Lección poselectoral: se castigó a los gobiernos corruptos, dice análisis del CIDAC

jueves, 9 de junio de 2016 · 12:39
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La elecciones del domingo 5 pasado, donde se eligieron 12 gobernadores y 60 miembros de la Asamblea Constituyente de esta ciudad, reconfiguraron el mapa político del país y dieron a los partidos una lección: la alternancia como castigo, señala un análisis del Centro de Investigación para el Desarrollo AC. Más que premiar a algún candidato, ahora el votante mexicano castiga malas gestiones por lo que el combate a la corrupción es y será central en las campañas presidenciales de 2018, sostiene en su análisis. “Las administraciones locales actuales y el gobierno federal tendrán menos de dos años para corregir sus escándalos de corrupción y opacidad, así como las opciones de candidatos que habían previsto como ‘competitivos’. Si la jornada electoral del domingo pasado fue un ensayo para la elección de 2018, la moneda sigue en el aire”, destaca el CIDAC en su análisis que se puede consultar en su sitio web http://cidac.org/saldo-las-elecciones/. El centro considera que a pesar de las campañas negativas, las múltiples acusaciones entre candidatos y las amenazas del crimen e inseguridad en algunas localidades, la participación electoral de 53% en promedio, “fue amplia” y predominó la tendencia que predominaba desde las elecciones de 2015, donde los electores ejercieron un voto de castigo a los malos gobiernos. En ocho de los 12 estados en disputa se dio lugar a la alternancia. El PRI perdió seis estados – Aguascalientes, Chihuahua, Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz- y el PAN perdió en Sinaloa y Oaxaca, ambas producto de una coalición con el PRD. El éxito de la oposición en Tamaulipas, Durango, Quintana Roo y Veracruz, señala el CIDAC no es menor, porque por primera vez en más de 80 años se consolidó el triunfo de un candidato ajeno al PRI. Y el centro atribuye la alternancia en las elecciones al hartazgo de la ciudadanía con el desempeño de sus gobiernos en los estados pero también en el del presidente Enrique Peña Nieto. “Las acusaciones de corrupción, enriquecimiento ilícito y desvío de recursos, aunadas a los bajos índices de aprobación gubernamentales en estados como Veracruz, Chihuahua, Oaxaca y Tamaulipas fueron lo suficientemente altos para favorecer a los candidatos de oposición. “Asimismo, la baja aprobación del Presidente Peña Nieto fue un factor que jugó contra el PRI de manera generalizada. Tan es así que los candidatos priistas prefirieron mantener su distancia con la figura de Peña durante las campañas electorales”. Ante ese panorama, subraya, los gobiernos de alternancia estarán obligados a cumplir sus promesas de campaña y pone como ejemplos las que hicieron Miguel Ángel Yunes, en Veracruz, y Javier Corral en Chihuahua, sobre investigar, sancionar e incluso llevar a la cárcel a sus antecesores, Javier Duarte y César Duarte, respectivamente. Además deberán llevar gobiernos transparentes, ajenos de actos de corrupción y prácticas opacas, “de lo contrario se harán acreedores del descontento de los ciudadanos que les dieron el triunfo”, advierte el análisis. CIDAC también analiza la competitividad de las alianzas PAN-PRD en Quintana Roo, Durango y Veracruz donde ganaron postulando a expriistas mientras que fallaron en Oaxaca y Zacatecas, también con exmilitantes. En el caso de Puebla, cuyo gobernador actual, Rafael Moreno Valle, es producto de una alianza PAN-PRD, destaca que el resultado fue ambiguo pues el PAN retuvo la entidad sin ayuda del PRD. El éxito del panismo en este caso lo atribuye al desempeño del gobernador Rafael Moreno Valle “con una tasa de aprobación aceptable y operación política robusta”. Los resultados, señala el CIDAC, demuestran que las alianzas electorales continúan siendo un mecanismo “redituable” para conseguir votos pero no para gobernar. Líderes partidistas Además señala que las elecciones tuvieron repercusión al interior de los partidos políticos y reconfiguraron los liderazgos individuales de cara a 2018. Para Manlio Fabio Beltrones, presidente nacional del PRI, la derrota en seis de los estados que gobernaba el PRI y haber triunfado en sólo cinco de las nueve entidades prometidas, “es un golpe a su liderazgo”, dice el CIDAC. En el caso de Agustín Basave, líder del PRD quien aceptó que el partido necesita un cambio profundo para poder salir de una de las peores crisis el descalabro fue mayor pues no ganó una sola elección, obtuvo porcentajes muy bajos en casi todos los estados y perdió la mayoría en la CDMX. Por si fuera poco, los candidatos aliancistas que ganaron eran los postulados por el PAN y no por el PRD. En contraste, los triunfos del PAN en siete estados consolidaron el liderazgo de Ricardo Anaya quien estaba siendo fuertemente cuestionado por el expresidente Felipe Calderón. Pero también es un triunfo para el exgobernador de Puebla quien, como consecuencia, “mantiene sus ambiciones presidenciales”. Morena, señala el CIDAC, tuvo un buen desempeño en estados como Veracruz, Zacatecas y Oaxaca y, sobre todo, en la elección de la Asamblea Constituyente, lo que “consolidó al partido y a la figura de Andrés Manuel López Obrador a nivel nacional”. En el caso de los independientes, su desempeño no fue tan protagónico en estas elecciones pues sólo ganaron Ismael Figueroa Flores para la Asamblea Constituyente de la Ciudad de México y Armando Cabada en la alcaldía de Ciudad Juárez, Chihuahua. Constituyente: “ejercicio desafortunado” Par el CIDAC la elección de miembros de la Asamblea Constituyente fue un “desafortunado ejercicio” pues la elección se vio dominada por una baja participación de los capitalinos (28%) y por “una fórmula compleja para traducir los votos en los curules que minaron la representatividad y conexión de la elección con los ciudadanos”. La baja participación registrada en la jornada electoral del domingo provocará una “débil legitimidad de la voluntad popular” que se discuta en el Constituyente, señala el CIDAC pues con los resultados obtenidos, ni siquiera uno de cada tres capitalinos habrá respaldado con su apoyo a los miembros del Constituyente. “El nivel de participación en la elección permite concluir que Miguel Ángel Mancera falló en desarrollar a la Reforma Política del DF y su principal producto: la Constitución, como una causa interesante y esencial para los capitalinos, e inclusive como una bandera atractiva en su agenda de gobierno. “La elección del Constituyente fue un ejercicio desafortunado en donde no hay claros ganadores. El Gobierno de la Ciudad desperdició un instrumento democrático y de gobierno”, sostiene el análisis. Y en el caso de la composición del Constituyente la complejidad que supuso la boleta con listas cerradas para partidos políticos y una lista para candidatos independientes “derivó en una designación de curules que ponía en desventaja a los candidatos independientes”. Ante este escenario, abunda el centro, vale la pena preguntarse si existían alternativas para mitigar la complejidad y la inequidad en la distribución de lugares para los candidatos independientes y partidos políticos. El “complejo” esquema de votación, aunado a la composición 60-40 de la Asamblea Constituyente de la CDMX, --60 elegidos por voto y 40 por designación-- producirá un resultado con “legitimidad parcial e inconexa con las preferencias de los capitalinos”. Por un lado, dice, el resultado privilegia la sobrerrepresentación de partidos mayoritarios a nivel federal, sin tomar en cuenta a los partidos mayoritarios en la capital y en segundo lugar, la baja participación ciudadana registrada en la jornada electoral del domingo provocará “una débil legitimidad de “a voluntad popular” que se discuta en el Constituyente. El fracaso de las encuestas El CIDAC también se ocupa en su estudio de las encuestas que no midieron el pulso de la ciudadanía con certeza. Al respecto, el centro recomienda a las encuestadoras ofrecer alternativas para medir las preferencias y “ser capaces de conocer a un electorado que cada vez es más difícil de captar en las mediciones de opinión pública”. La solución, dice el organismo, no es regularlas nuevamente, sino más bien contar con mecanismos que transparenten su financiamiento así como una mayor información acerca del historial de las estimaciones de cada encuestadora en elecciones previas.

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