Apuntes al reverso de papeles diversos, de Atenea Cruz
De todos los oficios precisamente éste: la pregunta sin fin, el talento terrible de encontrar la llaga de las cosas.En su poemario, Cruz convoca a Eliot, Álvaro de Campos, F. Scott Fitzgerald, Matsuo Bashô como un ejercicio intertextual que valida su actividad poética. Al mismo tiempo, la poesía es un camino que yace detrás de un anuncio clasificado. Apuntes al reverso de papeles diversos pertenece a la colección La Ceibita, una plaquette incluida en la revista cultural Tierra Adentro del Conaculta. A continuación, un par de poemas de Atenea Cruz:
“… de un boleto de avión” Es sencillo imaginar un hombre contemplando los pájaros con reflexiva envidia, el cielo le parece tan cercano y a la vez cruelmente inalcanzable, ha escuchado quizá de antiguas catapultas sin duda sabe bien la didáctica historia de Dédalo e Ícaro y al extender sus brazos el hombre está consciente de que sus huesos fueron hechos para la tierra. Contra todo presagio, sin embargo, pasa noches y días buscando la manera de despojar el cuerpo del natural estorbo de su peso. Vienen pues los intentos accidentes fracasos, la esposa que se marcha cuando el hambre se instala de lleno en la despensa. Y el hombre apenas si consigue levantarse veinte o treinta centímetros del suelo, ¡si pudiera mover este armatoste con la facilidad con que su corazón acompaña a los mirlos!, lamenta en la penumbra. Muere el hombre primero sin haber completado su tarea. Pero luego viene otro y otro más y otro y otro (bien mirado, todos son siempre el mismo) que abonan un diseño aerodinámico la proporción correcta de la cola las tuercas necesarias hasta llegar al día en que volar ya no sorprende a nadie, ya sólo la modestia de los niños reconoce el milagro de que seres humanos igualen en el cielo monolitos de acero con la gracia sutil de la gaviota.* * *
“… de un anuncio clasificado”Para Javier Acosta
Estoy enamorado de las plantas que sobreviven a la sequía: Benjamín Alire Sáenz
Observa al jardinero: su frente se confunde con la tierra, sus manos diferencian la hierba mala del césped necesario, en su silencio está la malva que florece. Mira cómo la sombra de un limón troca sus pies en brotes milagrosos. Él conoce el murmullo para que el sol habite adentro del geranio. Cuando este hombre habla los pájaros recuerdan dónde hicieron su nido. Quién pudiera, como él, escuchar la semilla, comprender lo fugaz, ser cómplice discreto de las rosas.