"Fui incluido entre los enemigos de la humanidad...": Norman Manea

sábado, 26 de noviembre de 2016 · 18:47
GUADALAJARA, Jal. (proceso.com.mx) Tras recibir el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances, el escritor rumano de origen judío Norman Manea recordó sus inicios en la literatura e hizo un recuento de momentos que marcaron su historia personal. Norman Manea, quien nació un 19 de julio de 1936, en Suceava, Rumanía, se vio obligado a abandonar su país por diferentes circunstancias, pero nunca olvidó su lengua materna. El rumano recordó que “la mañana del 9 de octubre de 1941, después de que el gran monstruo de la cruz gamada había declarado la guerra, fui incluido entre los enemigos de la humanidad y expulsado, junto con la familia y los demás condenados del mismo origen, en el vagón de ganado que nos iba a llevar al otro lado del Stix, llamado Nistru, al apocalipsis”. “En el camino sin fin, la masa de desesperados se lamentaba entre heces y oraciones, una primera y esencial lección sobre vida y horror. El campo fue un continuo ejercicio de deshumanización, humillaciones, salvajadas, donde reinaba la incertidumbre: no podías estar seguro de que en el próximo momento no se decidía el final del juego de la muerte (…) Fue mi primer exilio, mi primera iniciación a la pesadilla siempre repetido del odio del hombre hacia el hombre”. Una vez que concluyó el exilio, regresó a su hogar. El 19 de julio de 1945, a los 9 años de edad recibió como regalo un libro de cuentos de Ion Creanga. “Fui hechizado al instante por la lengua de la ficción, tan diferente de la calle o de la ruidosa retórica política del momento y deseé con desesperación ser aceptado por la familia de los hacedores de libros y evasiones librescas”, refirió. Su primer texto fue “un discurso amoroso, destinado a una compañera de clase, de coletas rubias y ojos azules (…) El poema fue leído una espléndida tarde de otoño, en el bosquecillo de hayas en las afueras de la ciudad, delante de la musa indiferente y de un grupo de púberes admiradores”. Otra de las anécdotas que compartió con los asistentes al salón Juan Rulfo es cuando en 1986 ingresó a una librería para pedir un ejemplar del Manifiesto del Partido Comunista de los patriarcas Marx y Engels. La vendedora se mostró incrédula con la petición, “convencida de que se encontraba delante de un provocador, un deficiente mental o ambas cosas”, comentó. La vendedora optó por ofrecerle los discursos de Nicolae Ceausescu, el dictador comunista rumano que gobernó desde 1967 hasta su ejecución en 1989. “Me mostró la espléndida serie encuadernada en piel roja que nadie compraba. Lo que quedó después de 40 años de dogmatismo y corrupción es la más extraordinaria colección de bromas y anécdotas insólitas sobre la jaula donde se podía ver, en el patio de la cárcel, nuestro circo totalitario, pero también el archivo con los cautivos asesinados o inválidos para toda la vida, e igualmente las medallas, los premios, los actos de enriquecimiento y gloria de la casta dirigente”. Remató su discurso al decir que “mis libros tratan, espero, el enfrentamiento entre la individualidad y la agresión de la historia, la fe en la belleza, el bien y la verdad de la creación, la estimulante simbiosis entre Atenas y Jerusalén en el pensamiento europeo, la herencia activa de la literatura centroeuropea en la construcción de la modernidad. Son premisas importantes para mi biografía y mi bibliografía”.

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