Valiosas presencias inapreciadas

martes, 20 de junio de 2017 · 20:46
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Por mala o pésima difusión, por no conocer a la gente de qué artista se trata, o por mil y una razones más, el caso es que algunas valiosas presencias artísticas pasan, si no desapercibidas, sí por lo menos sin el reconocimiento que merecen y del que gozan en otras partes del orbe, particularmente en Europa. Así ocurrió la semana pasada cuando tuvimos la visita de dos auténticas figuras de talla internacional que, aquí, no alcanzaron a llenar las salas, siendo que en otras partes del mundo su solo anuncio agota los boletos con bastante anterioridad. Estoy hablando de esa joven sensación que es el chelista español Pablo Ferrández (que nos ha visitado con anterioridad), quien se presentara con la Orquesta Sinfónica Nacional para interpretar el Concierto para violonchelo y orquesta en do mayor, Hob.VIIb:1, de Franz Joseph Haydn, en sus programas tradicionales de viernes por la noche y domingos al medio día. La noche del viernes que asistimos, la luneta de Bellas Artes no pasó de tres cuartos y los pisos superiores se vieron aún más desangelados. Al parecer el domingo mejoró un poco la situación. El sábado anterior por la noche tocó el no aprecio merecido (por no decir menosprecio) a la estupenda soprano chilena Verónica Villarroel, quien en compañía de otras cantantes se presentó en el bello Teatro de la Ciudad Esperanza Iris. La Villarroel es una auténtica diva, estrella del MET de Nueva York y de las principales casas de ópera europeas y, sin embargo, nuestro hermoso teatro lució bastante vacío. Déjeme agregarle que la cantante chilena no estuvo sola en el escenario, sino acompañada de su hija, también soprano, Maribel Villarroel, y la mezzo mexicana Rocío Tamez. Estos dos últimos nombres nos dicen poco, es cierto, pero el caso es que estuvo también otra cantante mexicana cuyo nombre sí nos dice mucho y no sólo a nosotros sino también a los públicos internacionales: María Katzarava, que apenas la semana anterior había atiborrado las cuatro funciones de Turandot en Bellas Artes, como oportunamente comentamos en este espacio. En este concierto estuvo al piano el también muy apreciado por nuestro público, Ángel Rodríguez. ¿Cómo entender que un chavo de 26 años que es reclamado en los más reputados festivales como el Mayo Florentino y el Rostropovich de Moscú y considerado por público y expertos como un virtuoso, no alcance a llenar un teatro como el Bellas Artes? Estoy convencido de que en la tarea de la administración, difusión y promoción cultural no basta con traer a tal o cual figura, sino hay que darle la cobertura necesaria por todos los medios y con bastante tiempo de antelación, a efecto de que la gran mayoría de la población se entere de su presencia, y si le interesa asistir a su presentación, pueda con tranquilidad planificarlo y adquirir sus boletos, porque no es justo que figuras como las aquí mencionadas no tengan la cobertura necesaria y oportuna. He aquí otra tarea para nuestras autoridades culturales. ap/mav

Comentarios