Argentina: luz de alerta ante el endeudamiento

lunes, 21 de noviembre de 2016 · 18:19
BUENOS AIRES (apro).- La actividad económica, el salario y el consumo muestran un fuerte retroceso en los 10 primeros meses de Mauricio Macri como presidente. La inflación del año en curso rondará el 40%. Los precios de productos de la canasta básica, medidos en dólares, superan en muchos casos, los internacionales. El gobierno ha decretado aumentos exorbitantes en tarifas de servicios públicos y combustibles. Más: la política de ajuste ha hundido al país en una recesión marcada, elevando los índices de desempleo y de pobreza. La prometida lluvia de inversiones que vendría a poner fin a la pendiente, no aparece. Los gastos corrientes del Estado se cubren en gran medida con endeudamiento externo. A falta de buenas noticias, el gobierno actual intenta que el saliente pague parte del costo político. Culpa de todas las miserias a la “pesada herencia” recibida de manos de Cristina Fernández de Kirchner. El creciente rechazo social contra el ajuste lo ha obligado, sin embargo, a moderar el impulso. Las elecciones legislativas de octubre de 2017 asoman en el horizonte. El presidente Mauricio Macri está obligado a ganar si pretende –como ya ha dicho– ser reelecto. Hasta ahora ningún gobierno que no sea peronista ha podido sobreponerse a una derrota en elecciones de medio término. Frente a este panorama, el gobierno ha decidido apostar por una etapa de “expansión fiscal”. Según se desprende del Presupuesto 2017, que el gobierno ha elevado para su aprobación en el Congreso, se buscará reactivar la economía, inyectando fondos sobre el consumo y la obra pública. La declamada lucha contra el déficit fiscal ve estirar sus plazos de este modo. Los grandes medios se muestran preocupados pero al mismo tiempo comprensivos frente al “giro populista” del gobierno. Lo que permanece inalterable –tanto en el programa de ajuste como en el que promete estimular la actividad económica, de cara a la contienda electoral de 2017– es el modo de financiamiento. En sus primeros nueve meses el gobierno de Macri colocó deuda en moneda extranjera por un monto de 30 mil millones de dólares. Esto es posible debido a la imagen positiva que la administración actual despierta en los mercados y al muy bajo nivel de endeudamiento externo en relación al PIB que le dejó el gobierno saliente. La velocidad asombrosa que presenta este proceso ha hecho que se enciendan las primeras alarmas. Las divisas que hoy ingresan pueden convertirse a mediano plazo en salvavidas de plomo. Las crisis de pago de deuda son un lastre recurrente en la historia argentina. La de 2001 provocó una implosión social y dejó sin pagar los bonos que los “fondos buitres” compraron a precio de saldo y cobraron este año por su valor nominal más intereses. Para poder pagar la antigua deuda, el gobierno contrajo otra que hoy está vigente. Credibilidad y Confianza “¿Es sostenible que Argentina tome deuda todos los años?”, se pregunta Maximiliano Castillo, director de la consultora Análisis de Coyuntura Macroeconómica (ACM). Y se responde con un “No” redondo y cristalino. “Como no es sostenible que tenga un déficit de 4% o 5% del PIB, sistemáticamente, porque en algún momento hace eclosión gastar más de lo que se genera, –dice a apro–. La virtud del escenario actual es que hay credibilidad. Como hay baja deuda, como hay una política macroeconómica que está vista como consistente, y yo creo que es así, entonces hay financiamiento. Esto te permite implementar correcciones de una manera más gradual. Esa es una buena noticia”. El consultor atribuye el crecimiento del déficit fiscal en 2016 a la aplicación, por parte del gobierno, de una batería de medidas, como la devolución parcial de 15% de coparticipación a las provincias o el relajamiento de la presión tributaria, en un contexto de recesión económica, que también atenta contra los recursos públicos. “Lo importante es que el gobierno cumpla sus propias pautas presupuestarias y que no las corrija –dice Castillo, en referencia a lo ocurrido este año–. El gobierno debería ser muy explícito sobre cuál es el sendero fiscal que considera macroeconómicamente sostenible y políticamente realizable”, dice. El consultor saluda que el gobierno se haya trazado “una reducción del déficit primario significativa para un año electoral, de 4,8% a 4,1%”, según se desprende del Presupuesto 2017. En su opinión, la credibilidad es decisiva: “Hoy el mercado cree que el gobierno va a corregir el déficit, cree que la dinámica de la deuda es sostenible, cree que el incremento importante de la deuda de mercado en 2016 es un paso hacia adelante, porque te permite ir corrigiendo la economía sin un ajuste fiscal que sea políticamente inviable”. Hay confianza en que “el gobierno paulatinamente va a ir encontrando un sendero de sostenibilidad de las finanzas públicas y un equilibrio o un cuasi equilibrio al final del primer mandato”, sostiene Castillo, dejando entrever un deseo de continuidad del cambio político iniciado por Mauricio Macri en diciembre de 2015. El consultor advierte acerca de factores como el incumplimiento de las metas trazadas que pueden minar la confianza en el gobierno. “El tema de la credibilidad, como son expectativas, que se van moldeando día a día,son condiciones que se pueden perder rápidamente”, explica. Además siempre hay factores ajenos a la esfera de influencia del gobierno: “Una situación internacional, como el Brexit o la crisis en Brasil, podría complicar el financiamiento externo –detalla Castillo–. Está claro que si mañana hay menor disponibilidad de financiamiento para los países emergentes, Argentina va a sufrir. Pero en este momento estamos muy lejos de una crisis de deuda”, grafica. Endeudamiento por etapas El diagnóstico y las perspectivas son bien distintos en el análisis de Andrés Asiain. “El endeudamiento externo responde a una necesidad de financiar el déficit de cuenta corriente estructural de toda la economía argentina, donde las cuentas comerciales apenas si consiguen equilibrarse y no alcanza para pagar los intereses de la deuda ni la remisión de utilidades de las multinacionales”, dice a Apro el economista que dirige el Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (CESO). “Este déficit de cuenta se financia utilizando entre otras cosas al Estado, a través de su endeudamiento en dólares”, sostiene. “Por eso la deuda está tanto en el periodo de ajuste como de expansión del gasto público, porque lo que están financiando es en realidad el déficit que hay de cuenta corriente. Tanto en esta etapa de 2016 como en la que se proyecta en 2017”. Asiain no cree que el proceso sea sustentable. Dos de cada tres dólares que hoy ingresan se utilizan para financiar el gasto corriente. “A fin de cuentas, cuando se tengan que pagar todas estas deudas, los dólares siempre van a salir del Banco Central, independientemente de que las tome el Estado nacional, las provincias o el sector privado”, afirma. También critica que no se estén haciendo transformaciones estructurales para mejorar en el futuro el saldo comercial o el perfil de vencimientos de intereses o de reenvío de utilidades de las empresas. Ni tampoco las inversiones estratégicas que amplíen la capacidad de exportar o sustituir exportaciones y garanticen de este modo el repago de los créditos. “Al contrario, hay un avance hacia una mayor apertura importadora, que estructuralmente puede terminar complicando la subsistencia de muchos sectores productivos. Los intereses van a crecer por el endeudamiento a futuro”, sostiene. Igual que Castillo, tampoco Asiain percibe una crisis de deuda externa en el horizonte cercano. Afirma que el bajo nivel de endeudamiento actual otorga algunos años de gracia a un modelo insustentable. Describe los recurrentes ciclos de endeudamiento en Argentina, a partir de una etapa inicial, en la que el Estado acumula reservas y estabiliza la inflación. Luego viene una etapa de capitales especulativos privados que genera cierta expansión de la actividad económica y del consumo. A eso sigue una etapa de reflujo de capital privado, en la que el Estado vuelve a endeudarse, para evitar el desmoronamiento del esquema. Recién entonces llegan la crisis terminal de la economía, la imposibiidad de pagar y la explosión de la burbuja especulativa. “Estamos en la primera etapa y todavía no sabemos si van a lograr estabilizar la inflación y el dólar”, dice Asiain. “La dinámica que tenemos es la de un año de ajuste, creo que el año que viene van a tener que hacer un año de expansión, al calor de la contienda electoral. Si logran estabilizar la economía y generar un ciclo de endeudamiento es probable que avancen en políticas más estructurales, como los tratados de libre comercio, que sí pueden comprometer el futuro productivo del país –explica–. Y si sigue este proceso de endeudamiento, en cuatro o cinco años la situación va a ser explosiva, en materia de cuentas externas”. En lo que va de 2016, Argentina ha emitido cerca de 60% de la nueva deuda tomada por los “países emergentes”. En el mismo periodo se percibe fuga de capitales del orden de los 10 mil millones de dólares, la mayor de los últimos cinco años. El contrapunto es marcado cuando se consulta a los dos especialistas si hay un vínculo entre un fenómeno y el otro. “Hoy no hay una fuga de capitales –dice Castillo–. Los capitales, en términos netos, están entrando. A corto plazo, sí es real que mucho del flujo de financiamiento externo se está canalizando a través de deuda. A través de deuda pública, pero también de deudas del sector privado y de inversiones directas. La disponibilidad de financiamiento para Argentina existe. El argumento que me mencionas es parcialmente cierto. Y estos argumentos parciales, te llevan a conclusiones parciales”. “El vínculo es claro –afirma, en su turno, Andrés Asiain–. Porque como la economía argentina de hoy día no está generando superávit de cuenta corriente -esto es, el saldo comercial más los saldos de rentas-, entonces la plata que se va a través de la fuga de capitales ingresa a través del endeudamiento”.

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