La orquesta del Poli se despide de Diemecke

martes, 14 de febrero de 2017 · 14:28
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Al continuar con el seguimiento que hemos venido haciendo a los conciertos inaugurales de algunas de nuestras más importantes orquestas, toca turno ahora a la Orquesta Sinfónica del Instituto Politécnico Nacional (OSIPN), más popular y fácilmente nombrada “Orquesta del Poli”, cuyo titular es uno de los mejores directores mexicanos de los últimos tiempos, Enrique Diemecke, quien acaba de ser nombrado director artístico y de producción del emblemático Teatro Colón de Buenos Aires, Argentina, luego de su contrato de tres años. Vale recalcar lo que también hemos venido repitiendo: En materia musical ningún funcionario de ninguna institución tiene una visión mayor a tres años. Así y todo, la temporada del Poli está planteada sobre un concepto muy interesante que puede ser leído de muy diversas maneras, y sólo su propio desenvolvimiento nos irá diciendo si cumple o no las expectativas que despierta, ya que su leit motiv es “Dionisio versus Apolo”. Denominación que, de entrada, llama a la inconformidad de más de uno que podría pensar que, más que contrarios, Dionisio y Apolo pueden ser complementarios. Como quiera que suceda, lo que ya sucedió fue el inaugural concierto efectuado el jueves pasado a las siete de la noche, y repetido el sábado siguiente en el Auditorio Alejo Peralta, el popular “queso”, como habrán de presentarse todos los de la temporada. Bajo la dirección (que no la batuta porque no usa) de su titular, la OSIPN ofreció un programa atractivo sin duda pero igualmente contrastante, el Concierto para violín y orquesta en Re mayor de Priot Ilich Tchaikovsky (1840-1893), y Fanfarria para la Orquesta Filarmónica de Viena y Una vida de héroe, ambas de Richard Strauss (1864-1949), quien dicho sea de paso nada tiene que ver con la dinastía de los famosos creadores del vals vienés. Como solista en la primera obra actuó el joven (26 años) Edgardo Carone Sheptak, mexicano aunque su nombre no lo indique, miembro de la propia orquesta del Poli, y ganador el año pasado del concurso de Moscú Prizvanye Musicant. Sólido y con técnica se mostró el joven Carone, quien evidentemente se preparó a conciencia para el reto que significa abordar uno de los conciertos más conocidos del repertorio que ha sido platillo favorito de los grandes intérpretes. Cumplió bien el solista pero me dejó insatisfecho por una apreciación muy subjetiva de mi parte, le faltó temperamento, el bucear en las profundidades de ese concierto tan lleno y rico de facetas. Empero, creo también que “ahí va”. Algo similar puedo decir de la orquesta, es evidente la mejoría alcanzada bajo la tutela de Diemecke (quien, como siempre, haciendo gala de su prodigiosa memoria musical, dirigió todo Strauss sin partitura); no obstante aún se siente débil, como que no ha cuajado del todo y carece de “espíritu de cuerpo” propio de los conjuntos grandes. No obstante eso, repito, la mejoría se siente y más se logrará si sigue por la senda iniciada. En este sentido, sería una gran torpeza de parte de las autoridades politécnicas no dotar de mayores recursos a la orquesta.

Comentarios