogido ya también la obra de Daniel Cosío Villegas, Moisés González Navarro, Lorenzo Meyer, Romana Falcón, Josefina Zoraida Vázquez, Luis González y González, Andrés Lira, Javier Garciadiego, Marcello Carmagnani, Berta Ulloa, Alicia Hernández, Dorothy Tanck y Bernardo García Martínez.

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