Autobiografía de Chuck Berry (1926-2017)

jueves, 23 de marzo de 2017 · 13:57
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El rock’n’roll se quedó para siempre en nuestros corazones para quienes tuvimos la fortuna de ver tocar a Chuck Berry durante su concierto en el Teatro del Ferrocarrilero de la capital mexicana allá por 1974, cuando los conciertos de música juvenil estaban prácticamente prohibidos. Berry falleció el pasado 18 de marzo de 2017. 30 años atrás, había publicado su autobiografía Chuck Berry: The Autobiography, mencionando cómo había compuesto algunas de sus piezas más célebres. He aquí algunos fragmentos de aquel libro. El “boogie” de Chuck Escribir una canción puede ser una faena peculiar. Podría pasar tanto tiempo entre los intervalos durante los cuales yo tarde en completar una canción, que cada vez cuando vuelvo a mi tarea, la melodía o el relato que estaba siguiendo suele irse por una ruta completamente insospechada. La clase de música que a mí me gustaba antes, la que me gustó después, la que me gusta ahora mismo y la que me gustará siempre, es aquel tipo de música que yo escuchaba de adolescente. Así que los estilos en guitarra de Carl Hogan, T-Bone Walker, Charlie Christian y Elmore James, sin dejar fuera los muchos otros de mi agrado que he oído a lo largo de mis giras, deben ser la suma de lo que se llama el estilo de Chuck Berry. En cuanto a la introducción de la guitarra al estilo de Chuck Berry que identifica bastantes de mis temas, es tan sólo una vuelta hacia el futuro de lo que llegó previamente. Como ustedes lo saben y yo también, es cierto aquello de que “no hay nada nuevo bajo el sol”. Entonces no me acusen de haber sido el pionero, cuando lo que pido es que se me permita perdurar. Por citar la letra de un canto del genio Ray Charles, “a veces me aparto del camino y me desvelo la noche entera con una canción… me encanta lo que estoy haciendo pues anhelo que no se acabe demasiado pronto”. La naturaleza y el esqueleto de mi ritmo es el boogie, y la musculatura de mi música son las melodías simples. Llámalo como gustes: jive, jazz, jump, swing, soul, rythm, rock, e incluso punk, para mí sigue siendo boogie mientras sea algo con lo que yo me conecte. Si no puedo conectarme con algo, luego tampoco tengo derecho a otorgarle calificativos. Cuando es un boogie, aunque tenga un título extraño, la conexión sigue siendo el boogie y es mi tipo de música. Así que aquí les contaré cómo y por qué nacieron algunas de mis primeras canciones… Rolas para la eternidad “Maybellene” fue mi esfuerzo por cantar música country-western, pues siempre me agradó este estilo. Los que iban al Club Cosmo no se sabían ninguna letra de esas piezas, lo cual me dio una oportunidad de improvisar y agregar versos cómicos a la letra. “Mountain Dew”, “Jambalaya” e “Ida Red” eran las favoritas del público en el Cosmo, sobre todo por imitar las gesticulaciones de las personas blancas que yo insertaba al cantar dichas piezas. Escribí “Maybellene” por la inspiración que me evocó la rola “Ida Red”. La había escuchado desde antes de ser un adolescente y pensé que tenía buen ritmo, además de que sonaba divertida. La cantaba a la hora del recreo y en las fiestas cuando apenas estaba aprendiendo a golpetear la guitarra en mis épocas de la secundaria. Años más tarde, en el Club Cosmo, le agregaba pedacitos míos a la canción y como igual gustaba lo que hacía, acuñé algunos versos buenos para cantarlos. Cuando aprendí a tocar y logré un contrato disquero, me di cuenta que esas canciones originalmente escritas por ciertas personas poseían derechos de autor y varias maneras de recompensar a los compositores, así que le di la bienvenida a los acuerdos legales del negocio musical. Disfrutaba creando mis propias canciones y me satisfacía el hecho de obtener algunos beneficios en retribución a mi esfuerzo. Al escribir “Maybellene”, primero la había intitulado “Ida May”, pero al llevar mi canción a la disquera Chess me recomendaron que le cambiara el título. Aquello fue sencillo, puesto que el giro silábico de las tres sílabas se adaptaba a muchos nombres más. La misma progresión de la música está cerca del sentimiento que yo obtenía mientras escuchaba la pieza “Ida Red”; pero la historia en “Maybellene” es totalmente otra onda. El fondo de la historia de “Maybellene” fue compuesto por mis recuerdos de la preparatoria cuando invitaba a las chicas a dar una vuelta en mi coche V-8 Ford 1934… “Roll Over Beethoven” fue compuesta con base en los sentimientos que tenía cuando mi hermana monopolizaba el piano en el hogar durante nuestros años escolares de chavo. De hecho, la mayoría de las palabras iban dirigidas a (mi hermana) Lucy en vez de al maestro Ludwig Van Beethoven. Thelma (mi otra hermana) también tomaba clases de música clásica en el piano, pero Lucy fue la culpable de que la música de rock’n’roll se tardara 20 años en llegar… “Too Much Monkey Bussiness” la hice para describir las broncas que una persona halla en la vida cotidiana. Cuando me clavé en escribir esta teoría, me di cuenta de que iba a necesitar un montón de versos para reflejar el vasto espectro de situaciones que más fastidiaban a la gente. Incluso me puse a inventar palabras como “fregarción” (botheration) para enfatizar las molestias que molestaban a las personas. Trataba de emplear (o de inventar) palabras que para nadie fuesen difíciles de descifrar a partir del quinto año de primaria. A nadie le molestó que escribiese motorvating (“pasear en auto o moto por carretera”) en “Maybellene”, entonces ¿por qué no competir con [el diccionario de] Noah Webster? De cualquier modo, el primer verso está dirigido a un padre y proveedor quien paga las deudas de la familia, mientras que el encargado de llenar los tanques en una gasolinera, el enamorado, el estudiante y el veterano van contando sus problemas en la letra. “Brown Eyed Handsome Man” me vino a la mente cuando viajé la primera vez por California. Tras salir de St. Louis con 15 centímetros de nieve, hallé campos verdes bajo los limpios cielos azules con brisas soplando y 26° al atardecer. Lo que no vi para nada fueron ojos azules, no al menos en los sitios donde toqué. Los teatros estaban llenos fundamentalmente de hispanos y de “los nuestros” (negros). Pero de pronto vi una increíble armonía entre ambos, la cual me dio la idea para el comienzo de la canción. Yo alcancé a ver buena parte de la vida de los mexicanos en esa gira… “School Days” trata de los recuerdos de mi propia experiencia en la preparatoria… El 90 por ciento de la canción es así; el resto, supongo que debió ser puro talento.

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