Resistencia indígena contra el muro de Trump

jueves, 23 de marzo de 2017 · 13:11
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Hace casi cuatro años, en junio de 2013, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) inscribió en la Lista del Patrimonio Mundial la reserva de la biósfera integrada por “El Pinacate y El Gran Desierto de Altar”, en Sonora, cuyo territorio resguarda no sólo flora y fauna endémicas, sino sitios culturales de tradición milenaria, que ahora podrían ser afectados por la construcción del muro de Donald Trump. Es un territorio que cuenta con una extensión de 714 mil 566 hectáreas y el organismo internacional describe así en su declaratoria: “Al este, el escudo del volcán inactivo El Pinacate, formado por pavimentos desérticos y corrientes de lavas negras y rojas; y al oeste, el Gran Desierto de Altar con sus dunas vivas de formas variadas que llegan a alcanzar una altura de 200 metros. El paisaje del sitio ofrece un espectacular contraste entre las formaciones de dunas lineales, parabólicas y estrelladas, y una serie de macizos graníticos de hasta 650 metros de altura que emergen como islas del mar de arena circundante.” Hay una serie de vestigios arqueológicos además de geoglifos y petroglifos con más de 20 mil años de antigüedad, en donde aún hoy la etnia Tohono O’odham (gente del desierto) realiza ceremonias sagradas. Es esta etnia la que ha alertado sobre los impactos que tendrá el muro, pues su territorio ya de por sí fue dividido como consecuencia de la pérdida de más de la mitad del territorio de México en 1848 con el Tratado Guadalupe Hidalgo. Así, una parte de la población se quedó en Arizona, Estados Unidos, y otra en México, pero comparten tradiciones culturales y rituales. Su historia es una desde la época precolombina. Se cuenta en el sitio en internet de los Tohono O’odham estadunidenses que a su llegada a Sonora, en 1687, el padre Eusebio Kino comenzó a trabajar con dicha etnia y la Pima y establece en 1700 la misión San Xavier (http://www.tonation-nsn.gov/tohono-oodham-history/). Tras la división, los pobladores de E.U. integraron la nación Tohono O’odham, que incluso cuenta con su propia constitución y han creado casinos para su supervivencia. En México se les llama pápagos, su territorio formó ejidos en alguna época y se ha ido transformando aunque gran número de su población ha migrado a Estados Unidos (www.cdi.gob.mx). A finales del mes de febrero, Verlon José, vicepresidente de la etnia estadunidense declaró a varios medios que ya existe una valla que separa a los dos mil indígenas que viden en Sonora, de los 32 mil de Arizona, que tienen doble nacionalidad pero aun así se enfrentan con trámites burocráticos para recorrer sus territorios. Y advirtió entonces que luchará contra el muro: “Se va a construir sobre mi cadáver; no me quiero morir, pero deseo luchar y trabajar junto a mi pueblo para que realmente podamos proteger la parte de este lugar llamado los Estados Unidos.” Según ha informado la Comisión para el Diálogo con los Pueblos Indígenas de México, que encabeza Jaime Martínez Veloz, la Secretaría de Relaciones Exteriores les turnó el caso de los indígenas del lado mexicano que han explicado que deben cruzar la frontera pues la clínica de salud está del lado estadunidense y el panteón de este lado de la frontera. Los pápagos afirman que el muro será un golpe más para su lengua y cultura ancestrales ya en peligro desde hace tiempo por la división. Por ello, han solicitado el apoyo del gobierno mexicano para presentar una queja ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). La reserva de la biósfera formada por “El Pinacate y el Gran Desierto de Altar”, fue inscrito en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO como un bien natural, pero en el marco de una Convención que tiene como también entre sus propósitos la preservación de bienes culturales. Quizá el organismo internacional no haría mal en pronunciarse sobre los daños que causará el muro de Trump en las expresiones culturales de la etnia que por siglos ha habitado tan majestuoso lugar, que hace tiempo comenzó también a enfrentar algunos problemas derivados del crimen organizado, como ha reportado la agencia Apro en varias ocasiones.

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