Gimnastas contra gimnastas en la Sala de Armas de la Mixhuca

domingo, 9 de abril de 2017 · 08:06
Inconformidad y caos predominan en el deportivo de la Magdalena Mixhuca por los conflictos que están suscitándose como consecuencia de las recientes remodelaciones de infraestructura y las tendencias privatizadoras. En el caso de la Sala de Armas, el mejoramiento de los espacios para la práctica de gimnasia implicó un aumento de cuotas para usuarias y privilegios para gimnastas de alto rendimiento que acaban de incorporarse a las instalaciones. Entretanto, las autoridades deportivas no atinan todavía a darle una salida viable al conflicto. La remodelación de las instalaciones de la Sala de Armas de la Magdalena Mixhuca provocó enojo y preocupación entre los usuarios de las instalaciones de gimnasia por la llegada de un grupo nuevo de 30 alumnas encabezado por entrenadoras que pretenden cobrar cuotas mensuales de mil 500 pesos y cambiar los horarios de entrenamiento. Los padres de las gimnastas demandan al director del Instituto del Deporte de la Ciudad de México (Indeporte), Horacio de la Vega, que no privatice la gimnasia y tampoco permita que el nuevo grupo imponga sus condiciones de trabajo, enfocadas hacia el alto rendimiento, pasando por encima de los deportistas que practican esta disciplina como un derecho social. De la Vega aclara que el tema aún no está cerrado. De entrada, asegura, se compromete a no aumentar las cuotas a los usuarios que ya pagan 130 pesos mensuales y a revisar el esquema mediante el cual el grupo viejo y el nuevo convivirán en esta instalación pública con el objetivo de generar atletas que representen a la Ciudad de México en competencias, sin afectar a quienes hacen gimnasia de forma recreativa. La Sala de Armas “Fernando Montes de Oca” es una instalación que se construyó para albergar competencias durante los Juegos Olímpicos de México 68. Prácticamente durante medio siglo operó con el mismo equipamiento deportivo y sin que el gobierno capitalino ni la delegación Iztacalco la remodelaran. El año pasado, el Indeporte gestionó que la Conade entregara recursos federales para hacerle cirugía mayor. Con una inversión de 35 millones de pesos, la instalación dejó de ser “un chiquero”, como la define De la Vega, y pasó a ser funcional. Se adquirieron aparatos y equipamiento nuevo de la marca Gymnova, se cambió el techo para evitar las goteras que fundían las luminarias y se reemplazaron las lámparas, entre otros cambios. Durante casi todo 2016, los usuarios se mudaron a una instalación temporal hasta que a finales de noviembre pudieron otra vez hacer uso del inmueble. Pero el 1 de febrero, el responsable de la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca,­ Pedro Martínez Balderas, convocó a los usuarios a una junta donde les presentó a un nuevo equipo de trabajo que implementaría un nuevo proyecto encabezado por la empresaria y juez de gimnasia Claudia Esteva y su mano derecha, la profesora Yuriria Cisneros Botas. La profesora Cisneros les explicó que llegaban con la intención de acabar “con el desastre”, pues detectó que había hombres y mujeres de diferentes niveles de rendimiento y edades en los mismos horarios y grupos. “Nos dijeron que no sabemos organizarnos, que ellos reorganizarían los grupos por niveles y que se aumentaría la mensualidad porque vamos a ser mejores, competitivos. Nos dijeron que no habíamos ganado en ninguna competencia y que por eso llegaban con una nueva propuesta”, explica Maira Montejo, usuaria de las instalaciones desde hace nueve años. Así, al día siguiente, un grupo de 30 alumnas de Yuriria Cisneros comenzó a utilizar las instalaciones donde ya había otros 300 usuarios, entre hombres y mujeres. La profesora realizó evaluaciones para saber en qué grupo colocar a cada alumno y diseñó un rol de paso, es decir, el horario en el cual cada grupo puede usar un aparato de tal manera que todos puedan entrenar de forma ordenada. “Pero no lo respetan. Ellos usan un aparato y aunque ya se acabó su tiempo no nos dejan e incluso utilizan los de los hombres. Parece que como ellas tienen más nivel o son de alto rendimiento tienen más méritos para usarlos”, añade Montejo. En cuestión de días, en las paredes de la instalación aparecieron los nombres de las gimnastas integradas en nuevos grupos y horarios. Algunas de esas hojas indicaban que el pago se mantiene igual y en otros aparecía la palabra “pendiente”. Les informaron que en breve les darían el número de cuenta bancaria donde depositarían quienes deben pagar mil 500 pesos. La inconformidad estalló porque los nuevos horarios no se ajustaban a los que les convienen a los padres, sobre todos a quienes tienen a más de un hijo inscrito, o a quienes acuden por la tarde o noche cuando salen de sus trabajos o escuelas. Además, descubrieron que esas 30 niñas no tienen credencial de acceso donde estén registrados los pagos puntuales. Si un usuario no ha pagado, se presenta en un horario diferente al asignado o llega 11 minutos tarde a su clase, el sistema electrónico no le permite ingresar. Concluyeron que las alumnas de Esteva y Cisneros no están pagando al Indeporte como lo hace el resto de los usuarios. “Cada tres meses a nosotros nos evalúan unos jueces de la federación. Pagamos 300 pesos cada uno para que nos digan cómo estamos, si subimos de nivel o qué debemos corregir. La última nos la hicieron en diciembre. La profesora Yuriria nos dijo que de acuerdo con su evaluación verían si tenemos talento; si es así te citarían a diario para entrenar cuatro horas y pagarías mil 500, y no al Indeporte, sino a un número de cuenta que nos darían. ¿Por qué? Si ya estamos evaluadas y ya estamos pagando 130 pesos. Su grupo de niñas están usando un espacio público, pero no están inscritas y las coordinadoras quieren cobrar distinto a lo que marca la Gaceta Oficial”, refiere Beatriz Hernández Monjaraz, usuaria desde hace una década. Conflicto en ascenso El 24 de febrero, Maira Montejo envió una carta a Pedro Martínez Balderas, subdirector técnico deportivo y encargado de la Ciudad Deportiva, a quien planteó todas estas inquietudes y pidió que aclarara las dudas de los usuarios, sobre todo lo referente al aumento de cuotas. Pero no recibió ninguna respuesta. El 27 de febrero, mediante el oficio INDE/DG/CDMM/083/2017, Pedro Martínez Balderas informó a la presidenta de la Unión de Gimnastas de la Ciudad de México, Margarita Zermeño, que el club Sala de Armas cambió en su organización interna por disposición de Horacio de la Vega, “quien nombró como coordinadora general a Claudia Esteva Solís y como coordinadora de entrenadores a la profesora Yuriria Cisneros Botas”. El oficio tiene copia para Horacio de la Vega, Claudia Esteva, Lucero Aguado (encargada del área técnica) y para los profesores de gimnasia artística. El 3 de marzo, Beatriz Hernández envió otra carta a Martínez en los mismos términos. Le pidió que interviniera y planteó que el grupo viejo de usuarios estaba siendo discriminado por las coordinadoras. Incluso le informó que ya habían dañado parte del equipo de gimnasia. Tampoco fue atendida. El 6 de marzo, el usuario José Miguel Sánchez Nieto entregó otra misiva en las oficinas de Martínez en la que pidió copia del convenio de trabajo de los nuevos entrenadores, los salarios que devengan y quién los paga, así como de las condiciones mediante las cuales el grupo de 30 niñas usa las instalaciones de la Sala de Armas. Fue ignorado. Ante la indiferencia, usuarios y padres de familia se presentaron el 8 de marzo en las oficinas de Horacio de la Vega. “Entraron a hablar con él algunos papás y el entrenador Arturo Alamán. En la reunión Horacio dijo que él no sabe nada de Yuriria ni de las coordinadoras. Estamos inconformes porque ahora que tenemos una instalación en buenas condiciones llega un grupo que invade, que llega a dividir pues se creen más importantes que nosotros porque son de alto rendimiento. Tenemos derecho a usar una instalación pública, sin importar que seamos buenos o malos o que no ganemos medallas, y ellas creen que tienen prioridad porque nosotros somos simples usuarios. “Horacio dijo que no va a subir las cuotas, que no sabía nada de lo que están haciendo, que ignoremos las listas, que va a investigar y que en semana y media nos daría respuesta. Ese plazo se cumplió el viernes 17 y seguimos sin respuesta”, denuncia Hernández Monjaraz. Los usuarios inconformes insisten en que el gobierno de la ciudad no debe dejar de lado el deporte social que combate el sedentarismo, puesto que es una herramienta para abatir los problemas de sobrepeso y obesidad que acusa la población, y aleja a los jóvenes del ocio y las drogas. “Esa es la función del Indeporte”, alegan. Desde su punto de vista, la Sala de Armas se convirtió en una instalación atractiva gracias a la remodelación y lamentan que ese grupo de gimnastas no haya llegado antes, cuando el lugar se caía a pedazos, entrenaban en la oscuridad, con goteras, con baños sucios y tapados por el mal funcionamiento del drenaje, en una duela hinchada por la humedad y con la madera rota; en medio de una plaga de mosquitos que se formaban en una cisterna sin tapa. “Los colchones se desfondaban. Los teníamos que cargar entre varios para que no se deshicieran, les faltaban pedazos y sólo por moverlos se rompían. Aquí todos dábamos dinero para cambiar el cuero y el relleno acojinado de los aparatos, entrenábamos en una alfombra llena de hongos que los papás limpiaban con cloro y ellos mismos cosían la cubierta del piso donde hacíamos los ejercicios. “Ahorita ya nadie se puede inscribir, dijeron que no hay lugar y pegaron un letrero a la entrada donde informan que las inscripciones están suspendidas hasta nuevo aviso. Eso no era un problema antes. Para la población en general no hay lugar, para las que van a pagar más, sí hay”, dice Maira Montejo. La versión de De la Vega En entrevista con Proceso, Horacio de la Vega explica que no había 300 usuarios, sino entre 60 y 80, quienes estaban inscritos antes de la remodelación. Ahora ya suman 280 y, evidentemente, la instalación está rebasada. Señala que el nuevo grupo es el club Pumitas que antes entrenaba en la UNAM, y que él decidió que, así como hay quienes entrenan sin ninguna intención de ser competitivos, también es justo que el Indeporte desarrolle la gimnasia de tal manera que puedan subir de nivel y representar a la Ciudad de México en competencias importantes. A más tardar la segunda semana de abril, dice, de la mano de la Junta de Gobierno del Indeporte y de las autoridades financieras, decidirán cuánto van a pagar quienes usen más días y más horas las instalaciones de la Sala de Armas, y no descartó becar de forma parcial o total a aquellos gimnastas talentosos que no puedan cubrir una cuota más alta. “De entrada, ya le garanticé a los padres que no se les subirán las cuotas. Por pura lógica administrativa no puedes cobrar lo mismo cuando tienes a unos que entrenan una o dos horas a la semana y otros que tienen más capacidad económica y pueden entrenar cinco horas diarias, que eso ya es alto rendimiento. La decisión generó dos grupos y ahora lo debo resolver. Está bien operar con costos bajos y ahí atiendes a equis número, pero si tienes otros que usan más la instalación no puedes cobrar lo mismo. Quiero tener opciones para todos. Si queremos mejorar, necesitamos entrenadores de más nivel”, precisa el funcionario. –¿Cuánto pagan los usuarios del nuevo grupo y cuánto le paga el Indeporte a los entrenadores que tienen más calidad? –No tengo el dato preciso de cuánto les pagan ni sé cuánto se esté cobrando a los usuarios nuevos. Ellas en Pumitas ya pagaban una cuota, están pagando la misma, pero debemos regularlo porque no es lo mismo que entrenen en una instalación privada y ahora en una pública. ¿En qué no voy a cambiar? En pasar de la recreación a una estrategia de desarrollo deportivo y de alto rendimiento. “En el Indeporte no tenemos un centro de desarrollo de talentos de alto rendimiento en gimnasia. Esta es nuestra única instalación de este deporte y las gimnastas que nos representan son de escuelas privadas que no están en mi control. Les damos un uniforme, una beca, y esperamos que ganen. Quiero que en este espacio que ya remodelamos haya gimnasia de otro nivel, aunque haya padres que digan que no les interesa que sus hijos vayan a los Juegos Olímpicos. “En este momento, si lo quiere ver así, estamos dando un permiso temporal para que un grupo de niñas entrenen aquí. Pero eso no se puede quedar así, necesito el justo medio. Estoy dispuesto a rectificar cosas que se estén haciendo mal o no sean las más benéficas para la sociedad. No quiero perjudicar a nadie. La historia no está escrita.” De la Vega asegura que los entrenadores que ya llevan mucho tiempo en la Sala de Armas alborotaron a los padres de familia, pues ellos les dijeron que aumentarían las cuotas. “Los están mal informando. Le dije al entrenador (Arturo) que no se vale eso. Por eso los padres se espantaron. También tienes el tema de que a los propios entrenadores los papás les dicen: ‘Ayúdame a que mi niña entrene mejor y te doy un recurso adicional”. No sé si eso ocurre aquí, pero pasa a cualquier nivel. Cuando cambias el status quo existen resistencias. Les dije a los padres que estén tranquilos, que no voy a correr a esos entrenadores.” –Hay hojas pegadas que dicen “cuota pendiente, y eso no fue culpa de los entrenadores”. –Eso está mal hecho. La forma de comunicar de parte de mi equipo fue incorrecta. Ya pasó. Se quitaron. Ya platiqué con los padres y les dije que se calmen. –La inconformidad nace de un legítimo derecho de los ciudadanos a reclamar, pues han visto cómo se privatizan las instalaciones deportivas de la ciudad. Tener instalaciones dignas al mismo precio es un derecho… –No es la idea privatizar. Por ejemplo, el uso de las canchas de futbol es una zona gris. Las explota un privado, los ligueros que me pagan creo que 600 pesos de renta por una hora y media que dura un juego. Ellos revenden el uso de las canchas a los equipos. Yo como gobierno no uso esas canchas con mis entrenadores. Es un tema raro. “En la Magdalena Mixhuca no quiero concesionar instalaciones, sino que un privado que tenga la opción de poner mejores entrenadores las use; que sea como liguero, pero de gimnasia. Cuidas la instalación como un liguero que cuida su cancha. A mí, por regla, me pagas 600 pesos, pero lo que el liguero venda al tercero ya es cosa suya. –Mejor que el liguero construya su instalación. ¿Por qué gastar 35 millones de recursos públicos en una instalación para que un privado haga negocio? –Sobre eso tenemos que afinar la reglamentación con la Junta de Gobierno. Es un ejemplo burdo el que puse, pero en esencia es un poco similar. Te doy la razón, no es mi intención. Si le metimos dinero público no es para hacerlo privado. Les dije a los padres que estén tranquilos, eso no va a ocurrir. Este reportaje se publicó en la edición 2109 de la revista Proceso del 2 de abril de 2017.

Comentarios