La dignidad tiene otro chance en el futbol mexicano

domingo, 22 de enero de 2017 · 10:56
Los futbolistas mexicanos doblegan la cerviz con pasmosa frecuencia. El régimen de transferencias, los dueños de equipos, los promotores y las televisoras los tratan como cosas o esclavos, y ellos siempre aceptan vender su dignidad. Sin embargo, Rafael Márquez ha decidido cambiar esto: anunció que creará un sindicato para mejorar la relación entre los jugadores y los directivos del balompié nacional. No es la primera vez que se intenta un proyecto así, pero sí es la primera ocasión que un deportista de ese nivel y con tal palmarés lo encabeza. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- José María Huerta, expresidente del fallido Sindicato de Futbolistas Agremiados de México (FAM), considera que los jugadores tomaron la decisión de vivir de rodillas en el balompié nacional, lo que hizo insostenible el proyecto, hace casi 10 años. Sin embargo Chema Huerta asegura que el registro sindical todavía puede reactivarse, y se ofrece para compartirle sus experiencias a Rafael Márquez, el jugador que en el ocaso de su carrera intenta refundar el gremio de futbolistas, que carecen hasta de seguro médico y pensión de retiro. “La Federación (Mexicana de Futbol, FMF) no es la culpable. Los culpables son los jugadores, que no tuvieron principios para tomar una firme decisión y ejercer la garantía individual de afiliarse al sindicato, de sentirse observados por los directivos sin miedo a las consecuencias, porque formar parte de un sindicato no es para planear una guerra o traicionar al dirigente deportivo”, afirma Huerta. En la primera entrevista que concede desde la disolución de la FAM, en noviembre de 2007, Huerta admite a Proceso que sus colegas simplemente declinaron ejercer su derecho constitucional: “Todos somos adultos y si no quisimos consolidar el sindicato fue cosa entre los futbolistas”. Para Huerta, un directivo podrá amenazar para impedir la afiliación del futbolista, pero nada está por encima del derecho de las personas. “Si me afilio al sindicato y el equipo decide despedirme, la directiva pagará las consecuencias por quebrantar el derecho constitucional de agremiarse. Pero el jugador tiene miedo y le tiene temor al ‘Pacto de Caballeros’. Eso ya es otra cosa: fue uno el que tomó la decisión de vivir de rodillas”. El exlíder de la FAM abunda: “La ausencia de principios que privó en aquellos momentos entre los compañeros futbolistas fue una de las causas. No dudo de la honestidad de los colegas, pero a veces tenemos una escala de valores diferente, en la que en primera instancia está el dinero, y la dignidad la pasamos al quinto escalón. Es ahí donde todo se derrumba”. Hace prácticamente una década, cuando presidía la FAM, Huerta acusaba a la FMF de todos los fallos y de formar paralelamente la Comisión del Jugador, una entidad a las órdenes del organismo y por lo tanto carente de independencia jurídica. Desde entonces, nada ha mejorado en relación con las garantías individuales del futbolista mexicano. El nuevo intento El lunes 2, harto de las injusticias y el maltrato a los jugadores, que suelen ser usados como mercancías por directivos, clubes y promotores, Rafael Márquez, extitular del Barcelona, confirmó que buscará crear una asociación con sus colegas. De acuerdo con Márquez, que ahora juega en el Atlas, propiedad de TV Azteca, con este gremio buscará proteger la dignidad de los futbolistas, “que no tienen voz para decidir si quieren ir o no a un club”. La iniciativa también pretende terminar con el mercado de transferencias y el llamado “Pacto de Caballeros”, ese acuerdo no escrito entre los directivos del balompié local que se aplica para someter a los jugadores que osan rebelarse. “Estamos en un proceso que tratamos de solidificar, que los jugadores ya no tengan miedo de que los congelen. Lo que buscamos es lo justo para nosotros, que tengamos voz y voto, que se nos respete”, compartió Márquez ese día. “Existen casos que puedo mencionar: o desaparecen jugadores o los amenazan con sacarlos de la profesión. Pasa eso (el sindicato) es algo muy justo, porque hasta la FIFA trata de regular estos casos. Esperemos que también esto se pueda regular aquí en México”, alertó Márquez No obstante, el capitán de la Selección Nacional reconoció que la unión de los futbolistas será esencial: “Si tienes intereses o miedo, no vas a querer apoyar la causa. Es la parte más difícil de esto: unirnos, que todos tengan esa dignidad de luchar por este movimiento. Estamos tratando de conseguirlo y, si por mí fuera, (el sindicato) ya estuviera, pero es un proceso que lleva su tiempo”. Reiteradamente, Hugo Sánchez y Rafael Márquez, dos de los referentes del futbol nacional en Europa, han denunciado que los jugadores de México son tratados como esclavos. “Todos los futbolistas deberíamos apoyar a que ya se independicen y sean tratados como profesionales”, aseguró Sánchez a ESPN en diciembre de 2015, apenas se enteró de la inconformidad de Carlos El Gullit Peña luego de que fue traspasado –sin su consentimiento– por el León a las Chivas del Guadalajara. En mayo de 2004 Márquez acusó: “En México se trata al jugador como un esclavo”. Desde entonces, el michoacano ya daba visos de querer hacer algo al respecto: “Me gustaría ayudar al futbol nacional, pero por ahora no es mi prioridad. En el futuro quizás”. Hasta ahora, ningún intento de sindicato consiguió afianzarse en el medio futbolístico nacional. En los setenta, de hecho, el defensa Carlos Albert Llorente fue orillado al retiro por los directivos a raíz de una demanda que promovió contra su equipo, Necaxa, por cuestiones contractuales, y luego de formar la Asociación Sindical de Futbolistas Profesionales de la República Mexicana. El antecedente inmediato de un sindicato es la FAM, que sólo duró dos años y cuatro meses a partir de que obtuvo el reconocimiento de la Secretaría del Trabajo, el 8 de julio de 2005, y de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, con el expediente 3516, folio de salida 00645 y oficio PA/227, el 1 de julio de 2005 (Proceso 1533). Suspendió actividades en noviembre de 2007. Ese gremio tuvo su origen en 1992, con la iniciativa de los exfutbolistas Javier Aguirre y Alfredo Tena, quienes juntos formaron la Asociación de Futbolistas Profesionales en protesta por el Régimen de Transferencias instaurado en el balompié nacional. Tras el cierre de la FAM, su principal impulsor, Chema Huerta, tomó una drástica medida: a sabiendas de las represalias que le esperaban, decidió marcharse del país: “En mí cupo la cordura. Al buen entendedor, pocas palabras. Analicé la situación que experimenté y los escenarios que me iban a perseguir. Primero me preparé para ser entrenador y obtuve mi título de la FMF. Quería dirigir en México… pero tampoco necesitaban decirme: ‘No te queremos’”. Desde su exilio, Huerta reconstruye la historia de su malogrado sindicato: “En aquel momento era un acto de dignidad el hecho de que los jugadores manifestaran su inconformidad. No es que uno los orillara a manifestarse, sino que ellos estaban inconformes, pero no se dieron el valor de expresarlo porque tenían una escala de valores diferente a la que corresponde. “Nuestros objetivos en el sindicato no eran que el futbolista se sintiera entre algodones. Al contrario, siempre buscamos que el club fuera rentable con el desempeño del jugador en la cancha. El cambio tenía que ser de adentro hacia afuera: si los futbolistas cambiamos, íbamos a demostrar que somos profesionales y su rendimiento generaría mayores ingresos en los estadios. Así, los equipos serían rentables y se preservarían las fuentes de trabajo. “Sólo faltaba la participación del jugador para poner en blanco y negro sus compromisos con la parte empresarial”. Sin embargo, en noviembre de 2007, el Sindicato de Futbolistas Profesionales de México declaró la suspensión de funciones como resultado de la abortada asamblea general del 15 de octubre de ese año, por falta de quórum: únicamente dos jugadores –ambos de la Tercera División– respondieron a la convocatoria. “Perdemos todos. ¡Qué lástima! Es una oportunidad que desdeñaron y se pagarán las consecuencias. Si los futbolistas consideran que no necesitan un sindicato, un abogado colectivo, una institución que apueste por su desarrollo humano y su crecimiento profesional, hay que respetar su voluntad”, soltó Huerta (Proceso 1616). En total, 700 jugadores en activo y otros 200 en el retiro despreciaron a la FAM. Entre ellos figuraban 380 ya inscritos al Sindicato de Futbolistas Agremiados de México. Entre ellos destacaban Cuauhtémoc Blanco, Pável Pardo, Jared Borgetti, Jesús Cabrito Arellano y el propio Márquez, quien entonces jugaba en el Barcelona. Huerta coincide con los señalamientos de Sánchez y Márquez, al considerar que el concepto de esclavitud en el medio futbolístico nacional “no es nada desproporcionado. Bien lo dice el dicho: ‘Aunque la jaula sea de oro, es jaula’. Si estás jugando en la Ciudad de México y de repente tu club te avisa que fuiste contratado y que mañana te vas a Torreón, donde te pagarán el triple del sueldo, el jugador decide aceptar y se olvida de todo lo demás y de la dignidad, aunque cuando regrese quién sabe si todavía lo espere su esposa, porque se va de casa medio año o un año. En fin, el futbolista rompe el vínculo familiar, pero eso sí, con mucho dinero en su cuenta bancaria. “Eso es lo que prefirió el jugador. Entonces pagas las consecuencias por no haber tomado el timón de tu embarcación, porque en tu escala de valores el dios adorado es el dinero. Aquel que quiere estar en el circo deberá alinearse a la política del circo.” –El problema es que el jugador aprendió a convivir con el miedo, con temor al directivo de futbol –se le comenta. –Muchas veces se dice que, en el caso del futbolista, el empresario quiere a un león dentro de la cancha, pero afuera de la cancha prefiere que sea un gatito. La congruencia es que el jugador sea un león, tanto adentro como afuera, para ejercer sus derechos. Chema Huerta cuenta por qué dejó por la paz el proyecto de la FAM. “Tenía conciencia de que una cosa es ser persistente y otra muy diferente es ser necio. Tenía el firme propósito de congeniar, de ver a los directivos como socios, como un binomio perfecto entre jugador y empresa, pero las personas decidieron no aceptar este proyecto. Entonces concluí que no fue el tiempo. Pero tampoco liquidamos el sindicato, que aún puede reactivarse”. Aplaude la osadía de Márquez y no duda que consiga su propósito, avalado por su trayectoria deportiva. “Rafael no tendría ninguna necesidad de buscar la igualdad, desde el momento que no tiene ningún problema laboral, económico y social. Sin embargo, está siendo solidario. Si en el pasado no hubo apoyo, eso ya ni pensarlo. Pero en el presente, por lo que está haciendo Márquez, hay que pensar positivamente”. “Seguramente, Márquez hoy tendría invitaciones para ser entrenador, directivo o empresario de tiempo completo. Sin embargo, está enfocado en ayudar al gremio. Eso habla muy bien de él.” Eso sí, expone el exlíder sindical, es importante que “la dirección de ese sindicato no se desvíe del propósito fundamental: que sean los futbolistas los que organicen el gremio”. –¿Rafael Márquez está arriesgando su prestigio al pretender la formación de una asociación o sindicato? –Si él hace valer el marco legal tocará muchos intereses empresariales. Tendrá disyuntivas. Mientras manejes las cosas sin despeinarte, todo va a ser sonrisas entre todos los que participan en el ecosistema del futbol mexicano, pero cuando aparezcan los casos de injusticia, en los que se tienen que hacer valer las leyes, ahí es donde Rafael tendrá que decidir qué va a pasar. –¿ No afiliarse a un sindicato es por desin­terés o temor del futbolista? –Tiene miedo a las represalias, como perder el trabajo. Tiene un falso concepto del sindicato, a diferencia de los futbolistas extranjeros que juegan en México, que llegan con una amplia cultura sindical y están agremiados en sus respectivos países. Eso no es ningún delito, y los directivos lo saben. Al futbolista mexicano, asegura, hay que darle información y explicarle que agruparse no es ningún acto terrorista. “Todo lo contrario. Al afiliarse tiene que asumir siempre su responsabilidad profesional. Tampoco puedes valerte de una institución para reclamar algo que no mereces. El jugador debe estar consciente de que agruparse es para crecer, que debe ser el objetivo principal, y en el momento que se requiera, que se haga valer la ley. Que no exista la confusión de que el sindicato va a resolver las irresponsabilidades que en ocasiones comete el futbolista”.

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