'Sing street”: La magia de la adolescencia

viernes, 11 de noviembre de 2016 · 09:25
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Dirigida por John Carney, Sing street (Sing Street, Reino Unido-2016), es una hermosa e inocente historia de adolescentes, una teen movie poderosa; a ratos se puede percibir esa ligereza propia del género, pero en sus cimientos yacen momentos de gran profundidad. La historia gira en torno a un adolescente de 15 años llamado Conor (Ferdia Walsh-Peelo), que vive en Irlanda en la década de los ochenta, en medio de una terrible crisis económica. En este contexto, los padres de Conor deciden recortar gastos; por ejemplo, cambiar de escuela a Conor, quien pasará de estar con los jesuitas a una administrada por otro grupo religioso, obviamente más barata. Conor tendrá que enfrentarse a un grupo de infantes acosadores y renuentes a aprender, bajo la tutela de un par de padres que sólo desean controlar a los niños. Por cierto, Conor no tiene madera de ser un chavo popular. En este nuevo contexto, Conor conoce a Raphina (Lucy Boynton), una chica que sueña con ser modelo e irse a Londres para cambiar de vida y romper con los patrones de sus padres. Flechado por Raphina, Conor decide acercarse a ella a través de una pequeña mentira: la invita a participar en el video para su grupo de rock, pero nuestro héroe no tiene banda, así que deberá armar uno para poder conquistarla y trascender su nuevo entorno junto con un grupo jóvenes igual de raros que él, aconsejado por su hermano mayor, amante de la música, quien comienza a vivir sus sueños a través de él. A pesar de ocurrir en Irlanda, Sing street consigue conectar con nuestro adolescente interior y nos hace recordar esos momentos apasionados donde se tiene la ilusión de comerse la lumbre a puños, de conquistar a ese primer amor; de levantar la voz y hacerse escuchar, de ser visto. Todo ello hay en una Irlanda que parece no ofrecer ningún tipo de futuro. Sing street posee un lado ligero, propio del cine comercial, pero eso no alcanza a matar momentos sublimes que nos presentan el drama, la frustración y los sueños de personajes complejos, que contienen al menos un rasgo que permite la identificación: de pronto sentimos que estamos viendo a un amigo que conocimos o que se trata de nosotros, y es ahí donde radica la magia de la historia. Una estupenda cinta que nos contacta con nuestro yo adolescente y esa energía y esos sueños que alguna vez nos hicieron pensar que podíamos conquistar al mundo.

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