John Berger (1936-2017): Diálogos "desde el taller"

sábado, 14 de enero de 2017 · 11:30
El taller artístico de Yves Berger en Quincy, un pueblito de la Alta Saboya francesa, es el lugar donde se desarrollaron en 2008 dos conversaciones entre él y su padre, John Berger, acicateados por el periodista Emmanuel Favre. Crítico de arte, pintor y escritor, John Berger, nacido en Hackney, Reino Unido, en 1926, y fallecido el 3 de enero pasado en París, está considerado como una de las voces más singulares y revolucionarias del pensamiento contemporáneo. Aquí se reproduce un fragmento del primer diálogo “a tres bandas”, como lo calificó la Editorial Gustavo Gili de Barcelona al publicarlo en 2010. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Uno de los libros más recientes del crítico de arte e intelectual inglés John Berger, Desde el taller, reúne dos diálogos entre John Berger y su hijo Yves, también pintor y escritor, con Emmanuel Favre, periodista literario, quien al inicio describe cómo nació la idea de publicarlos a partir de una feliz coincidencia: Entrevistado por Favre, Berger le enseñó una fotografía de Juliette Binoche (publicada en Le Monde) donde la actriz encarna a María Magdalena. Horas después, al visitar a Yves en su estudio, encuentran la misma imagen colgada en la pared. “Tuve ganas de saber qué otras imágenes les unían”, relata Favre, y fue así como los tres acordaron sostener un par de conversaciones en 2008, de temas variados en torno a la literatura, la fotografía, el dibujo, la pintura, que desembocaron en reflexiones filosóficas como la relación del cuerpo con los territorios dominados por la globalización, o los actos de “resistencia” artística como alternativa para enfrentar los tiempos actuales… “Me sentí un testigo privilegiado, no un entrevistador. Un espectador más que un interrogador”, asentó Favre en la introducción al volumen, que en algún momento aborda el tópico del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) como símbolo de resistencia generalizada, debido a la visita de Berger a Chiapas en 2007. En él se hace una mención al libro Algunos pasos hacia una pequeña teoría de lo visible, en la cual Berger concluye: “Pintar hoy es un acto de resistencia que satisface una necesidad generalizada y puede crear esperanzas.” Y afirma también que reconocer lo existente significa rehusar el hecho de silenciar la violencia extraordinaria que genera el neoliberalismo, pues “intentan hacernos creer que esa violencia no existe, blandiendo el trapo rojo de la criminalidad y apelando a nuestros instintos más primarios”. Diálogos cuya única ilación son la creatividad y la imaginación, el siguiente es el fragmento final de la primera plática. * * * EF: Uno de los símbolos actuales de la resistencia a la “novlengua” de los carceleros y a esa violencia enorme generalizada es el “subcomandante” Marcos, el portavoz del movimiento zapatista en México. El invierno pasado estuviste en Chiapas. ¿Viste motivos para la esperanza o razones para inquietarse? JB: Sin duda, razones para preocuparse. Pero en modo alguno para desesperarse. Tal como acabas de recordar, el Ejército Zapatista, encarnado en Marcos, se ha convertido en un símbolo de resistencia Universal. Nos reconocemos en la lucha ejemplar que llevan a cabo decenas de miles de personas en el sudeste de México y en su forma de expresarlo. Los zapatistas hablan de la política de forma distinta. Le han inyectado cierta poesía. Han cambiado la sintaxis del discurso político, como Platónov cambió el de la narración… Para acallar esta palabra discordante y poética, el gobierno mexicano se prepara quizá para llevar a cabo una acción militar o paramilitar de gran envergadura. Desde 1996, Marcos y sus hombres renunciaron a la lucha armada. Se han retirado a las inmensas y salvajes montañas de Chiapas, cuya memoria conservan, para reflexionar sobre el sentido que deben dar a su lucha. Sin embargo, aunque hayan renunciado a la lucha armada, no han entregado las armas y están dispuestos a defenderse en caso de ataque. Este es el motivo real de preocupación porque, como dice el propio Marcos, bastaría con algo de fuego y plomo para poner fin a un desafío tan “desvergonzado”. Y a pesar de ello, su serenidad constituye la mayor fuente de esperanza. Nunca antes había conocido a gente tan tranquila: tranquila, con esa certeza de rechazar todas las certezas… Es algo que ofrece una tranquilidad extraordinaria, lo totalmente opuesto a la desesperanza. Una de las ilustraciones de esa tranquilidad es mi encuentro con Marcos. Antes de que me llevaran a su casa, a la cabaña en la que vivía en ese momento, había imaginado todo tipo de preguntas para hacerle. Me abrazó y luego me invitó a entrar en una habitación del tamaño de este taller. Tuve la sensación –y él se comportó como si sintiese lo mismo– de conocerle desde hacía tiempo, no como si fuéramos íntimos, pero sí conocidos. No tenía prisa por hablar de cosas importantes. Y esta ausencia de necesidad por comentar los últimos acontecimientos o la situación mundial era fruto de esa tranquilidad y de esa certeza… YB: Pienso de nuevo en Patrick. A menudo le oigo silbar una musiquilla cuando vuelve a su granja. Ese silbido es siempre como una chispa, un mensaje enviado a los carceleros para decirles: “No tengo nada que ver con vosotros. Sé algo que vosotros no sabéis”. Para mí, esto se corresponde con la tranquilidad y la certeza de la que hablas. No me cuesta imaginarme a los zapatistas canturrear este “algo”… Cantar y resistir son, por otra parte, indisociables. El canto, a mi entender, es una de las primerísimas formas de creación y resistencia. La música posee esa facultad de hacer que las cosas sean claras e inmediatas. A menudo utilizo imágenes y términos musicales para hablar de mi pintura y explicar cosas, sin duda bastante sencillas, pero que resultan misteriosas para muchas personas cuando se trata de pintura. Todo el mundo entiende cuando se dice, sobre todo referido a una canción, que nos pone los pelos de punta, o que suena bien. Hay ejemplos gloriosos de cantos de resistencia –Víctor Jara sigue cantando después de que los militares chilenos le cortaran las manos o José Alfonso dando la señal de la Revolución de los Claveles en Portugal con su canción “Grandola, Vila Morena”–, pero lo que resulta tan especial y maravilloso con el canto es su carácter infinitamente popular. En cualquier esquina, se puede oír un canto de resistencia. EF: Es una imagen muy hermosa… A modo de conclusión, tengo ganas de preguntaros si os acordáis de una canción en particular. ¿Cuál es la última que os ha puesto los pelos de punta? YB: Depende del momento y del estado de ánimo en el que uno se encuentra, pero de forma espontánea diría una canción de Navidad titulada “Martyrology”, interpretada por un coro de monjas benedictinas en Bethlehem, en Estados Unidos. JB: Yo elegiría una de las últimas canciones grabadas por Johnny Cash, “Help me”. Seguimos hablando del canto como tierra de partición y “compasión”, en el sentido etimológico del término. John se acordó entonces del poema Carrying the songs (Llevan las canciones), de la poetisa irlandesa Moya Cannon, y lo leímos. Después Yves nos hizo escuchar Martyrology.

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