Tráfico de especies… hasta por internet

martes, 13 de septiembre de 2016 · 10:17
HONOLULÚ (apro).- En la sabana de África, el elefante endémico ha sufrido un fuerte descenso en años recientes debido a la caza ilegal a manos de traficantes de marfil. En ese mismo continente, el gorila oriental, pariente del ser humano, ha quedado al borde de la extinción por la misma razón. Se trata de dos ejemplos relevantes de cómo la voracidad humana acaba con la biodiversidad, con fuertes impactos sociales, económicos y sobre los ecosistemas, y que, si bien ha coaligado a gobiernos, cuerpos multilaterales, organizaciones sociales y científicos, el combate al tráfico de vida silvestre enfrenta desafíos trascendentales, como la oferta de especies por internet. Daniel Ashe, director del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, utiliza la expresión “proporciones epidémicas” para describir la situación. “Necesitamos más cumplimiento de la ley y persecución penal. Los retos son reducir la demanda y combatir la corrupción”, dijo el funcionario a Apro durante el Congreso Internacional de la Naturaleza de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza, que inició en esta ciudad del estado insular estadunidense de Hawái el pasado 1 de septiembre y cerró sus debates el sábado 10. El tráfico de especies es uno de los temas principales del Congreso que se realiza cada cuatro años. Esta ocasión congregó a nueve mil 500 participantes de 192 países y territorios, entre delegados de gobiernos, organizaciones no gubernamentales, científicos y corporaciones. La cita, cuyo lema fue “Planeta en la encrucijada”, se hizo con la intención de generar “Los compromisos de Hawái”, de los que 85 resoluciones ya llegaron a Honolulú aprobadas por la Asamblea de la UICN, basada en Suiza y que se compone de mil 200 miembros gubernamentales y no gubernamentales. Durante el Congreso, el debate se concentró en 14 mociones sobre temas polémicos, como la número siete sobre el cierre de los mercados nacionales de marfil de elefante, a discusión en Honolulú, y que enfrenta oposición de gobiernos africanos. Si bien gobiernos, organizaciones no gubernamentales y científicos mantienen el optimismo de que prevalecerán en el combate a esta actividad ilícita, la evidencia habla de una coyuntura alarmante. La historia del elefante es uno de los casos más dramáticos de especies amenazadas por el tráfico de vida silvestre que ha puesto contra las cuerdas a cientos de variedades animales y vegetales en todo el mundo. El Gran Censo de Elefantes, desarrollado por la firma estadunidense Vulcan Inc. y Elefantes sin Fronteras y presentada durante el Congreso, muestra que las poblaciones de paquidermos se contrajeron 30% en promedio, equivalente a unos 144 mil animales, entre 2007 y 2014. La tasa de desaparición aceleró en ese lapso y ocurre actualmente a 8% anual, especialmente a causa de la caza ilegal para obtener marfil. Así, los traficantes matan unos 27 mil elefantes por año. El censo, construido con estadísticas obtenidas mediante observaciones aéreas en 15 países, situó a 352 mil 271 paquidermos vivos en el área analizada. Los mayores decrecimientos han ocurrido en Tanzania y el norte de Mozambique, en tanto que la situación ha mejorado ligeramente en Sudáfrica y zonas de Kenia, Malaui, Zambia y Zimbabue. En el caso de los grandes simios, el gorila oriental, el occidental, el chimpancé común y el bonobo han sido catalogados en peligro crítico de extinción, dentro la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, cuya actualización fue difundida durante el Congreso. El gorila oriental, primate que habita en las selvas de Ruanda, Uganda y República Democrática del Congo, padeció una disminución superior a 70% en el número de ejemplares en dos años, a causa principalmente de la caza furtiva. De esa cuenta, UICN estima que sobreviven menos de cinco mil especímenes, cercanamente a la extinción. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) estima que unas siete mil especies son traficadas mundialmente, actividad que genera cada año entre ocho mil 900 millones y 22 mil 250 millones de dólares, según datos de la Unión Europea. Eso lo convierte en uno de los cuatro mayores delitos transnacionales, junto con las drogas, las armas y la trata de personas.   “Problema global” Para el australiano John Scanlon, secretario general de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), se trata de “un problema global”, que envuelve a “bandas internacionales, bien organizadas, desalmadas”. “Es un pequeño porcentaje de personas involucradas en mover una gran cantidad de especies. Es un delito de bajo riesgo y ganancias elevadas que debe ser considerado un crimen serio que no puede ser combatido por los ministerios de ambiente y agencias de vida silvestre”, dijo el funcionario internacional a Apro. CITES, vigente desde 1975, cubre a cinco mil 600 especies de animales y 30 mil de plantas contra la sobreexplotación vía el comercio internacional, según su grado de riesgo de desaparición. Esa convención obliga a los Estados parte a castigar el tráfico irregular, so pena de sanciones sino acatan sus disposiciones. El Apéndice I contiene el listado de especies cuyo comercio se prohíbe y el II, aquellas cuyo intercambio se ajusta a restricciones. La sobreexplotación de los recursos y la agricultura son los motores fundamentales de la disminución de varias especies. El tráfico de vida silvestre sirve para varios propósitos, como alimentación, medicina tradicional o la fabricación de prendas y adornos. Si bien el elefante y los rinocerontes han acaparado más la atención en años recientes, docenas de variedades caen con frecuencia en las redes de traficantes. El pangolín y la madera de palo rosa han emergido en los últimos años como géneros apetitosos para el mercado clandestino. El Reporte sobre el crimen de la vida silvestre mundial, publicado en mayo por UNODC, recopiló estadísticas de 164 mil decomisos en 120 naciones desde finales de los ’90. En América Latina y el Caribe se produjeron 15 por ciento de las incautaciones mundiales, mientras que en América del Norte se efectuaron 46 por ciento, en Asia y el Pacífico 24 por ciento, en Europa 14 por ciento y en África uno por ciento. Entre 1999 y 2015, 30% de las incautaciones involucró a mamíferos, 28% a reptiles, 17% a corales, 9% a aves, 6% a peces vertebrados y 10% a otras variedades, lo cual da una idea de la magnitud creciente del fenómeno. En ese periodo, siete mil especies fueron confiscadas. Entre 2005 y 2014, las incautaciones de madera de palo rosa equivalieron a 35% del total, las de elefantes 18%; las de reptiles 9% y el resto está repartido entre tortugas, pangolines, rinocerontes, tortugas marinas y pericos. Mientras, autoridades de varias naciones decomisaron 107 mil pangolines entre 2007-2013. Desde 2006, la cantidad de rinocerontes cazados para remover el cuerno ha aumentado. De las confiscaciones se infiere que los reptiles, los mamíferos y las aves son las especies latinoamericanas más traficadas y cuyos destinos preferidos son Estados Unidos, Europa y más recientemente China. Entre las artimañas usadas por las bandas figuran el contrabando, el uso de documentos legales para ocultar actividades ilegales o de permisos falsificados y otros tipos de fraudes. Como lo señala UNODC, algunos mercados son vulnerables a la infiltración de fuentes ilegales o de vida silvestre traficada, donde no existe regulación internacional. “Nuestras comunidades no se benefician del tráfico; al contrario, sufren las consecuencias. El cumplimiento de la ley y la corrupción son los mayores desafíos”, declaró en Honolulú la tanzana Jesca Eriyo, subsecretaria general de la Comunidad de África Oriental, durante un panel de alto nivel sobre el tema. Ese conjunto de naciones prepara una ley regional para combatir el comercio irregular de marfil. En los últimos tres años, unas 20 naciones africanas han optado por destruir el marfil decomisado, para transmitir el mensaje de que no es una mercancía aceptada. Para Richard Jenkins, subdirector del Programa Global de Especies del Secretariado de IUCN en Gran Bretaña, la situación es “claramente seria”. Para las especies que conocemos, señaló el especialista a apro, el tráfico es una amenaza prevaleciente. “Los Estados están respondiendo. Se ha visto más voluntad política y compromisos. El reto es sostener esa voluntad. Las medidas tienen que ser continuas, elevar el nivel, es muy importante la colaboración internacional”, sostuvo.   Nuevas rutas Las redes sociales e internet se han convertido en otra variante para comercializar vida silvestre y que significan un desafío para los gobiernos, entre ellas la red profunda o deep web. “Se usa mucha tecnología para investigar internet. Hay formas de interrogar a la red. Hemos trabajado con las empresas de envío, les pedimos que jueguen su papel”, sostuvo Scanlon. Para Ashe, son “vitales” los acuerdos con las empresas electrónicas como Google, Facebook o eBay, para rastrear el hospedaje de páginas o la canalización de pagos. Respecto a la corrupción y la creciente influencia de internet, la 17ª. Conferencia de las Partes de Cites, que se escenificará en Johannesburgo (Sudáfrica) entre el 24 de septiembre y el 5 de octubre, puede convertirse en una parada trascendental, pues los Estados parte debatirán resoluciones sobre prohibir, prevenir y contrarrestar actividades que facilitan la corrupción conducida en violación de la Convención y combatiendo el cibercrimen de vida silvestre. “Si no abordamos la corrupción, no podemos combatir el tráfico”, recalcó Scanlon. La cumbre considerará 62 propuestas para incrementar o decrecer los controles sobre el comercio internacional de vida silvestre y sus derivados, presentadas por 64 Estados parte, y las cuales abarcan a 500 especies. Pero el combate al tráfico puede enfrentar retrocesos en la cita sudafricana. Suazilandia entregó una propuesta para modificar permisos limitados y regulados para el comercio de cuernos de rinoceronte blanco, incluido en el Apéndice II. La recomendación de la Secretaría General de CITES es rechazar tal petición. Namibia y Zimbabue han planteado excluir al elefante africano del Apéndice II, para potenciar el mercado doméstico de marfil, sobre lo cual la Secretaría General ha sugerido el rechazo. CITES permite el tráfico de cuatro especies de elefante de Namibia, Sudáfrica, Botsuana y Zimbabue En contraposición, esa instancia avala cuatro propuestas para transferir variedades de pangolín al Anexo I y dos para enlistar especies maderables de palo rosa en el Apéndice II, para protegerlas del tráfico maderero. Jenkins rec (PARA EL LUNES 12 DE SEPTIEMBRE)   Reportaje/ Prisma Internacional/ Apro/ septiembre 09/ especies0909   Tráfico de especies… hasta por internet   Emilio Godoy HONOLULÚ.-- En la sabana de África, el elefante endémico ha sufrido un fuerte descenso en años recientes debido a la caza ilegal a manos de traficantes de marfil. En ese mismo continente, el gorila oriental, pariente del ser humano, ha quedado al borde de la extinción por la misma razón. Se trata de dos ejemplos relevantes de cómo la voracidad humana acaba con la biodiversidad, con fuertes impactos sociales, económicos y sobre los ecosistemas, y que, si bien ha coaligado a gobiernos, cuerpos multilaterales, organizaciones sociales y científicos, el combate al tráfico de vida silvestre enfrenta desafíos trascendentales, como la oferta de especies por internet. Daniel Ashe, director del Servicio de Pesca y Vida Silvestre de Estados Unidos, utiliza la expresión “proporciones epidémicas” para describir la situación. “Necesitamos más cumplimiento de la ley y persecución penal. Los retos son reducir la demanda y combatir la corrupción”, dijo el funcionario a Apro durante el Congreso Internacional de la Naturaleza de la Unión Internacional de la Conservación de la Naturaleza, que inició en esta ciudad del estado insular estadunidense de Hawái el pasado 1 de septiembre y cerró sus debates el sábado 10. El tráfico de especies es uno de los temas principales del Congreso que se realiza cada cuatro años. Esta ocasión congregó a nueve mil 500 participantes de 192 países y territorios, entre delegados de gobiernos, organizaciones no gubernamentales, científicos y corporaciones. La cita, cuyo lema fue “Planeta en la encrucijada”, se hizo con la intención de generar “Los compromisos de Hawái”, de los que 85 resoluciones ya llegaron a Honolulú aprobadas por la Asamblea de la UICN, basada en Suiza y que se compone de mil 200 miembros gubernamentales y no gubernamentales. Durante el Congreso, el debate se concentró en 14 mociones sobre temas polémicos, como la número siete sobre el cierre de los mercados nacionales de marfil de elefante, a discusión en Honolulú, y que enfrenta oposición de gobiernos africanos. Si bien gobiernos, organizaciones no gubernamentales y científicos mantienen el optimismo de que prevalecerán en el combate a esta actividad ilícita, la evidencia habla de una coyuntura alarmante. La historia del elefante es uno de los casos más dramáticos de especies amenazadas por el tráfico de vida silvestre que ha puesto contra las cuerdas a cientos de variedades animales y vegetales en todo el mundo. El Gran Censo de Elefantes, desarrollado por la firma estadunidense Vulcan Inc. y Elefantes sin Fronteras y presentada durante el Congreso, muestra que las poblaciones de paquidermos se contrajeron 30% en promedio, equivalente a unos 144 mil animales, entre 2007 y 2014. La tasa de desaparición aceleró en ese lapso y ocurre actualmente a 8% anual, especialmente a causa de la caza ilegal para obtener marfil. Así, los traficantes matan unos 27 mil elefantes por año. El censo, construido con estadísticas obtenidas mediante observaciones aéreas en 15 países, situó a 352 mil 271 paquidermos vivos en el área analizada. Los mayores decrecimientos han ocurrido en Tanzania y el norte de Mozambique, en tanto que la situación ha mejorado ligeramente en Sudáfrica y zonas de Kenia, Malaui, Zambia y Zimbabue. En el caso de los grandes simios, el gorila oriental, el occidental, el chimpancé común y el bonobo han sido catalogados en peligro crítico de extinción, dentro la Lista Roja de Especies Amenazadas de la UICN, cuya actualización fue difundida durante el Congreso. El gorila oriental, primate que habita en las selvas de Ruanda, Uganda y República Democrática del Congo, padeció una disminución superior a 70% en el número de ejemplares en dos años, a causa principalmente de la caza furtiva. De esa cuenta, UICN estima que sobreviven menos de cinco mil especímenes, cercanamente a la extinción. La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés) estima que unas siete mil especies son traficadas mundialmente, actividad que genera cada año entre ocho mil 900 millones y 22 mil 250 millones de dólares, según datos de la Unión Europea. Eso lo convierte en uno de los cuatro mayores delitos transnacionales, junto con las drogas, las armas y la trata de personas.   “Problema global” Para el australiano John Scanlon, secretario general de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites), se trata de “un problema global”, que envuelve a “bandas internacionales, bien organizadas, desalmadas”. “Es un pequeño porcentaje de personas involucradas en mover una gran cantidad de especies. Es un delito de bajo riesgo y ganancias elevadas que debe ser considerado un crimen serio que no puede ser combatido por los ministerios de ambiente y agencias de vida silvestre”, dijo el funcionario internacional a Apro. CITES, vigente desde 1975, cubre a cinco mil 600 especies de animales y 30 mil de plantas contra la sobreexplotación vía el comercio internacional, según su grado de riesgo de desaparición. Esa convención obliga a los Estados parte a castigar el tráfico irregular, so pena de sanciones sino acatan sus disposiciones. El Apéndice I contiene el listado de especies cuyo comercio se prohíbe y el II, aquellas cuyo intercambio se ajusta a restricciones. La sobreexplotación de los recursos y la agricultura son los motores fundamentales de la disminución de varias especies. El tráfico de vida silvestre sirve para varios propósitos, como alimentación, medicina tradicional o la fabricación de prendas y adornos. Si bien el elefante y los rinocerontes han acaparado más la atención en años recientes, docenas de variedades caen con frecuencia en las redes de traficantes. El pangolín y la madera de palo rosa han emergido en los últimos años como géneros apetitosos para el mercado clandestino. El Reporte sobre el crimen de la vida silvestre mundial, publicado en mayo por UNODC, recopiló estadísticas de 164 mil decomisos en 120 naciones desde finales de los ’90. En América Latina y el Caribe se produjeron 15 por ciento de las incautaciones mundiales, mientras que en América del Norte se efectuaron 46 por ciento, en Asia y el Pacífico 24 por ciento, en Europa 14 por ciento y en África uno por ciento. Entre 1999 y 2015, 30% de las incautaciones involucró a mamíferos, 28% a reptiles, 17% a corales, 9% a aves, 6% a peces vertebrados y 10% a otras variedades, lo cual da una idea de la magnitud creciente del fenómeno. En ese periodo, siete mil especies fueron confiscadas. Entre 2005 y 2014, las incautaciones de madera de palo rosa equivalieron a 35% del total, las de elefantes 18%; las de reptiles 9% y el resto está repartido entre tortugas, pangolines, rinocerontes, tortugas marinas y pericos. Mientras, autoridades de varias naciones decomisaron 107 mil pangolines entre 2007-2013. Desde 2006, la cantidad de rinocerontes cazados para remover el cuerno ha aumentado. De las confiscaciones se infiere que los reptiles, los mamíferos y las aves son las especies latinoamericanas más traficadas y cuyos destinos preferidos son Estados Unidos, Europa y más recientemente China. Entre las artimañas usadas por las bandas figuran el contrabando, el uso de documentos legales para ocultar actividades ilegales o de permisos falsificados y otros tipos de fraudes. Como lo señala UNODC, algunos mercados son vulnerables a la infiltración de fuentes ilegales o de vida silvestre traficada, donde no existe regulación internacional. “Nuestras comunidades no se benefician del tráfico; al contrario, sufren las consecuencias. El cumplimiento de la ley y la corrupción son los mayores desafíos”, declaró en Honolulú la tanzana Jesca Eriyo, subsecretaria general de la Comunidad de África Oriental, durante un panel de alto nivel sobre el tema. Ese conjunto de naciones prepara una ley regional para combatir el comercio irregular de marfil. En los últimos tres años, unas 20 naciones africanas han optado por destruir el marfil decomisado, para transmitir el mensaje de que no es una mercancía aceptada. Para Richard Jenkins, subdirector del Programa Global de Especies del Secretariado de IUCN en Gran Bretaña, la situación es “claramente seria”. Para las especies que conocemos, señaló el especialista a apro, el tráfico es una amenaza prevaleciente. “Los Estados están respondiendo. Se ha visto más voluntad política y compromisos. El reto es sostener esa voluntad. Las medidas tienen que ser continuas, elevar el nivel, es muy importante la colaboración internacional”, sostuvo.   Nuevas rutas Las redes sociales e internet se han convertido en otra variante para comercializar vida silvestre y que significan un desafío para los gobiernos, entre ellas la red profunda o deep web. “Se usa mucha tecnología para investigar internet. Hay formas de interrogar a la red. Hemos trabajado con las empresas de envío, les pedimos que jueguen su papel”, sostuvo Scanlon. Para Ashe, son “vitales” los acuerdos con las empresas electrónicas como Google, Facebook o eBay, para rastrear el hospedaje de páginas o la canalización de pagos. Respecto a la corrupción y la creciente influencia de internet, la 17ª. Conferencia de las Partes de Cites, que se escenificará en Johannesburgo (Sudáfrica) entre el 24 de septiembre y el 5 de octubre, puede convertirse en una parada trascendental, pues los Estados parte debatirán resoluciones sobre prohibir, prevenir y contrarrestar actividades que facilitan la corrupción conducida en violación de la Convención y combatiendo el cibercrimen de vida silvestre. “Si no abordamos la corrupción, no podemos combatir el tráfico”, recalcó Scanlon. La cumbre considerará 62 propuestas para incrementar o decrecer los controles sobre el comercio internacional de vida silvestre y sus derivados, presentadas por 64 Estados parte, y las cuales abarcan a 500 especies. Pero el combate al tráfico puede enfrentar retrocesos en la cita sudafricana. Suazilandia entregó una propuesta para modificar permisos limitados y regulados para el comercio de cuernos de rinoceronte blanco, incluido en el Apéndice II. La recomendación de la Secretaría General de CITES es rechazar tal petición. Namibia y Zimbabue han planteado excluir al elefante africano del Apéndice II, para potenciar el mercado doméstico de marfil, sobre lo cual la Secretaría General ha sugerido el rechazo. CITES permite el tráfico de cuatro especies de elefante de Namibia, Sudáfrica, Botsuana y Zimbabue En contraposición, esa instancia avala cuatro propuestas para transferir variedades de pangolín al Anexo I y dos para enlistar especies maderables de palo rosa en el Apéndice II, para protegerlas del tráfico maderero. Jenkins reconoció que la cita de Johannesburgo será “un paso importante” en la historia de la conservación, pero pidió “mostrar progreso”, pues “no podemos continuar lidiando con estos problemas para siempre”. Un problema de CITES es que los millones de especies fuera de su jurisdicción pueden ser criadas ilegalmente y comercializadas internacionalmente. Además, los mercados internos también están fuera de su radar, en la medida en que no se puede probar que los productos no han atravesado las fronteras, en contravención con las normas de la Convención.

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