Además del diamante de Barragán, hubo otros intentos...

jueves, 11 de mayo de 2017 · 19:52
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La muestra Jill Magid. Una carta siempre llega a su destino. Los archivos Barragán, que se encuentra en el Museo Arte Contemporáneo (MUAC) de la UNAM, ha causado gran controversia por exponer el diamante hecho de las cenizas del célebre arquitecto tapatío Luis Barragán, único ganador del Pritzker de Arquitectura, pero Magid lo intentó previamente con otros… A diferencia del diamante de Barragán (de 2.02 quilates) con la microinscripción “soy de todo corazón tuyo” (I am wholeheartedly yours), engarzado en un anillo de plata hecho por las diseñadoras de joyas Annette y Phoebe Stephens, en la página web de la artista (www.jillmagid.com) se menciona, en el apartado de proyectos, “Los Diamantes Salem” (The Salem Diamonds), en el que describe un intento previo de la artista por trabajar con restos humanos. Se comprende que Magid en algún momento leyó el artículo “Los olvidados del Hospital Mental de Oregon III”, de Sarah Kershaw, publicado en The New York Times el 14 de marzo del 2005, a raíz del cual le surgió la idea de dicho proyecto. En ese artículo se narra cómo se encuentran la cenizas de tres mil 489 pacientes del Hospital Mental de Oregón en urnas de metal en diversos estantes, olvidados, empolvados, algunos con nombres borrosos, debido a que muchos datan de finales de 1880 hasta mediados de 1970, restos que jamás han sido reclamados por familiares. Fue entonces que Magid presentó la “Propuesta conmemorativa” hace 10 años (el 8 de mayo de 2006) al Consejo del Senado del estado de Oregón en Salem, Estados Unidos, para reemplazar esos tres mil 489 restos humanos por la misma cantidad de cristales Swarovsky como parte de su proyecto y transformarlos en diamantes; ahí se lee: “’Los Diamantes Salem’ es una propuesta para un monumento que consta de tres 489 diamantes que pesan 0,2 quilates individualmente y 697.8 quilates en conjunto. “Los diamantes se crearían a partir de las cremaciones de tres mil 489 pacientes fallecidos, enfermos mentales cuyos restos no fueron reclamados y se han mantenido guardados en una bodega del Hospital del Estado de Oregón”. A similitud de los restos de Barragán, de cuyas cenizas se tomaron 525 gramos de la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres--, y a manera de exvoto, la artista colocó en su lugar un caballito de plata con el mismo gramaje como parte de la exhumación--; en el caso de las cenizas en Oregón la idea era colocar los cristales Swarovsky como exvoto y con ello “traer tres mil 489 personas fuera de los clósets y mostrarlos a la luz”. Conforme se extrajeran los restos se depositaría un cristal de Swarovsky en su lugar, y una vez convertido en diamante, ambos llevarían una inscripción: el número de archivo del paciente grabado microscópicamente, tal y como se encuentra en las urnas de acero. Sin embargo, el proyecto, presuntamente no avanzó, no se logró hacer diamantes de los restos de esos pacientes del Hospital Mental de Oregón, que fueron olvidados y cuyas cenizas se colocaron en urnas que tienen forma de latas… quizás las leyes del Estado de Oregón no lo permitieron. Pero en México Magid sí pudo. El único arquitecto mexicano ganador de un Pritzker y creador de obras que dialogan con el espacio, Luis Barragán se vio reducido en la montura de un anillo. Como lo dijo el artista y luchador social Francisco Toledo (Proceso, 2113): “Ya ni las rotondas son seguras, porque ese honor con el que sueñan tantos grandes hombres ahora resulta un lugar incierto.”

Comentarios