Los 60 años de la Orquesta de la Ópera

lunes, 21 de diciembre de 2015 · 22:40
MÉXICO, DF (apro).- Las orquestas y coros de los grandes teatros y casas de ópera son un auténtico bastión en cada una de las funciones que allí se ofrecen, sean éstas de ópera o ballet. Justamente están creadas para acompañar estas dos expresiones artísticas, lo que es una especialidad que, precisamente por serlo, no alcanzan otras agrupaciones por muy buenas que sean. Aunque no se detecte con facilidad, no es lo mismo la interpretación de una sinfonía a la de un ballet u ópera, donde hay que considerar cada segundo la participación de elementos ajenos a la orquesta aunque ligados por su música. Estas orquestas resultan inmejorables cuando a su especialidad se agrega otro especialista, el Director-Concertador que se llama así porque precisamente “concerta” entre los músicos que están en la fosa y que no ven el escenario, y los artistas, cantantes y/o balletistas. El ideal se alcanza cuando el Director-Concertador permanece largos años al frente de la orquesta, porque se logra una simbiosis que para el aficionado convierte en inolvidables cada una de sus actuaciones. Sólo un par de ejemplos: Mutti y la Scala de Milán, y James Levine y el MET de Nueva York. Por eso cuando se da un concierto de la orquesta de un teatro sin cantantes ni balletistas la gente sabe que va a oír música de ópera y ballet y que cuenta con la garantía de calidad de un grupo de profesionales especializados en estos menesteres y, claro, los teatros se llenan para escuchar a sus orquestas, ya que es un auténtico deleite escuchar, por ejemplo, a más de las dos arriba mencionadas, la Orquesta de la Ópera de Viena, la Fenice de Venecia o el Bolshoi de Moscú. Así las cosas, nuestra única casa de ópera, el Teatro de Bellas Artes, no podía prescindir de su propia orquesta por lo que en 1955 fundó la Orquesta de la Ópera que todo mundo conoce y menciona con ese nombre aunque oficialmente se denomine ahora Orquesta del Teatro de Bellas Artes (OTBA), misma que el recién pasado domingo 13 de diciembre celebró muy merecidamente sus 60 primeros años de fructífera existencia y que desde el año pasado está bajo la dirección de Srba Dinic. Atractivo aunque un tanto extraño fue el programa escogido para el concierto de aniversario ya que, en una primera parte, se integró con piezas de ópera y ballet (como corresponde) pero en una segunda se presentó una obra sinfónica que nada tiene que ver con las tareas a las que está destinada una orquesta como la OTBA: la bellísima Sexta Sinfonía de Tchaikovsky que nada tenía que hacer allí. Las oberturas de Las bodas de Fígaro de Mozart, La urraca ladrona de Rossini, y Luisa Miller de Verdi, el “Preludio y Muerte de Amor” de Tristán e Isolda de Wagner y, “La danza de los 7 velos” de la ópera Salomé de Richard Strauss constituyeron la parte operística, a la que se agregó el famoso Pas de deux de Giselle de Adolphe Adam y por supuesto, dada la época, El cascanueces (“Vals de las flores”) de Tchaikovsky, para hacer presente al ballet como tal. En los ancores o piezas de regalo escuchamos, no podía faltar, música de La Traviata, igualmente de Verdi y, de nueva cuenta, El cascanueces. Como un “plus” que nada tenía que ver con el programa pero que resultó agradable, la orquesta tocó “Las Golondrinas” en honor a su compañero Margarito Segura que con este concierto concluyó su trabajo en el conjunto después de 44 años de hacerlo. Merecida celebración ésta de la Orquesta de la Ópera, a la que deseamos larga vida y, por lo pronto, que su director lo sea por mucho tiempo y no como ha acontecido con los que lo han precedido porque, sin tiempo, es imposible efectuar una buena labor.

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