La ola migratoria hacia Italia exhibe al Renzi más heterodoxo

viernes, 12 de agosto de 2016 · 14:04
ROMA (apro).- Un ministro del gobierno de Matteo Renzi recientemente usó una frase de impacto para quejarse ante la Unión Europea (UE) por las desordenadas políticas migratorias y de seguridad que los países europeos han puesto en marcha hasta la fecha. “El terrorismo es veloz y Europa es lenta”, dijo Angelino Alfano, titular de la cartera de Interior del Ejecutivo italiano, en una comparecencia en la capital de Bélgica. Desde el inicio de la ola de atentados terroristas en Europa, el año pasado, Renzi ha puesto en marcha en Italia un heterodoxo cóctel de medidas para hacer frente a la gran crisis migratoria que experimenta el Viejo Continente, básicamente actividades de salvamento y acogida temporal de los migrantes que llegan vía mar, acompañadas por un número creciente de arrestos, y en algún caso expulsiones de sujetos sospechosos de actividades terroristas. “Los refugiados no son terroristas, sino personas que huyen del terrorismo (…) Europa no debe olvidarse de los valores humanos en la que fue fundada”, decía Renzi, pocos días después de los atentados en París de noviembre de 2015, instando a los europeos a no dejarse llevar por el miedo. El mandatario italiano defendía así su posición remitiéndose al concepto de pietas romana, que implica sentirse conmovido por el dolor ajeno y movido a actuar ante el sufrimiento, algo que en los turbulentos tiempos en los que vive Europa debe amalgamarse con medidas para un mayor control del territorio, afirmó. Renzi ha intentado así tranquilizar a la izquierda italiana y a las organizaciones humanitarias, preocupadas por el calvario que sufren los migrantes, al tiempo que también ha enviado un mensaje tranquilizador a la derecha, y en particular al Nuevo Centro Derecha, el partido de Alfano con el cual el primer ministro italiano se mantiene en el poder. Actos de disuasión Un ejemplo de la doble política migratoria puesta en acto por el gobierno italiano es la campaña ‘Aware Migrants', destinada a advertir a los migrantes sobre los riesgos de vida que corren si deciden emprender la mortífera ruta marítima hasta Italia, poniéndose en manos de los traficantes de seres humanos. La iniciativa presentada el pasado 28 de julio, en colaboración con la Organización Mundial por las Migraciones (OIM), y que costó 1.5 millones de euros, se fijó como objetivo influir en potenciales migrantes de entre 18 y 35 años, pero también en todos aquellos —como las familias y las comunidades de origen—, que tienen un papel en la toma de la decisión de viajar hacia Europa. Desanimándolos a hacerlo, claro. De ahí que, como explicaron los organizadores, la campaña fuera pensada para ser trasmitida a través de la web, de la radio y de la televisión, en más de 15 países africanos, en inglés, francés y árabe. “Nuestra experiencia nos enseña que muchos desconocen los peligros a los que se exponen. Por eso sentimos el deber moral de lanzar esta campaña”, afirmó al respecto el prefecto Mario Morcone, jefe del departamento de Migración del ministerio italiano de Interior. “Es como una botella con mensaje la que estamos arrojando”, añadió Alfano. “Algunos dirán que no es suficiente, pero se añade a todo lo demás que estamos haciendo”, concluyó el ministro. El político se refirió así también a las operaciones de rescate en el mar que diversas unidades militares y policiales italianas llevan adelante desde hace años en el mar Mediterráneo y que, en lo que va de este 2016, han permitido que Italia rescatara con vida a 94 mil 449 personas, mientras que dos mil 606 murieron en el intento, la mayoría ahogados en el canal de Sicilia, según cifras actualizadas a finales de julio de la agencia de la ONU para los refugiados (ACNUR). Esto sobre una cifra total de 257 mil 186 migrantes llegados cruzando el Mediterráneo y tres mil 120 fallecidos en el mismo período, básicamente, personas que viajaban hacia Italia y Grecia, y que en el caso italiano fueron identificadas también gracias a la labor de las otras organizaciones que colaboran en las operaciones de salvamento, principalmente las ONG Médicos Sin Fronteras, SOS-Méditerranée y la maltesa Moas (Migrants Offshore Aid Station), y Frontex, la agencia de control de las fronteras de la UE. Además de ello, el gobierno de Renzi ha llevado a cabo iniciativas únicas en Europa, como la creación de un departamento encargado de identificar los cadáveres de los fallecidos y una misión destinada al rescate de algunos barcos que se han hundido en el mar en los últimos años, llevándose consigo a decenas de cuerpos y sus pertenencias. Más aún, el Ejecutivo italiano también ha apoyado el proyecto de los llamados pasillos humanitarios, promovido por El Vaticano —en concreto, la asociación Sant’Egidio, el órgano de la diplomacia paralela de la Santa Sede— para traer a Italia legalmente a solicitantes de asilo y refugiados que se hallan en situaciones de particular vulnerabilidad. 108 expulsiones En épocas de graves atentados en Europa, Renzi también envió señales para evitar que los italianos, en particular los más conservadores, perciban su postura como laxa ante los desafíos que conlleva la inmigración masiva. Intensificó el despliegue de fuerzas del orden en las calles e incrementó las actividades de investigación y vigilancia de individuos considerados sospechosos de ser traficantes de seres humanos o personajes vinculados al terrorismo islámico, sobre los cuales la policía ha informado casi a diario a la población mediante notas públicas. Para ello, se reactivaron todas las herramientas ya usadas contra el terrorismo autóctono que operó en el siglo pasado en Italia —las Brigadas Rojas y los extremistas de ultraderecha—, en una versión actualizada y más en línea con las herramientas tecnológicas hoy a disposición de los criminales. “El año pasado (2015) arrestamos a varios que vivían desde hace tiempo en Italia, paquistaníes, albaneses, kosovares, marroquíes, tunecinos y también algunos italianos”, explicaba recientemente, en una entrevista con esta periodista, Lamberto Giannini, el agente italiano que dirige la Oficina Antiterrorista de Italia, que desde 2013 coordina todas las unidades antiterroristas de la policía italiana. “Estos arrestos se hicieron bajo la nueva legislación antiterrorista (aprobada en mayo de 2015), que considera delito la apología al terrorismo, también a través de internet. También hemos detenido a reclutadores, a reclutados y a los que organizan viajes”, continuó. De igual modo, Italia también ha potenciado su departamento de investigaciones cibernéticas y le presta más atención —aunque no la suficiente, según algunos analistas— a la radicalización en las cárceles, un fenómeno muy común y nefasto en toda Europa. Otra actividad se ha dirigido, en cambio, en contra de los traficantes de seres humanos, que lucran con los migrantes, organizándoles los viajes para atravesar el Mediterráneo a cambio de miles de euros. Es en este contexto, según información entregada por Alfano el pasado 28 de julio en una sesión pública del Parlamento italiano, Italia informó que ha detenido y expatriado a 108 personas desde enero de 2015, de las cuales ocho eran imanes (jefes religiosos musulmanes). Son personas que, tal como algunos que están siendo investigados, presentan un perfil similar: son jóvenes hombres nacidos fuera de Italia —a diferencia de lo que ocurre con otros países como Alemania y Francia, donde la presencia de presuntos terroristas entre las segundas o terceras generaciones de inmigrantes es más significativa—, varios de los cuales han negado su implicación en esas actividades delictivas. Errores y críticas Errores y críticas no le han faltado a Renzi. En el pasado mes de mayo, la policía italiana capturó y obtuvo la extradición a Italia de un eritreo que se encontraba en Sudán —en una operación coordinada con la policía británica, a través de Interpol—, acusado de ser “El General”, uno de los más poderosos y crueles traficantes de personas de la ruta subsahariana hacia Italia, algo que nunca había hecho ningún país europeo. Sin embargo, en las horas posteriores a su arresto, empezaron a circular dudas sobre la identidad de la persona arrestada, una versión que también alimentó el propio eritreo, quien negó reiteradamente ser el criminal buscado por Italia. Aun así, lejos de apoyar esa hipótesis, los fiscales del tribunal encargados del caso presentaron en julio un expediente, con 17 elementos probatorios, según el cual la única equivocación de los investigadores italianos habría sido transcribir mal su nombre y difundir por error una fotografía que corresponde a otra persona. Más aún, los fiscales informaron de que entre las pruebas contra Medhanie Yehdego Mered, el eritreo arrestado, también hay vídeos que muestran escenas de canibalismo y asesinatos de migrantes que, después de ponerse en manos de estas redes, se quedaron sin el dinero suficiente para seguir con su viaje y por ello pagaron con su vida. Una circunstancia que, no obstante, no ha disipado todas las dudas, en vista de la próxima audiencia sobre el caso, prevista para  septiembre próximo. Además de ello, Italia también ha recibido críticas por no tener adecuadas políticas de integración para los migrantes —como suficientes cursos de idiomas—, una vez éstos se afincan en Italia. Incluso, según una reciente alerta de Europol, las policías europeas perdieron el rastro de unos 10 mil niños, la mitad en Italia, y algunos de los cuales se escaparon de los centros de acogida en los que estaban. Este es el caso del centro Salam de Taranto, en Sicilia, cuya operadora, Simona Fernández, admitió que de los 850 menores que los rescatistas italianos enviaron a su centro de acogida entre el 2014 y el 2015, 407 se escaparon y desaparecieron. “Hemos intentando que no se fueran, pero nuestros hogares no son cárceles. El horror es que muchas familias se comprometen con las mafias para que los menores trabajen para ellos. Es el precio a pagar para llegar a Europa”, explicó Fernández a esta periodista. En este complicado contexto, desde que asumió el poder hace dos años, Renzi se ha defendido denunciando la falta de solidaridad de varios países de la UE — en especial Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa, se resisten a aceptar refugiados en su territorio—, algo ante lo cual la UE respondió en 2015 alcanzando un compromiso para distribuir en dos años entre los países europeos a 160 mil demandantes de asilo que en la actualidad se encuentran en Italia y Grecia, el otro país en primera línea en la recepción (forzosa) de migrantes. Sin embargo, este plan no está dando los frutos esperados. Según la última información de la Comisión Europea actualizada al 13 de julio de 2016, sólo 843 de los 34 mil 953 que viven en Italia y cuya reubicación es prevista para este 2015 (Grecia: dos mil 213 de los 63 mil 302 previstos) ya han sido reubicados, algo que indica que la respuesta europea está siendo extremadamente lenta y, en última instancia, ineficaz. Más aún que se suma al malogrado pacto de marzo pasado para la deportación de centenares de migrantes de Grecia a Turquía, país que ha sufrido un reciente intento de golpe de Estado. De ahí también que, por esta dificultad a hacerse valer en la UE y por su heterodoxa política migratoria, hay también quien opina que la estrategia de Renzi es una “no estrategia”. “¿Cuál es la política migratoria de Italia? Es una pregunta que se hacen analistas, historiadores y catedráticos”, escribía recientemente un lector del diario Il Sussidiario, haciéndose eco de un sentir común entre los detractores de Renzi, es decir, que sus políticas no son ni ideológicamente de izquierda ni de derecha. El as en la manga No obstante, cual hábil jugador del mundo de la política que es, y aprovechándose del renovado protagonismo de Italia en la UE después del Brexit, Renzi se ha sacado ahora un nuevo as de la manga. Y esto es la propuesta llamada “Migration compact 2.0”, un proyecto de 500 millones de euros iniciales de presupuesto, para que toda la UE se comprometa a “un pacto parecido al ya firmado entre la UE y Turquía, entre la Unión Europea y algunos países africanos, de donde proceden la mayoría de los emigrantes”, según comunicó Paolo Gentiloni, ministro de Exteriores italiano. En esta línea, Renzi agregó un elemento distinto con respecto al más miope pacto turco-europeo ya en vigor (y cuyo destino está en vilo, no sólo por las críticas internaciones, sino también por el intento de golpe de Estado en ese país), es decir, que el programa se articule de manera que se financien programas en los países de origen y tránsito de los inmigrantes, con el objetivo de ofrecerles oportunidades laborales en sus países y así evitar que viajen a Europa. Un plan, en última instancia, destinado a algunos de los grandes ‘productores de migrantes’ —Libia, Nigeria, Etiopía, Eritrea y Senegal— sobre el cual ahora la UE deberá discutir.

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