Fallece en accidente el escritor Ignacio Padilla, impulsor de la "generación del crack”

sábado, 20 de agosto de 2016 · 19:05
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- Impulsor de la llamada "generación del crack", el escritor Ignacio Padilla (Ciudad de México, 1968) murió la noche del viernes 19 de agosto en un hospital privado del estado de Querétaro a consecuencia de un percance automovilístico, según un boletín de la Secretaría de Cultura (SC) federal. Rafael Tovar y de Teresa, titular de la SC, escribió en su cuenta de Twitter: “Lamento el fallecimiento de Ignacio Padilla, un hombre de letras en el más amplio sentido de la palabra. Mi pésame a su familia”. A penas el pasado 2 de agosto, en el ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana, que se organiza en el Palacio de Bellas Artes, Ignacio Padilla recibió un reconocimiento, donde manifestó que “generalmente la literatura es una actividad solitaria, no me dejarán mentir y, sin embargo, he tenido la fortuna de vivir la literatura como una actividad de grupo, de amistad, la generación del crack es sólo un ejemplo”. El 10 de febrero de 2011, el escritor se convirtió en miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, correspondiente al estado de Querétaro, a propuesta del escritor y también académico de origen cubano Gonzalo Celorio. Padilla tituló su discurso de ingreso Elogio de la impureza, texto que leyó el 23 de agosto de 2012 y fue contestado por el novelista, dramaturgo y periodista Vicente Leñero. Y así como cuarenta años atrás, en el mismo recinto, el escritor Juan Rulfo señaló que no escribiría más “porque no quiero añadir una gota de sangre a la literatura mexicana”, Leñero hizo uso de la paráfrasis de las primeras palabras de Pedro Páramo para presentar al nuevo académico: “…Ignacio Padilla, un chaco, un pibe, un chaval, un ñero, iba a pronunciar su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua como miembro correspondiente en la ciudad que tiene el nombre más bello, más eufónico –dice él– de la lengua española: Querétero.” “Don Ignacio Padilla, o simplemente Nacho, nació en 1968 lueguito de Tlatelolco. Suma a penas cuarenta y tres años –como la generación de mis hijas, oh Dios–, lo que establece un contrapunto notable con la mayoría de nosotros, los académicos viejos o los viejos académicos que nos vamos cayendo a cada rato como soldaditos de plomo, a canicazos. Es rabiosamente joven y rabiosamente talentoso. No exagero el término: basta con leerlo o con escuchar ahora su discurso para demostrar la puntualidad del cebollazo”. Lo anterior va muy de acuerdo a la descripción que en julio de 1996 había hecho el periodista José Alberto Castro en la revista Proceso al dar a conocer la “generación del crack”: “Con edades que fluctúan entre 25 y 30 años, los nuevos representantes de la narrativa contemporánea son ya una realidad”, y los dividió entre los de “búsqueda” y “los de ruptura”, estos últimos definidos como “novelistas de la desilusión”, como Jorge Volpi, Ricardo Chávez, Pedro Ángel Palou, Eloy Urroz e Ignacio Padilla. Padilla publicó hacia 1996 el manifiesto del grupo junto con otros autores como Jorge Volpi, Eloy Urroz, Miguel Ángel Palou y Ricardo Chávez; también fue compañero de ruta de Mauricio Montiel. El autor escribió novela, novela corta, cuento, literatura infantil y ensayo. Con La catedral de los ahogados, ganó el Premio Juan Rulfo para Primera Novela 1994. También creó: Si volviesen sus majestades (1996); Amphitryon (Premio Primavera de Novela 2000); Espiral de artillería (2003); La gruta del toscano (2006, Premio Mazatlán de Literatura); El daño no es de ayer (2011, Premio La Otra Orilla).   En novela corta, escribió:  Subterráneos (1990), Trenes de humo bajoalfombra (1993); El año de los gatos amurallados (1994); Premio Kalpa de Ciencia Ficción); Imposibilidad de los cuervos (1994); Las antípodas y el siglo (2001, Premio de Cuento Gilberto Owen); El androide y las quimeras (2008); Los anacrónicos y otros cuentos (2010); Los reflejos y la escarcha (2012). En literatura infantil publicó: Los papeles del dragón típico (1991); Las tormentas del mar embotellado (1997 Premio Juan de la Cabada 1994);  Por un tornillo (2009); Todos los osos son zurdos (2010). En ensayo, es autor de: El dorado esquivo: espejismo mexicano de Paul Bowles (1994, Premio de Ensayo Literario Malcolm Lowry); Los funerales del alcaraván: historia apócrifa del realismo mágico (1999, Premio de Ensayo José Revueltas); El diablo y Cervantes (2005); El peso de las cosas (2006); Si hace crack es boom (2007), entre otros.

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