El ríspido intercambio epistolar entre Toledo y Claudio X. González

jueves, 21 de julio de 2016 · 11:41
OAXACA, Oax. (Proceso).– En agosto de 2014, poco antes de iniciar el ciclo escolar, el artista plástico Francisco Toledo fue a una papelería del centro de esta ciudad a comprar cuadernos. Como cada año, tenía el propósito de repartirlos en escuelas de barrios y comunidades pobres. La torre de cuadernos llamó su atención por las portadas: una modelo rubia en actitud triunfante, vestida con diminutas prendas inspiradas en la bandera estadunidense; una sonriente joven de alborotada cabellera castaña, en bikini, de espalda al mar; otra, también en bikini, posaba sobre una roca viendo hacia el lente, con una mano en el rostro y la otra aparentemente acariciándose la pierna. Otras tenían dibujos animados alusivos al mundo de la moda: Bratzillaz, la frívola serie web animada, y Barbie. Había también portadas con imágenes de los superhéroes del cómic comercial, automóviles lujosos o dibujos animados de Disney. Las semanas siguientes, Toledo hizo una selección de imágenes prehispánicas y otras relacionadas con las tradiciones mexicanas, además de grabados de José Guadalupe Posada, Rufino Tamayo y otros artistas. Y decidió escribirle a Claudio X González Guajardo, el presidente de la fundación Mexicanos Primero. En la primera comunicación, fechada el 25 de agosto de 2014, relató: “Hemos leído en los periódicos sobre su interés por la educación en todo el país y especialmente en Oaxaca. Por eso le envío una serie de portadas de cuadernos que se venden en todas las papelerías de aquí y de otras ciudades de la República, que no precisamente son educativas, que no contribuyen a la formación de los niños ni se relacionan culturalmente con nosotros. “Creemos que la educación visual de los niños de México es muy importante, y que este tipo de portadas no son las adecuadas para los niños de primaria.” Por último, le pidió su opinión al respecto y le sugirió involucrar a la SEP o proponer un proyecto. La reacción Desde hace años, González Guajardo se ha destacado como el principal crítico del sistema educativo, señaladamente feroz en sus opiniones sobre el magisterio y, en especial, del disidente. Exfuncionario salinista, el activista de la cúpula económica del país, es hijo de Claudio X. González Laporte, influyente miembro del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios (la cúpula de cúpulas empresariales), presidente de Kimberly Clark de México, empresa en la que su otro hijo, Pablo González Guajardo, es director general. González Laporte, además, fue hasta hace poco miembro del consejo de administración de Televisa, entre otras empresas. En tanto, González Guajardo ha navegado junto con dicha televisora en proyectos de recaudación de becas, a través de donativos o redondeos; es decir, de beneficencia a cargo de consumidores. El 17 de septiembre de 2014, tres semanas después de la misiva de Toledo, González Guajardo respondió con una carta en la que se dice admirador “de su arte y su obra cultural”. Con notoria dificultad en su redacción, en general, y en el uso de signos de puntuación en particular, opina que “respetando los derechos de los productores de cuadernos se les puede invitar a considerar alternativas”. La alternativa que se le ocurrió es un concurso de portadas que se decidan entre artistas y productores. Sin embargo, la carta de González Guajardo da un viraje y pide la opinión de Toledo en los siguientes términos: “¿Qué opina que en Oaxaca se deje sin clases a los niños durante 1/4 parte del ciclo escolar cada año (el año pasado fueron 43 días hábiles perdidos)? ¿Qué opina de los miles de comisionados y aviadores que viven del presupuesto educativo de Oaxaca cuando a las escuelas de la entidad les falta lo más básico (drenaje, agua corriente, baños, a veces piso firme y techo…)? ¿Qué opina del poder omnímodo de la Sección XXII en Oaxaca y de que los niños de la entidad reciben las peores calificaciones en el ya de por sí maltrecho sistema educativo nacional? ¿Qué opina de que los integrantes de la misma se rehúsen a ser censados, a concursar por plazas o a ser evaluados como marca la ley? ¿Qué opina del tráfico de plazas magisteriales que aún subsiste en su estado? ¿Qué opina del chantaje y los actos vandálicos que comete la S. XXII para mantener sus prebendas y corruptelas? En fin, ¿qué opina de la flagrante violación del derecho de los niños oaxaqueños a aprender?” (sic) Y remata: “Si bien las portadas de los cuadernos deben ser cada vez más dignas y enriquecedoras, estoy seguro de que coincidirá conmigo en que lo más importante son los aprendizajes que las niñas y niños de Oaxaca plasmen en el interior de dichos cuadernos”. Toledo le respondió por escrito dos días después, el 19 de septiembre. Le dijo que, a través de su asociación, Pro Oax, se realizaron foros en los que se tenían respuestas a sus inquietudes. En dichos foros habían participado maestros, padres de familia, académicos y sociedad civil. Uno fue el foro “Los desafíos del presente mexicano”, realizado en 2005, en el que participaron Enrique Florescano, Carlos Monsiváis, José Woldenberg, Julio Frenk Mora. Las conclusiones, puntualizó Toledo, se publicaron en un libro editado por Taurus. Otro foro, sobre educación, se realizó en 2012 con Luis Hernández Navarro, Luis Giménez Cacho, Héctor Virgilio Robles Vázquez, Javier Sánchez Pereyra y Samael Hernández. En dichos foros, le comenta Toledo, se abordó la necesidad de mejorar la educación y de considerar las particularidades de cada entidad, así como mecanismos de exigencia gubernamental que no atenten contra los derechos de terceros. Lo que Pro Oax intenta propiciar, le escribió a González Guajardo, es el diálogo entre distintos sectores sociales para lograr un acuerdo, y agregó: “Coincidimos en distintos puntos que usted señala en su carta, sin embargo, considero que una opinión integral sobre la educación en Oaxaca debería nutrirse del conocimiento en vivo de las condiciones en que la educación se imparte en miles de comunidades urbanas y rurales en esta entidad, en las cuales estudia un alto porcentaje de niños indígenas que no tienen acceso a libros en sus idiomas originarios, así que lo invito para que en su próxima visita acuda a una de estas escuelas”. Toledo fue más allá: “Es preocupante también la forma en que son o no son abordados temas cruciales para el desarrollo de la niñez, como la educación y la diversidad sexual, el uso del condón y el aborto, en una sociedad con necesidad de tener información al respecto”. En entrevista con Proceso, Toledo recuerda: “Le dijimos a este señor que nos ha interesado la problemática educativa y que quisiéramos que mejorara la educación en Oaxaca. Al final, dice: qué opina de la flagrante violación de derechos de los niños a aprender y le dije que estaba de acuerdo en que era su derecho. Yo le cuestioné sobre qué opinaba de la comida chatarra que la iniciativa privada inunda en todo México, donde millones de niños están mal alimentados, pero comen y beben comida y refrescos que hacen tanto daño. “Le cuestioné sobre la educación que daba la televisión con violencia, telenovelas, en fin. Fue en ese tono. Y se acabó la comunicación, ya no hubo respuestas.” Con respecto a la idea de hacer un concurso de portadas, la carta de Toledo cerraba: “Le pregunto si sería del interés de empresas como Kimberly Clark, Scribe, Bimbo, Sabritas, Pepsico, Coca Cola, entre otras, con quienes suponemos guarda una relación estrecha, financiar los premios de tal certamen y la producción de tales cuadernos y materiales didácticos”. Lo que hizo Toledo Las misivas de Francisco Toledo no fueron sólo para Claudio X. González. De manera más explícita sobre las portadas de los cuadernos, le escribió también al gobernador Gabino Cué Monteagudo y al dirigente de la Sección 22 del SNTE, Rubén Núñez Ginés. No tuvo respuesta. “Creo que al niño hay que alimentarlo de imágenes de muchas culturas, de la prehispánica, el arte popular mexicano, los muralistas, Tamayo… todo eso debería estar en cuadernos y libros. En los libros de texto gratuitos a veces hay información de pintores o culturas, pero no es suficiente. El cuaderno de tareas es el que ven todos los días, darles una información, una imagen, es el comienzo de una educación estética”, dice a Proceso. Para entonces, el artista plástico ya editaba –con su asociación y Fundación Harp– libros bilingües a las variantes del zapoteco, por ejemplo, de Esopo, un vocabulario facsimilar del vocabulario zapoteco y, para diciembre de 2014, imprimió los primeros 7 mil cuadernos para llevar a escuelas de la región de Valles Centrales. Con diseños basados en la obra de José Guadalupe Posada, Rufino Tamayo y él mismo, las contraportadas de los cuadernos contienen canciones o poemas en lengua indígena y su traducción. Cuando se le pregunta cuántos ha repartido de 2014 a la fecha, dice no recordar: “No sé, es muy poquito. No creemos que vayamos un día a cubrir las necesidades de todas las escuelas del estado.” –¿Qué opina de la respuesta de Claudio X. González? –No sé. Yo no lo conocía. Le escribí y envié fotos de los cuadernos Scribe. Sé que está muy metido con estos Mexicanos Primero para apoyar todas estas reformas, pero faltan temas que no ha tocado, como el de las normales bilingües. Para dichas normales, Toledo ya creó un fondo de becas, con el propósito de que normalistas indígenas que dominen su lengua materna colaboren en nuevas traducciones. Más allá de los cuadernos, la conservación de las lenguas ocupa su atención y se ha propuesto un libro de literatura, ya publicó un volumen de anatomía en cuatro variantes de zapoteco y pronto publicará el mismo texto, para niños de sexto grado, en las variantes de mixteco.

Comentarios