Insatisfacción en la Asamblea General de la ONU

miércoles, 28 de septiembre de 2016 · 18:28
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Este año, la Asamblea General de las Naciones Unidas iniciada esta semana no tiene motivos para festejar. Hay, desde luego, algunas excepciones. El Acuerdo de Paz en Colombia es motivo de felicitaciones por parte, sobre todo, de países latinoamericanos y caribeños, aunque está pendiente el resultado del plebiscito del 2 de octubre. Asimismo, el primer ministro canadiense, Justine Trudeau, en su primer discurso ante la Asamblea General llevó toda su frescura y el gran espíritu solidario de Canadá al dar buenas noticias, como vigorizar el apoyo político y financiero a la ONU, que había sido tradicional por parte de ese país, y anunciar que recibirán 31 mil refugiados de Siria, con el convencimiento de que contribuirán muy positivamente a la vida económica, social y cultural de Canadá. El optimismo de Trudeau se contagia, pero dura poco. Momentos después le tocó su turno al Reino Unido. La nueva primera ministra, Teresa May, no es personalidad que levante simpatía. Su posición es dura ante los migrantes y refugiados. Insiste en que se detengan en el primer país que toquen; es decir, evitar que lleguen a las puertas de Europa. Señala que es urgente tener el control de las fronteras y subraya el hecho que tal es el mandato que le dieron los ciudadanos británicos. Se trata de una segunda “dama de hierro” pero sin el poder de convencimiento que tenía la primera. A diferencia de la asamblea anterior, esta vez hay pocas noticias que merecen bienvenida. Hace un año se celebró el Acuerdo sobre el Programa Nuclear de Irán, uno de los pocos triunfos diplomáticos que se han alcanzado en los últimos años; estaban avanzadas las negociaciones para el Acuerdo de París sobre Cambio Climático y también para la Agenda de Desarrollo Sustentable 20-30. De hecho, ambos documentos fueron aprobados antes que llegase a su fin la asamblea del 70 aniversario. Hoy, no hay otro acuerdo significativo sobre la mesa. En materia de solución de conflictos y terrorismo la situación se encuentra estancada, o peor. Se tuvieron algunas esperanzas en Siria, con el acuerdo Estados Unidos-Rusia sobre un alto al fuego temporal. Sin embargo, los acontecimientos volvieron a punto cero con el bombardeo, atribuido a Rusia, en contra de un convoy de asistencia humanitaria. El dirigente ruso, Putin, no participó en la asamblea y la aspereza en las relaciones Rusia-Estados Unidos se hizo sentir. La asamblea de este año estuvo precedida por dos reuniones importantes. Una de Alto Nivel sobre Migración y Refugiados y otra Cumbre de Líderes sobre Refugiados convocada directamente por Obama. Ambas reflejan bien la preocupación que despierta el desplazamiento masivo de personas, 62 millones, que han abandonado su lugar de origen en los últimos años. Es la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial y ha causado grandes perturbaciones políticas y económicas internas principalmente, aunque no únicamente, en los países más avanzados de Europa occidental. Como era de esperarse, no hay una rea­cción homogénea frente al fenómeno. El documento adoptado el 19 de septiembre, la Declaración de Nueva York, es un intento de poner como base ciertos principios generales, como lo es el respeto a la dignidad y los derechos humanos de migrantes y refugiados. La intención es llegar a dos pactos jurídicamente vinculantes en 2018 en los cuales se establecería la normatividad internacional para tratar ambos problemas. Veo con escepticismo lo que pueda lograrse. El tema de migración y refugiados abrió un espacio especial para México. La situación particular que se atraviesa por las amenazas a los trabajadores mexicanos en Estados Unidos explica un discurso bien trabajado, pronunciado por Peña Nieto en la reunión de Alto Nivel. Se insistió allí en la contribución de los migrantes a la riqueza económica y cultural de los países de acogida. Otra fue la situación en la Cumbre sobre Refugiados. El discurso fue un llamado de alerta sobre el incremento notable de personas, incluyendo niños y niñas no acompañados, que buscan refugio ingresando a México por la frontera sur. Lo que no se dijo es la carencia de estructuras físicas, jurídicas o de recursos humanos para responder a esa situación, ni la inexistencia de financiamiento para acciones indispensables en la frontera sur, mismo que no ha sido contemplado en el nuevo presupuesto sometido a consideración del Congreso. Sin lugar a dudas el discurso más esperado era el de Obama en el debate general. La herencia de ocho años de un gobierno que se inició con un claro compromiso con las Naciones Unidas, el desarme nuclear, el acercamiento a otras culturas y el retiro de tropas estadunidenses de Irak y Afganistán es el antecedente. El premio Nobel de la Paz que se le otorgó en 2009 fue más un reconocimiento a las promesas durante el primer tramo de su gobierno que a los objetivos que se habían alcanzado. Recordando aquellos antecedentes, la herencia es muy limitada. Obama puede vanagloriarse del Acuerdo sobre Irán, de los adelantos en cambio climático debidos, en gran parte, a su entendimiento con China sobre el particular, del no escalamiento militar cuando se confrontaron crisis graves en Siria o Ucrania. En otros ámbitos, deja un mundo en caos y altamente peligroso. No es sorprendente, entonces, que el tono de su discurso haya sido escéptico. Lejos quedó el líder que hubiese querido cambiar el mundo. Ahora, hizo un llamado al realismo, a reconocer las dificultades para el entendimiento entre culturas y religiones distintas, a no abandonar, sin embargo, la construcción de un orden internacional en foros multilaterales. Fue notoria su insistencia en los resultados inequitativos de la globalización; sus beneficios alcanzan a muy pocos, la mayoría integra la fila de trabajadores con empleos muy precarios o francamente sin empleo. Sus palabras resonaban teniendo por detrás lo que está ocurriendo al interior de su país. Un fantasma atravesaba el recinto de la Asamblea General de la ONU. ¿Qué pasará con la herencia de Obama si llegase a ganar Trump? En esa pregunta se encuentra resumida gran parte de la ansiedad que muchos experimentan en esta Asamblea General.

Comentarios