'Venimos a ver a nuestros amigos ganar”, una cachetada imposible de ignorar
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La discriminación es asunto de todos. Siempre habrá una razón para el rechazo. La pregunta es: ¿tenemos una predisposición genética a los comportamientos o las enfermedades?
Así es como los que ejercen el poder han justificado los actos de criminalización. Venimos a ver a nuestros amigos ganar, escrita y dirigida por David Jiménez Sánchez,se centra en el movimiento de la comunidad negra de Estados Unidos en el siglo XX, la respuesta a nivel mundial y el papel que juega nuestro país en ella. Retoma las historias de personajes de la lucha, como Martin Luther King y Rosa Parks.
Aunque este contexto podría parecernos ajeno --debido a la escasa cantidad de población negra en México--, logra crear un vínculo temático. Nos da una cachetada imposible de ignorar, la cual provoca en los espectadores la sensación de ser denigrados.
A manera de teatro documental, la sucesión de hechos se cuentan de una manera cómica a pesar de su dureza. Se trata de mostrar la realidad, mas no de lamentarse y sentir compasión.
El elenco se compone de los actores Aldo González y Raúl Villegas, y de los músicos Jorge Escandón y Eduardo Villegas (alternando funciones). Las tres personas en escena cantan, bailan y recrean episodios de una manera tan ágil que no dejan al público despegar los ojos del escenario durante todo el montaje. Cuentan con dos líneas: la narración y la recreación de los eventos. La música en vivo hace que el escenario cobre vida.
El texto, contado de otra forma, podría caer en lo aburrido y didáctico, ya que está compuesto casi en su totalidad de datos duros e históricos. Su acierto se encuentra en el acomodo de ellos y el movimiento que tienen. Además, se apoya en mucho en el humor, y tienen pequeños guiños que conectan con el público al que está dirigido. Ejemplo de ello es cuando los intérpretes --vestidos con trajes del Ku-Klux-Klan-- cantan “La negrita Cucurumbé”, de Cri crí.
La escenografía se compone por una sencilla estructura blanca con una barda y un farol, que conforme pasan las escenas es redistribuida por los actores para crear nuevos espacios.
Se hace uso de muy pocos elementos que se emplean de nuevo para reinterpretar --con un ágil juego-- las acciones directamente conectadas con la narración.
El público --que funge como un personaje más-- está conformado en su mayoría por adolescentes, el blanco más difícil en el arte: Mantenerlos atentos, entretenidos ycuriosos es un verdadero reto. En la puesta se les escucha constantemente soltando carcajadas y haciendo comentarios en voz alta. Sus reacciones son la interacción que nutre a la escena.
Es increíble la velocidad con la que dejamos pasar los episodios violentos, y la distancia con la que los vemos pocos años adelante. Venimos a ver a nuestros amigos ganar muestra que los temas son vigentes, y que la única manera de no repetirse consiste en alzar la voz y, sobre todo, no olvidar.
Vienen las últimas funciones de esta temporada los lunes 8 y 9 de mayo a las 20:00 horas, en el Teatro El Granero Xavier Rojas, del Centro Cultural del Bosque (Paseo de la Reforma y Campo Marte, colonia Chapultepec Polanco).