'Yo te pego, tú me pegas”, reflexión sobre el bullying de todas las edades

miércoles, 22 de marzo de 2017 · 13:54
MONTERREY, NL (apro).- Cuando era pequeño y padecía sobrepeso, el escritor Antonio Ramos Revillas era relegado por sus amigos, que organizaban partidos de futbol callejero. Toda una vida después, recuerda esa marginación de la que fue objeto y aunque siente que esos hechos no lo definieron como persona, sí le dieron elementos para reflexionar sobre el maltrato que prevalece en la sociedad en todos sus niveles y a cualquier edad. Con el libro que escribió, “Yo te pego, tú me pegas” (Editorial 3 abejas, y Secretaría de Cultura), se refiere de manera poética a las consecuencias del acoso, las tentaciones de la venganza y los beneficios terapéuticos del perdón. Con ilustraciones de Amanda Mijangos el producto lanzado en el 2016 tiene un formato de literatura para niños, pero es para personas de cualquier edad, pues habla de la convivencia disfuncional en todos los espacios sociales en los que existen abusos físico, verbal y psicológico. “Aunque es un libro para chicos, por lo que se narra y la forma en que se cuenta el contenido, puede ser leído por adolescentes y adultos. Dialoga con el público sobre el bullying, pero viéndolo como una forma de educación o aprendizaje en todas las etapas de nuestra vida, ejercida por todos los que nos rodean, no sólo en la escuela”, dice el autor, quien presentó la obra en la reciente Feria del Libro UANLeer 2017. En la historia ilustrada, Bruno, el niño afectado, es representado por un pájaro amarillo, de apariencia frágil, mientras sus atormentadores se muestran como cuervos negros que lo cercan con amenazantes hilachos negros y le impiden movilidad. Ramos Revillas señala que el libro exhibe la forma en que las personas son incordiadas desde casa, y muchas veces de manera involuntaria, por padres que incurren en prácticas abusivas con el propósito de aleccionar a los hijos. “Habla de cómo los papás son los primeros que ejercen la violencia y como los hermanos y los amigos también son factores. Muchas veces el bullying no tiene deseo de molestar pues es usado como vehículo para que la gente aprenda a obedecer, para que se eduque como la otra persona lo desea”, dice. “Yo te pego, tú me pegas”, también se refiere a ese punto sin retorno en el que llegan a encontrarse las víctimas, pues luego de sufrir abuso, pueden sentirse impulsadas a obtener un desquite mediante el mismo uso de la violencia que sufrieron. “Muestra cómo esa persona puede recurrir a la violencia como la ruta que le han mostrado, o decide encontrar otras maneras de socializarlo. Y no nos referimos únicamente al bullying infantil. Habría que buscar un vocablo nuevo para definir la violencia en los ámbitos social, laboral”, señala. En años recientes, con el surgimiento del internet y la irrupción de las redes sociales, la sociedad se ha permitido ventilar temas que antes permanecían ocultos, como es el acoso infantil, tema que actualmente ocupa espacios importantes en el debate actual, dice Ramos quien con este tiene ya unos 12 títulos de literatura infantil. El autor comenta que este libro sale ahora, cuando existe en el mundo una primavera moral, pues aunque la humanidad todavía no sabe qué hacer con ese florecimiento, su impacto ya se observa con acciones simples y a la vez valiosas como el rescate de perros y gatos, la recolección de la basura, la concientización de la contaminación, violencia de género, maltrato a la infancia y hasta una nueva masculinidad, comenta. Hace unos tres años, el mismo autor publicó La guarida de las lechuzas (Ediciones El Naranjo) que remite a la importancia del respeto mutuo y muestra el valor de conocer la historia de las demás personas para conocer las causas que las mueven a actuar. El libro que ahora presenta es como una vertiente que sigue esa historia previa, que busca anteponer el diálogo a las respuestas de agresión, como lo han constatado jóvenes y adultos que luego de leerlo lo han retroalimentado con comentarios sobre la franqueza de la obra, pues no revela un final típicamente feliz y sí da espacio a la interpretación. El escritor, quien actualmente es director de Editorial Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León, recuerda aquellos días de niño en los que sus amiguitos de la colonia Moderna, de esta capital, lo evitaban en los juegos de balompié callejero, porque era gordito y malo. “De aquellos días si hay ecos en este libro, claro, pero también hay eco de cuestiones buenas. El ser humano no puede ser revisado únicamente en una etapa de su vida. Así como no me querían para el fut, para el beis sí, porque era buen bateador. No me clavaba mucho en eso. Además, como era asmático, el equipo que me seleccionaba sabía que no iba a correr mucho”, ríe.

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