El nuevo horizonte electoral

miércoles, 6 de enero de 2016 · 11:02
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Hace seis años las coaliciones opositoras amplias lograron arrebatar al PRI tres de sus bastiones (Oaxaca, Puebla y Sinaloa), y se quedaron muy cerca de hacer lo mismo en Durango, donde la diferencia fue de escasos 2 puntos porcentuales; en contrapartida, el PAN perdió Aguascalientes y Tlaxcala, y el PRD Zacatecas. Entonces el PRI se quedó con nueve gubernaturas, y la oposición con las otras tres, es decir, el mismo número previo a la jornada electoral, sólo que con diferentes estados. Ahora la historia se repite, pero en condiciones muy distintas: el reconocimiento de las candidaturas no partidistas, que pueden ser la diferencia en varias de las elecciones; el surgimiento de Morena, que en cinco de los estados que renuevan gobernador obtuvo un porcentaje de votación superior al PRD, incluyendo Tlaxcala, donde éste último fue gobierno hace 12 años, y el importante declive en las preferencias nacionales de tres de los cuatro partidos (PAN, PRI y PRD) que sirven de eje para las dos coaliciones contendientes, que pasaron de sumar 89% en 2009 a sólo 73.6% en 2015; en otras palabras, mientras hace seis años el resto de las fuerzas políticas obtenían apenas la décima parte de los votos, en los recientes comicios esta cifra se elevó a más de la cuarta parte. Toda esta combinación de factores puede hacer que el PRI conserve la cantidad de entidades que gobierna; con base en los resultados de 2015 y la popularidad de los gobiernos que tiene, corre riesgo en Aguascalientes y Veracruz. En contrapartida, puede recuperar Oaxaca y Sinaloa, salvo si en éste aparece un independiente que le arrebate el triunfo. Mientras tanto, el PAN está en posibilidades de rescatar Aguascalientes y, eventualmente, ganar Veracruz; y el PRD, es muy probable que se quede sin ninguna gubernatura. Por lo pronto, se sabe que habrá candidaturas independientes al menos en Veracruz, Puebla e Hidalgo, y en el caso de Tlaxcala la diputada federal panista Adriana Dávila ya advirtió a la dirigencia de su partido que ella estará en la boleta, sea postulada por el PAN o como independiente. También son conocidos los esfuerzos que realizan el PAN y el PRD para conformar coalición en al menos seis entidades (Durango, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas), aunque no la descartan en el resto. Por su parte, el PRI seguramente fortalecerá su asociación con el PVEM, particularmente por la caída de votos que sufrió en la pasada elección federal, y como ya declaró su dirigente nacional, Manlio Fabio Beltrones, buscarán en todos los casos candidaturas de unidad para evitar fracturas y traiciones. En Durango y en Chihuahua, donde ya anunciaron a quiénes postularán, lo han logrado sin problemas. De acuerdo con los resultados de los últimos comicios en Aguascalientes, la clave del triunfo la tiene el Partido Nueva Alianza si decide sumarse a alguna de las dos coaliciones que se pretende conformar, pues allí es la tercera fuerza electoral y le aporta más votos al PAN o al PRI que el PVEM y el PRD. En Chihuahua, el PRI debe conservar su mayoría a pesar del cuestionado gobierno de César Duarte, ya que el PAN no encuentra la fórmula para recuperar la votación de 1992, que lo llevó a la casa de gobierno. En el caso de Durango, uno de los cinco estados en disputa y en el que sólo conocen gobiernos priistas, las cifras son muy favorables al PRI. En Hidalgo, otra de las cinco entidades con hegemonía tricolor, el PRI ha perdido en los últimos procesos un porcentaje importante de votos, pero lo mismo ha sucedido con blanquiazules y amarillos, y las fuerzas que los han recibido son el Panal, el Partido Encuentro Social y Morena, que obviamente no tienen posibilidades. En Oaxaca, si la izquierda estuviera unida podría retener la gubernatura; empero, el gran problema es la división de la misma, ya que Morena logró 14.29% de los sufragios en los pasados comicios federales, lo cual se puede convertir en el elemento clave para que el PRI retome la gubernatura, muy probablemente con alrededor de una tercera parte de las preferencias, lo cual puede dificultar todavía más la gobernabilidad de dicha entidad. Puebla es un estado sui géneris, pues tendrá una minigubernatura de menos de dos años, ya que se busca empatar las elecciones de gobernador y presidenciales en 2018. Asimismo, el actual gobernador, Rafael Moreno Valle, pretende ser candidato blanquiazul a la Presidencia de la República, por lo cual tiene que asegurarse de que su partido retenga el poder. Las preferencias están muy repartidas entre tricolores y blanquiazules, y dependerá de las alianzas que construyan, incluyendo el apoyo del Panal, y, desde luego, de que panistas o expanistas descontentos, como Ana Teresa Aranda, no logren levantar el vuelo como independientes. En Quintana Roo, otra de las entidades con hegemonía tricolor, Morena se convirtió en la segunda fuerza política, únicamente por detrás del PRI, aunque muy lejos de poder amenazarlo; así que los tricolores deben repetir sin problemas, salvo que apareciese algún independiente. En Sinaloa lo único que puede impedir que el PRI recupere el mando es la aparición de un candidato no partidista, entre los que no se puede descartar a Heriberto Félix Guerra, abanderado del PAN en 2004 y secretario de Desarrollo Social en la presidencia de Felipe Calderón, o Manuel J. Clouthier, actual diputado federal independiente. Tamaulipas es otro estado de tradición tricolor, y todo parece indicar que así se mantendrá, particularmente porque en la última contienda el PRI y el Verde concentraron más de 47% de las preferencias. Aquí también únicamente un independiente, que hoy todavía no se asoma en el panorama, pudiera ser la sorpresa. Tlaxcala es la única entidad que ha tenido tres alternancias consecutivas: primero PRD, después PAN y, finalmente, PRI. Aquí, el PRI y el Verde apenas reúnen la tercera parte de los sufragios, pero la oposición está muy pulverizada (PAN, 15.15% de las preferencias; Morena, 13.06; PRD, 9.26, y PT, 9.66%), y para completar el panorama, la candidata blanquiazul más fuerte ya amenazó con lanzarse de independiente. El PRI puede beneficiarse de esta división y obtener la gubernatura incluso con menos de un tercio de los sufragios. En Veracruz las dos posibles coaliciones, PRI-PVEM y PAN-PRD, se reparten prácticamente en igualdad la tercera parte de los votos; pero hay dos elementos que pueden debilitar mucho a la segunda alianza: la participación de Morena, con 12% de las preferencias, y el anuncio de los expanistas Gerardo Buganza y Juan Bueno Torio de que contenderán como independientes, así como el de Elías Miguel Moreno Brizuela, experredista. Salvo que una de estas candidaturas independientes logre prender el entusiasmo ciudadano, es muy probable que la división beneficie al tricolor. Zacatecas es uno de los estados donde ya se concretó la alianza PAN-PRD. Y la división de la izquierda puede ser el principal obstáculo para que logre recuperar dicha gubernatura, ya que el PT y Morena, en conjunto, logran casi la quinta parte de los sufragios. Así que aquí (como en Oaxaca, Tlaxcala y Veracruz) el PRI también puede beneficiarse de la división de la oposición. La contienda por las gubernaturas en 2016 será un excelente laboratorio para la elección presidencial de 2018, especialmente para el tricolor, que puede alcanzar al menos cuatro o cinco triunfos, aunque también perder ante un independiente, lo que alentaría las aspiraciones de quienes ya se preparan para la presidencial. Y aunque parece que los partidos de oposición no aprenden de sus malas experiencias, también pueden recibir lecciones muy importantes: PAN y PRD tendrán la oportunidad de evaluar su asociación cuando inclusive corren el riesgo de perder identidad; y Morena (o más bien Andrés Manuel López Obrador), que aparentemente apostará todas sus fichas a su pacto con la CNTE en Oaxaca, podría conocer sus verdaderos alcances como fuerza política aislada, ya que se mantiene firme en su postura de no aliarse a otros partidos.

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