MÉRIDA, Yuc. (apro).- Cientos de personas se unieron esta noche al clamor de justicia por el feminicidio de Ema Gabriela Molina Canto y otros 57 más perpetrados en Yucatán desde 2008, año en que se emitió la Ley General de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
Ataviados de negro, portando flores, veladoras, grandes cruces de madera y pancartas, decenas de ciudadanos acudieron al remate del Paseo de Montejo, donde partió la marcha del silencio por las calles del centro de la ciudad en protesta contra la impunidad y la violencia institucional constantes en los casos de feminicidio.
Con la madre de Ema Gabriela a la cabeza, el contingente pasó por el Palacio de Gobierno y concluyó su silenciosa caminata en el asta bandera, en la Plaza Grande. Ahí, con la consigna de “ni una más”, los manifestantes exigieron justicia en los 58 feminicidios registrados en la entidad en los últimos nueve años.
Muchos de esos casos fueron registrados durante la marcha por familiares de esas otras víctimas que se sumaron a la manifestación.
“Aquí nos sumamos mujeres y hombres en este caminar, en silencio, con nuestro corazón, con lo que nos duele; al mismo tiempo con lo que nos indigna: las desigualdades y el poder que unas personas sobre otras”, dijo una oradora en el colofón de la protesta.
“Nos duele la impunidad, porque es fruto de la arrogancia de quienes ostentan el poder; la complicidad de los que toman las decisiones ignorando las necesidades y angustias del pueblo; nos duelen las mentiras y las promesas falsas...”, añadió.
Además, reprochó la indiferencia de las autoridades ante el dolor de las víctimas. Por ello, dijo, “hoy, como nunca, estamos convencidos de que con el sufrimiento no se puede negociar y que las mujeres somos merecedoras de derechos en plenitud y por eso caminos en un sentido, en la lucha y con el duelo”.
Luego de que los manifestantes depositaron sus cruces, flores y veladoras en el suelo en torno al asta, se nombró una a una, según el año y la forma en fueron torturadas y asesinadas, a las 58 víctimas de feminicidio. La relación incluyó a varias niñas. Bebés también.
Karen, Lidia, Marisela, Rubí, Guadalupe, Karime, Elisa, Karina, Rosa, Carolina, Guadalupe (de dos años de edad), Grisel, Rosaura, Lari, Anselma, “L” (de un año y siete meses), Yuriko, María del Carmen, Marisela, Frida (cinco años), Reina, Viviana, Paola, Gregoria, Wilma, Cecilia, Prudencia, Leydi, María Evelia (siete años), Gema.
Wendy, Patricia, una mujer no identificada, Carmen, María Eugenia, Karina de Jesús, Martha, Abril, Alejandrina, Teresa, Nelly Rafaela, Aracely, otra mujer no identificada, Margely, Beatriz, Laura Noemí, Bárbara, otra más no identificada, entre otras.
“Una muerte anunciada”
Cerraron la lista, los tres últimos casos ocurridos este año: Daniela, Merly y Ema Gabriela, el último, emblemático de la violencia institucional, pues en la opinión pública queda la idea de que sus muertes son consecuencia de la omisión de las autoridades en su deber de protegerlas.
La última oradora de la manifestación fue Ligia Canto Lugo, madre de Ema Gabriela, quien fue amenazada de muerte al día siguiente del asesinato de su hija, el pasado lunes 27 de marzo.
En este caso se exigió castigo para los autores intelectuales del feminicidio, pues dos presuntos sicarios ya fueron detenidos e imputados por ese delito, así como por posesión simple de narcóticos y posesión de objetos prohibidos.
“La muerte de mi hija, el asesinato, es la crónica de una muerte anunciada; su feminicidio, no hay duda, fue planeado de una manera tan fría, porque no es posible que a mi niña le hayan dado 10 puñaladas, además en la puerta de su casa y que sus hijos presenciaran como caía su madre, escucharan los gritos de su madre, cuando la mataban y tuvieran que pisar el cadáver de su madre, la sangre de su madre, para salir a pedir ayuda”, dijo Ligia Canto en su sentido discurso.
“Mi niña habla ahorita a través de mí y le pide a toda la sociedad, por favor, que vigilen, que estén al pendiente de este proceso, para que los autores intelectuales, los únicos a los que les estorbaba esta madre que luchó hasta el final para tener a sus hijos con ella”, añadió.
Ligia canto insistió que el único a quien Ema Gabriela estorbaba es su exesposo, Alberto Martín Medina Sonda, a su vez socio, operador financiero y presunto prestanombres de José Manuel Saiz Pineda, quien fue tesorero del gobierno de Tabasco en el sexenio de Andrés Granier.
Involucrado en el caso Granier, Medina Sonda está preso en el penal de Tabasco acusado de lavado de dinero.
“Con la voz de Gaby, que está en mí, les pido que no nos abandonen; por sus hijos, para que estén tranquilos a lado de mí y no se les acerque esa gente que la mando a matar, no hay ninguna duda, son los únicos a los que les interesaba que mi hija desapareciera de la faz de la tierra”.
Fundidos todos los asistentes en un abrazo colectivo y al grito de “Justicia, Justicia” y “Todos somos Gaby”, concluyó la manifestación.