Ópera China de Pekín

jueves, 1 de septiembre de 2016 · 12:13
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Con la “Leyenda de la serpiente blanca” se presentó en México, en dos únicas funciones, la internacionalmente prestigiada Ópera de Pekín que, pese a su nombre, nada tiene que ver con nuestro concepto occidental de lo que es la ópera. Empero, al igual que en nuestro concepto, es un espectáculo escénico que combina teatro, música y danza y nos cuenta una historia, si bien añade acrobacia y artes marciales, elementos imprescindibles en este tipo de “ópera”. El resultado es una mezcla que sorprende. La Compañía Nacional de Ópera de Pekín de China fue el grupo que nos visitó, uno de los más importantes y representativos de ese arte de China. Su denominación “de Pekín” es imprescindible porque en ese país hay un gran número de conjuntos similares aunque residentes y representativos de otras regiones y ciudades. Por ello, sus directivos y miembros son tan cuidadosos en no dejar sólo lo de China, evitando así confusiones y estableciendo clara diferencia de quién es quién: no es lo mismo la Ópera de Pekín, que la de Cantón o Shangai, por ejemplo. Ésta Ópera China de Pekín, aunque con raíces centenarias, es relativamente nueva en relación a las de otras regiones, ya que fue hasta 1790, en ocasión del octagésimo cumpleaños del emperador, cuando se ofreció un “Huiban” (espectáculo escénico del que se deriva esto que hoy llamamos “ópera”) en aquella ciudad. Pero siendo Pekín la capital de ese gran país, se entiende el apoyo y promoción que ha recibido y el auge que posee. Compañía de repertorio, por supuesto, la de Pekín nos trajo una magnífica muestra de lo que este tipo de ópera es, con un cuento cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos. Habla de una serpiente que se vuelve mujer, viene a nuestro mundo, se enamora y casa con un mortal normal; sufre acoso de un maloso monje fanático, quien propicia la muerte de su cónyuge obligándola a ir a robarle a los dioses una planta sagrada para revivirlo. Se libra entonces una gran batalla entre el ejército de Guerreros del Paraíso y el de Animales del Agua machos; aparecen hadas y genios, y al fin se da una terminación feliz. La obra permite todo el despliegue virtuosístico de estos actores-cantantes-acróbatas-mimos-expertos en artes marciales. Todo eso son los integrantes de esta Ópera China de Pekín. Presentan un vestuario bellísimo y adecuado que, como marca la tradición, no debe lavarse sino nada más doblarse y guardarse muy cuidadosamente, y un maquillaje excepcional (similar sólo lo he visto en los japoneses), características de la Ópera China. La pequeña orquesta de cuerdas y percusiones, integrada por 10 músicos, está siempre presente en el escenario a un costado de donde las acciones se desarrollan y suenan permanentemente. No como nuestros violines, violas o chelos, sino de una manera distinta a lo que acostumbrados estamos. No obstante esto, la experiencia fue importante y de seguro que para un gran porcentaje del público que llenó Bellas Artes, primaria. Qué bueno.

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