El pasado nazi de la familia Mossack y la protección de la CIA

martes, 12 de abril de 2016 · 12:22
McAllen, Texas (apro).- Sin proponérselo, la filtración de los “Papeles de Panamá” puso al descubierto una ruta de escape para oficiales nazis que cometieron genocidio durante la Segunda Guerra Mundial, ya que gracias a la protección de la Agencia Central de Inteligencia (CIA por sus siglas en inglés) les fue borrado el delito de “Lesa Humanidad”, por el que hubiesen sido colgados en los Tribunales de Nuremberg. Las investigaciones sobre los #PanamaPapers sacaron a la luz la presencia en Centroamérica de Erhard Mossack, padre de Jürgen, el abogado fundador del despacho Fonseca-Mossack. Durante la Segunda Guerra Erhad fue Cabo Primero de las Waffen-SS, la organización que ejecutaba en secreto la “Solución Final” al problema judío. Los antecedentes de Erhard Mossack precisan que estuvo militando en las Juventudes Hitlerianas y posteriormente asignado a cuidar un campo de concentración en Polonia; al final de la guerra se sumó a las “Werwolf”, las unidades “lobos solitarios” que llevaba actos de guerrilla contra los Aliados. En 1952 escribió un libro, “Los últimos días de Nuremberg”, que describe la toma de la ciudad en 1945 por el ejército estadounidense. También se menciona que mantuvo relaciones con la CIA cuando se estaba formando el Servicio de Inteligencia de Alemania Federal “Bundesnachrichtendienst, (BDN por sus siglas en alemán) ya que tras ser detenido, Erhard Mossack fue interrogado por el ejército y “decidió colaborar con Estados Unidos”. Gracias a ello abandonó al poco tiempo el campo de prisioneros de guerra, a pesar de que las SS eran condenadas en los tribunales de Nuremberg como “organización criminal” y sus generales y oficiales colgados o encarcelados. La pronta liberación del sargento Mossack indica que pasó a formar parte de la organización de inteligencia que dirigía el General Reinhard Gehlen, la cual comenzó a colaborar con el ejército norteamericano en el espionaje contra la Unión Soviética desde los primeros días que concluyó la Segunda Guerra Mundial. “Desde 1949, la CIA ha mantenido estrechas ligas con la Organización Gehlen la cual se trasformó en 1956 en el Servicio de Inteligencia de Alemania Federal. A lo largo de las décadas de la Guerra Fría, la CIA y el BND trabajaron conjuntamente”, precisa el documento de la Central de Inteligencia titulado “Forging an Intelligence Partnership: CIA and BND 1945-49”. “La Agencia tomó esta decisión después de un largo debate en el Ejército de Estados Unidos sobre la conveniencia de resucitar al staff de Generales alemanes y a una organización de inteligencia cuasi nacional independiente”, agrega el informe desclasificado. Durante el acalorado debate, algunos altos mandos rechazaban la posibilidad de utilizar exnazis y criminales de guerra. Sin embargo, la CIA acordó apoyarse en ellos cuando José Stalin realizó sus primeros movimientos para quedarse con Polonia y Europa del Este imponiendo gobiernos “comunistas” con sus tropas. Esa medida desarticulaba las buenas relaciones entre los Aliados e inauguraba la “Guerra Fría”. El rompimiento final ocurrió cuando la Unión Soviética bloqueó a Berlín, en 1948. Hasta ese momento los Estados Unidos desconocían la capacidad militar de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (URSS) y se apoyaron en la Organización de Gehler para conocer los secretos de la maquinaria bélica de su nuevo y mortal enemigo. Gracias a la nueva amenaza que representaban los soviéticos, la cacería de criminales de guerra para llevarlos a los Tribunales de Nuremberg pasó a segundo plano. Ahora los oficiales nazis se trasformaban en nuevos aliados contra el Comunismo. Su nuevo socio, el general Reinhard Gehlen jefe de Inteligencia para Europa Oriental durante el Tercer Reich, tenía el antecedente de haber participado en la Operación Valquiria, el complot dirigido por el coronel Claus Von Stauffenber contra Adolfo Hitler, pero supo esconder su papel y la venganza del Fuhrer no lo alcanzó. En los días finales de la Segunda Guerra Mundial las principales órdenes que recibieron los generales de las Wehrmacht fue destruir todo tipo de archivos y documentos. Además, las SS borraban todas las evidencias del genocidio contra los judíos y gitanos. Reinhard Gehlen no destruyó sus archivos y los escondió. Para evitar que cayeran en manos del Ejército Rojo los trasladó a la zona que ya controlaban los Estados Unidos. Tras la rendición de Alemania, los militares estadunidenses que lo interrogaron comprendieron la importancia del general nazi. Gehlen ofreció entregarle sus archivos y así comenzó una estrecha relación con la CIA. A mediados de 1945 voló a Norteamérica junto con tres oficiales de su organización. Tras acordar trabajar con la CIA, Gehlen primero reclutó a 350 exagentes de inteligencia nazis para su organización. Posteriormente el número aumentó hasta aproximadamente cuatro mil agentes encubiertos, muchos de ellos criminales de guerra que obtuvieron un salvoconducto para escapar de los Tribunales Militares al colaborar con los estadunidenses. Mossak, quien se especula fue agente de Gehlen, abandonó Alemania en los inicios de los años sesenta con su familia para establecerse en Panamá. En esa época no existían razones para que un alemán exmiembro de las SS terminara en Centroamérica. La única importancia estratégica que tenía la nación caribeña era el Canal. No obstante existía otra: la formación del Comando Sur del ejército estadunidense. “Durante la década de 1960, la misión del Comando Sur de EU se involucró en la defensa del Canal de Panamá, la planificación de contingencia para las actividades de la Guerra Fría (contra el comunismo), y la administración del programa de asistencia militar extranjera a América Central y del Sur”, precisa su historia oficial. Desde el espacio que ocupaban en el Canal, se establecieron las bases para espiar a los cubanos que encabezaba Fidel Castro, quienes recién establecían una cabeza de playa comunista a pocas millas de Norteamérica. Un oficial de inteligencia del Ejército escribió que la oferta de Mossak para espiar en Panamá a los cubanos era simplemente “un intento astuto para salir de una situación económica incómoda”. Su traslado a Latinoamérica no fue el único. Existen pruebas que gracias a la protección de la CIA decenas de criminales de guerra nazis escaparon también a México. Algunos de ellos posteriormente lograron refugiarse en los Estados Unidos. Campos de concentración en Panamá Otra de las razones por las que el exoficial nazi decidiera espiar a los cubanos desde Panamá pudiera ser que durante la Segunda Guerra Mundial el presidente de esa nación, Arnulfo Arias Madrid, edificó campos de concentración contra los hebreos y perpetró un “pequeño” genocidio contra al menos 50 judíos de origen suizo. Arnulfo Arias había estudiado en Alemania donde se relacionó con los nazis. Regresó a su país con las ideas de limpieza racial, calificando a la raza hebrea como indeseable. El campo de concentración secreto que se edificó durante su presidencia fue reportado por diplomáticos estadounidenses al Departamento de Estado, documentos que se pueden consultar en el Archivo Nacional de Washington. Además se perpetró una “pequeña” masacre contra judíos suizos que escaparon de los nazis trasladándose a Panamá, en 1938. Se instalaron en Cotito y Palo Alto. En 1941, durante la administración de Arnulfo Arias, fueron asesinados por la policía. El Capitán Antonio Huff, entonces el máximo jefe policial de Chiriquí, apareció en esa zona con cerca de 45 policías para realizar “un operativo contra la colonia” de judíos. “En un momento de confusión, un disparo gatilló la balacera que terminó con 12 muertos”, según reportes de la prensa oficial. La cifra final de ejecutados se calculó en más de 50 judíos. El propio Arnulfo Arias reconoció esa masacre cuando intentaba reelegirse a la presidencia en 1984. En esa época fue entrevistado por un periodista a quien explicó que el capitán Huff “actuando por su cuenta e iniciativa, había matado a varios miembros de una comunidad religiosa”.

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