Bicentenario de Ignacio Rodríguez Galván

lunes, 28 de marzo de 2016 · 22:41
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El pasado 22 se cumplieron 200 años del nacimiento de Ignacio Rodríguez Galván, “nuestro mejor poeta del primer romanticismo”, escribió el también narrador y poeta José Emilio Pacheco en su última columna “Inventario”, en el semanario Proceso, dedicado a Juan Gelman. Autor, entre varias poemarios comoEl baile del señor presidente y Un crimen, las novelas Manolito el pisaverde y La procesión, y las obras teatrales El privado del virrey, La capilla y Tras un mal nos vienen ciento, Rodríguez Galván fue miembro de la generación de jóvenes románticos como Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez El Nigromante y Fernando Calderón. En mayo de 1985, Pacheco escribió --a sugerencia de Andrés Henestrosa--, un “Inventario” sobre el escritor francés Víctor Hugo en México, y se refirió también a Rodríguez Galván como “nuestro Víctor Hugo”. “Mejor dicho --agregó--, fue lo que hubiera sido Víctor Hugo si nace en Tizayuca, a los 12 años tiene que abandonar los trabajo del campo, ocuparse de mozo en la librería de su pariente y aprender por la noche su lengua y su oficio.” Y estableció semejanzas y contrastes en las vidas de los dos poetas: “A los veintidós años que tenía Víctor Hugo cuando publicó Odes et Ballades --el libro de que sale toda la poesía romántica mexicana, no directamente sino por mediación de su hábil discípulo español, el gran José de Espronceda--, Rodríguez Galván estrena en 1838… Profecía de Huatimoc en que estigmatiza la colonia y anuncia la invasión norteamericana, se queja de las fiestas en Palacio Nacional mientras la desnudez y la ignorancia afrentan al pueblo y lo mata de hambre la ‘deuda eterna’. “A cambio de la gloria, el dinero, la salud, hasta la tumba de Víctor Hugo y su fastuosa vida sexual, Rodríguez Galván se enamora en vano de la más célebre estrella mexicana de su tiempo, Soledad Cordero, la Daniela Romo de 1840, y muere en La Habana a los veintiséis años, de una enfermedad típica del subdesarrollo: la fiebre amarilla”. Estudiosos de su obra Varios son los escritores e investigadores que se han dedicado al estudio de la vida y obra del poeta nacido en Tizayuca, Hidalgo, el 22 de marzo de 1816 y fallecido el 26 de julio de 1842 y quien fuera miembro fundador de la Academia de Letrán. Pueden mencionarse entre ellos a Ignacio Manuel Altamirano, Gustavo Baz, Antonio Castro Leal, José Luis Martínez y al poeta Marco Antonio Campos, quien este año fue reconocido con la Presea Ignacio Rodríguez Galván al Mérito Cultural y Literario. Por esa razón, Campos ofreció una conferencia magistral en el marco del VI Festival Internacional de Poesía “Ignacio Rodríguez Galván”, realizado del 16 al 22 de marzo pasado en la tierra natal de éste, con la participación de 40 bardos del país e internacionales. Y hace unos días escribió en el suplemento La Jornada Semanal el artículo “El romanticismo eminente de Ignacio Rodríguez Galván”, en el cual reproduce una conversación del escritor hidalguense, quien se disponía realizar un viaje a Sudamérica cuando falleció en Cuba. En el Café del Progreso, donde solían reunirse los académicos del Colegio de Letrán, relata Campos, se “comadreaba” del amor del poeta por Soledad Cordero, primera actriz del Teatro Principal. “En la mirada de Rodríguez se combinaban diversas emociones: la angustia de quien va a salir por primera vez de su país y no sabe cuál será su destino ni cuándo regresará y más allá, más hondamente, una tristeza sin límites por dejar ciudad, amor, amigos, lugares entrañables. En sus manos traía un poema. Lo puso al lado de la infusión que tomaba. La conversación se publicó en el diario El Siglo XIX, un mes más tarde de su muerte”. Recientemente, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), inscribió en el Registro Memoria del Mundo a la Colección de Publicaciones Periódicas Mexicanas 1728-1917, que resguarda la Hemeroteca Nacional (www.hnm.unam.mx). En ese acervo se encuentra la revista literaria El Recreo de las Familias, publicada en 1838 por Rodríguez Galván. Sobre esta casi efímera edición Pablo Mora Pérez-Tejada, director del Instituto de Investigaciones Bibliográficas de la UNAM, comentó al diario Crónica en días pasados: “Esa revista le sirvió a un grupo muy importante: al grupo de la Academia de San Juan de Letrán. Los miembros eran muy jóvenes pero decidieron reunirse porque les interesaba tener una literatura mexicana que se distinguiera de la española, entre otras cosas como el hecho de que les gustaba la literatura. Uno de los integrantes fue Guillermo Prieto, quien cuenta con más detalle en las Memorias de mis tiempos el origen de esa Academia.” En el sitio web de la Enciclopedia de la Literatura en México (www.elem.mx) pueden leerse en línea varias de las obras de Rodríguez Galván, quien escribió durante su viaje a Cuba el poema “Adiós, oh patria mía”, que dice en su primera estrofa:
Alegre el marinero en voz pausada canta y el ancla ya levanta con extraño rumor.

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