Las batallas de Josephine Butler

domingo, 8 de enero de 2017 · 11:00
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Este 30 de diciembre se cumplieron 110 años de la muerte de Josephine Butler, una feminista y reformista social inglesa que dedicó su vida a combatir las injusticias que sufrían las trabajadoras sexuales. Considerada la pionera del “abolicionismo” feminista, Butler era una cristiana evangélica muy religiosa, y su familia estuvo involucrada en la lucha antiesclavista. Impactada por las condiciones brutales en que se encontraban las prostitutas de los barrios pobres de Londres, hizo una analogía y habló de “esclavitud sexual”. Su abolicionismo, distinto al neoabolicionismo de hoy, se dirigió a cancelar la intervención del Estado en la inspección sanitaria de las trabajadoras sexuales y en el otorgamiento de permisos a burdeles. En Inglaterra, Butler encabezó la campaña contra las leyes de enfermedades contagiosas (1864, 1866 y 1869), las cuales permitían que las autoridades hicieran un examen vaginal a las mujeres sospechosas de ser prostitutas y las pusieran en cuarentena durante tres meses, encerradas en un hospital. Si se negaban al examen, eran encarceladas. Bastaba la sospecha por parte de la policía para detenerlas, y muchas acusadas injustamente perdieron sus trabajos; incluso una de ellas se suicidó. Josephine Butler calificó dicho examen como una “violación” y abogó por su cancelación. Convencida de que la regulación gubernamental de la prostitución alentaba la esclavitud de las mujeres pobres, fundó la organización Ladies National Association for the Repeal of the Contagious Diseases Acts (LNA) e hizo campaña en Europa entre 1874 y 1875 para conseguir apoyo internacional a su movimiento para abolir la participación gubernamental. En 1877 colaboró en la fundación de The British, Continental and General Federation for the Abolition of the Government Regulation of Vice, durante un Congreso paneuropeo que se llevó a cabo en Ginebra. Ése fue el primer nombre que tuvo la asociación que pretendía que los gobiernos ya no regularan la prostitución. Su agenda para los congresos siguientes (en París en 1878 y en Génova en 1880) planteaba la libertad individual, el respeto al estado de derecho y la abolición de la regulación de la prostitución. En esos congresos no se discutió si la prostitución era una forma ilícita de sexualidad. En Inglaterra la ley fue eliminada en 1886, después de una lucha de más de 20 años. En 1898 la organización se instaló en Ginebra y en 1902 se transformó en la International Abolitionist Federation (IAF). Luego de la Primera Guerra Mundial, la IAF se involucró en los debates que se desarrollaban en la Liga de las Naciones. En México, el general Lázaro Cárdenas suscribió el convenio abolicionista impulsado por la IAF, que entró en vigor en 1940 y, así, oficialmente, se terminó el libro de registro de las trabajadoras y el control sanitario. Después de la Segunda Guerra Mundial, la IAF participó en las convenciones de la ONU con el objetivo de eliminar regulaciones injustas que violaran los derechos de las mujeres. En diciembre de 1947 la IAF participó en la elaboración de la Declaración Universal de Derechos Humanos, y en 1949, en el Convenio para la represión de la trata de personas y de la explotación de la prostitución ajena. Este documento no fue ratificado por varios países donde el comercio sexual era legal. En todas partes el comercio sexual está condicionado por el creciente avance mundial del capitalismo neoliberal y por varios factores locales, como los cambios en las pautas sexuales. Existe un rico conjunto de investigaciones que muestran la diversidad de formas de ejercer el trabajo sexual, y que documentan cómo las formas en que las personas entran al comercio sexual dependen de factores económicos, culturales y psíquicos. Y es precisamente este conjunto de investigaciones lo que ha dado sustento a la reciente posición de Amnistía Internacional (AI) relativa a la necesidad de despenalizar el comercio sexual y defender los derechos humanos de las y los trabajadores sexuales. Para llevar a cabo su toma de posición AI consultó a una diversidad de agrupaciones (Organización Mundial de la Salud, ONUSIDA, ONUMUJERES, Organización Internacional del Trabajo, Anti-Slavery International, Human Rights Watch, Open Society Institution y Alianza Global contra la Trata de Mujeres, entre otras), además de varias asociaciones ciudadanas y académicos expertos en el tema. Para AI la despenalización del trabajo sexual no significa eliminar las sanciones penales para la trata de personas, e insiste en que no hay estudios ni indicios serios que sugieran que la despenalización dé lugar a un aumento de la trata. AI defiende todos los aspectos del sexo consentido entre adultos, al mismo tiempo que declara que hay que proporcionar una mayor protección a los derechos humanos de los trabajadores sexuales, pues el estigma contribuye a la discriminación y la marginación de quienes se dedican a esta actividad. Hoy en día, en la escena mundial se discuten y confrontan dos posturas, la neoabolicionista, que pretende erradicar totalmente el comercio sexual, y la que defiende los derechos que las propias trabajadoras sexuales exigen. ¿Qué postura asumiría hoy Josephine Butler si pudiera escuchar a las trabajadoras independientes?

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