Mexicanos en el país del norte: batalla en dos frentes

miércoles, 1 de febrero de 2017 · 10:41
Tras las agresivas declaraciones de Donald Trump antes y después de su triunfo electoral, los mexicanos en Estados Unidos temen una deportación masiva y no confían en que el gobierno de Enrique Peña Nieto frene esas políticas xenófobas. Por eso, el activista y académico Armando Vázquez señala en entrevista que la comunidad se organiza para resistir en el país del norte y promoverá el voto masivo desde el exterior para mostrarles a los políticos mexicanos que los emigrados representan mucho más que las remesas. CUERNAVACA, Mor.- Para el activista Armando Vázquez Ramos, fundador y presidente del Centro de Estudios California-México y profesor investigador de la Universidad Estatal de California Long Beach, el principal temor de la población de origen mexicano en Estados Unidos por la llegada de Donald Trump al poder es una posible deportación masiva. En entrevista con Proceso, puntualiza: El nuevo mandatario estadunidense “creará una especie de Gestapo, al estilo nazi… Primero dijo que todos, ahora que no, que sólo los ‘criminales’, pero lo va a intentar todo. Es espantoso que haya salido electo, pero ahora es una realidad que vamos a enfrentar con mucha resistencia los latinos, pues nos afecta directamente. Es una época que nunca hemos visto en la historia de nuestra comunidad. Yo tengo casi 50 años allá, desde el movimiento chicano en los sesenta, pero hoy enfrentaremos el peor clima, la peor circunstancia”. Lleva más allá su comparación con el nazismo: “El voto popular lo ganó Hillary Clinton. Sin embargo, Trump conquistó ciertas partes del país donde el racismo ha estado muy escondido, pero en él adquirió un portavoz. Es como el Hitler de los treinta, que se elige democráticamente pero va sacando la ignorancia y el prejuicio que está ahí, escondido. “Me refiero a la parte sur de Estados Unidos y a la parte central, que son sajones. Es una franja con tendencias muy conservadoras e ignorantes del mundo. Hasta cierto punto son sectores que representan la parte racista del país.” En parte, comprende que un representante de ese sector vea a los “latinos” como una amenaza: “Hemos crecido a un ritmo de 1 millón y medio al año durante las últimas tres décadas; un crecimiento enorme. Pero desde el 11 de septiembre de 2001 las fronteras se han cerrado mientras los ciclos de migración han subido y bajado. Actualmente podemos decir que los mexicanos nos hemos multiplicado a través del incremento de la natalidad ya en Estados Unidos”. Menos comprensible, dice, es que no se les tome en cuenta en México: “Somos mínimo 35 millones, casi 40 millones de latinos que tienen raíz mexicana. Si le sumamos 125 millones de mexicanos que viven al sur del río Bravo, estamos hablando de que al norte somos casi la cuarta parte de la población que vive en el país. El mayor problema es que nadie nos reconoce: ni el gobierno de Estados Unidos ni los políticos mexicanos. Nadie.” Lo anterior es lamentable, argumenta, porque ese grupo “representa remesas por más de 25 mil millones de dólares al año, pero también un número muy importante de mexicanos que está siendo capacitado, formado, educado al más alto nivel”, ya que la tasa de formación en educación superior y posgrado de mexicanos en Estados Unidos es igual o mayor que en México. Por ese motivo considera que la nueva situación política tiene un aspecto favorable: “Trump puede llegar a unificarnos. Puede, con la propuesta del muro en la frontera, llegar a romper los muros que hemos creado en la cabeza. Porque desafortunadamente para el gobierno mexicano nosotros, que vivimos del otro lado de la frontera, sólo contamos a la hora de depositar la remesa. Nunca hace presupuesto de apoyo a la comunidad mexicana en Estados Unidos”. Nación de 160 millones Para Vázquez Ramos, México no es una nación de 125 millones, como dice el Instituto Nacional de Estadística y Geografía, sino “una de 160 millones, unos en la República Mexicana y otros en Estados Unidos”. En consecuencia, enfatiza, “necesitamos integrarnos como un país que vive en ambos lados de la frontera, lo que podría traer y exigir una relación de respeto. El problema es que no creo que el actual gobierno de México tenga la capacidad de exigir una relación más respetuosa y equitativa. Ya lo hemos visto”. Así que dicha integración deberán hacerla los propios ciudadanos: “Necesitamos romper con esa separación que tenemos de nuestro propio gobierno, pero también de nuestros compatriotas, quienes ya no nos ven como mexicanos. Es algo así como: ‘ellos se fueron y ya no cuentan’. “Es un buen momento para romper con eso. El mejor ejemplo son los judíos y los negros: Trump no se atrevió a hablar mal de esos sectores de la población. ¿Qué hubiera pasado? Hubieran reaccionado de forma distinta; nosotros todavía estamos sometidos. Necesitamos responder a sus ataques, pero unidos. Es momento de pesar en la política de México y de exigir un trato respetuoso de Estados Unidos, porque nos necesita.” También, dice, hay que hacer que la clase política trabaje. “Necesitamos educar a nuestros líderes políticos, porque nunca nos han visto como mexicanos después de cruzar la frontera”. El investigador y activista no confía en ninguno de los aspirantes a la presidencia: “No veo a ningún líder político o candidato mexicano con sensibilidad para entender lo que ocurre con nosotros. Estuve muy esperanzado en 2006 con Andrés Manuel López Obrador, pero hoy me queda claro que le valen madre los migrantes”. Por esa razón, más que apoyar a un candidato, cree que la forma de hacer conciencia sobre la importancia de los paisanos en Estados Unidos es promover el voto masivo de éstos en la siguiente elección federal: “El 2018 puede ser un parteaguas si votamos masivamente en el exterior; podríamos ser un factor de decisión en una elección cerrada”. Las organizaciones de migrantes “estamos impulsando el empadronamiento de la mayoría de los mexicanos en Estados Unidos, porque queremos pesar en la votación de 2018. Vamos a promover el empadronamiento. No les diremos por quién votar, sino que participen. Si podemos registrar a medio millón y que vote la mitad, ya podemos ser un factor decisivo”. Confía en que entonces los políticos los tomarán en serio. “Somos más que remesas, somos mexicanos que tuvimos que salir de nuestra tierra por los problemas económicos que había ahí y persisten”, precisa. Pone como ejemplo los sueldos: “En Estados Unidos la mayoría de los mexicanos trabajan en el campo o en el servicio doméstico, pero ganan salarios que no se comparan con los de aquí. Hoy en día, a como está el dólar, el salario mínimo de 80 pesos no son ni cuatro dólares. ¿Cómo puede vivir la gente con eso? “A este ritmo no vamos a salir adelante nunca. (Los funcionarios mexicanos) siguen robando y dando gasolinazos mientras la gente tiene salarios de miseria. Las empresas llegan aquí y dan empleo, pero aprovechan la mano de obra barata; allá pagan mejor por el mismo trabajo.” Ideas hostiles El académico encabeza a un grupo de jóvenes indocumentados de los llamados dreamers o soñadores, quienes presionaron en 2012 al entonces presidente estadunidense Barack Obama a emitir una acción ejecutiva que les concediera un permiso especial para estudiar y trabajar legalmente en ese país. Sin embargo, admite que la llegada de Trump a la presidencia atemoriza a los migrantes, “que ya están pensando en ahorrar y prepararse para regresar a México en caso de ser deportados. Por ello yo creo que las remesas van a resentir eso en los próximos meses”. En esta circunstancia, advierte, “estamos frente al regreso del fascismo en el mundo, pero creo que ya llegó a su máximo nivel… Los aliados de Trump pronto se darán cuenta del error. Trump se ha peleado con todo el mundo, así que no va a tener aliados. Hace unos días dio un trato a la prensa que, al menos en Estados Unidos, no se va a quedar así. La prensa será el peor enemigo de Trump, lo va a reventar”. Además Vázquez Ramos tiene la esperanza de que “los mismos votantes que eligieron a Trump se van a desencantar en los primeros meses de su gobierno. (Dirán:) ‘Ah, cabrón, yo voté por él pero ahora está coartando mis derechos’. Y la economía no estará creciendo. Eso afectará la administración de Trump”. Explica que el triunfo electoral del magnate es resultado “de una coincidencia entre el ciclo económico y el fenómeno migratorio, que da elementos a los políticos racistas, ultraderechistas. Tenemos a filósofos de la derecha que nos han ido pintando como la gran amenaza para Estados Unidos. Por ejemplo Samuel Huntington, quien impulsó la idea de este sector populista que justifica ideológicamente el odio, el racismo y las acciones extremas contra los distintos, pero particularmente contra los latinos”. Sin embargo, “estos políticos racistas se van a ir a la tumba chupándose el dedo, porque no es posible detener la multiplicación de los mexicanos y demás latinos en Estados Unidos, y no pueden deportar a 11 millones, como han dicho, sin que encuentren una resistencia organizada muy fuerte. No sólo tenemos que resistir, sino movilizarnos y contrarrestar las consecuencias que van a venir”. Obama, racista Coordinador del programa California-México de Estudios Étnicos del Departamento de Estudios Chicanos y Latinos, Vázquez Ramos explica la importancia de otro programa, llamado de Consideración de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés). DACA es el resultado de la “única” acción ejecutiva de Barack Obama en favor de los migrantes mexicanos en ocho años de gobierno. La entrevista se lleva a cabo precisamente en el receso de una sesión que realiza dicho programa en Cuernavaca. El académico recalca que no fue una concesión, sino producto de la presión de miles de jóvenes en 2012, quienes de niños fueron llevados por sus padres indocumentados a Estados Unidos. “Ellos no tenían voz ni voto y fueron llevados ilegalmente”, dice Vázquez Ramos, por lo que ahora, si cumplen algunos requisitos, obtienen un permiso de dos años y renovable por el mismo término. Ahora el DACA incluye a casi 2 millones de jóvenes, pero Trump ha dicho que anulará todas las acciones ejecutivas de Obama. Por lo demás, a decir del investigador, Obama “ha sido uno de los peores presidentes respecto a los latinos, por la deportación de más de 3 millones de indocumentados en sus ocho años de gestión. El 96% de ellos han sido latinos, mexicanos, centroamericanos. No se vale. Es una rabia que yo tengo contra el primer presidente negro: que ha sido muy racista contra nuestra comunidad. Y lo peor es que sale alabado como si fuera el bueno y el bonito”. Porque además el presidente demócrata “se lanzó contra los mexicanos, centroamericanos, no contra los chinos o los japoneses, no contra los de medio oriente, no contra los canadienses, que existen miles de canadienses indocumentados en Estados Unidos. Muchos de ellos llegaron en vuelos, llegaron legalmente y luego decidieron quedarse. No son como nosotros, que tuvimos que atravesar el desierto o cruzar a nado el Río Bravo. Esa es la rabia que tengo contra Obama”. La entrevista transcurre mientras un grupo de dreamers, de entre 20 y 35 años, sostiene un encuentro con psicólogos. Han pasado tres semanas en México, por primera vez en dos o tres décadas. Temen que Trump los deporte, pero ganaron fuerza, dice Vázquez Ramos. “La mayoría me han dicho que por primera vez saben quiénes son. Son mexicanos que han crecido como estadunidenses pero tienen compromiso con este país. No dejaremos que Trump trunque eso y esperamos que México deje de ignorarnos.” Este reportaje se publicó en la edición 2100 de la revista Proceso del 29 de enero de 2017.

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