El Zócalo de Santa Anna volvió a la oscuridad

martes, 5 de septiembre de 2017 · 11:02
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Luego de una inversión de 150 millones de pesos y cuatro meses de rehabilitación -“un tiempo récord”, reportaron algunos medios- se reabrió el Zócalo de la Ciudad de México, que el pasado fin de semana recibió en su nueva plancha a la Fiesta de las Culturas Indígenas. El jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, se hizo acompañar para la reinauguración, el pasado 26 de agosto, por María Cristina García Cepeda, secretaria de Cultura del gobierno federal; el general Salvador Cienfuegos, titular de la Defensa Nacional; y el almirante Vidal Francisco Soberón. Y como suele ocurrir en este tipo de ceremonias, el ambiente fue “de celebración y fiesta”, según se consignó en las crónicas. La restauración de la Plaza de la Constitución, avalada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), no tuvo contratiempos. La única polémica, sin confrontación, se dio por el hallazgo de la plataforma circular que data de 1843, basamento de lo que sería el monumento a la Independencia, encargado por el entonces presidente Antonio López de Santa Anna al arquitecto Lorenzo de la Hidalga. El INAH anunció, desde el momento del hallazgo, que la estructura sería cubierta con cantera, piedra y una malla geotextil Rellenada con tepetate, y cubierta de nuevo por el concreto de la plancha de la Plaza. La determinación fue comentada en los medios y las redes sociales. Para algunos representaba un elemento importante pues ese basamento, llamado arquitectónicamente zócalo, dio nombre por extensión a la Plaza de la Constitución. Así que consideraron que podría conservarse a la vista mediante una ventana arqueológica. Consultado por apro el 11 de julio pasado, el historiador Luis Barjau, investigador del INAH, consideró que el hallazgo de la plataforma no era tan relevante como los descubrimientos prehispánicos (ofrendas) que se dieron por las mismas fechas en las zonas aledañas al Zócalo. Vía correo electrónico se pidió su opinión también al arqueólogo e historiador de arte Hugo Arciniega Ávila, investigador de la UNAM, cuyas declaraciones inéditas se reproducen a continuación. Consideró que el hallazgo del zócalo era relevante para la historia de la arquitectura mexicana y de la propia Ciudad de México: “Permitirá conocer sobre los materiales y las técnicas constructivas empleadas por el arquitecto Lorenzo de la Hidalga” El especialista destacó también cómo la palabra zócalo se ha convertido en un referente urbano: “El concepto zócalo alude al basamento de la columna de la Independencia; aunque la obra quedó inconclusa, bien pronto se convirtió en un sinónimo de plaza mayor o Plaza de la Constitución, es decir, el Centro. Es un referente material que se asocia a un lugar específico. La traslación a otros asentamientos ya no requirió del basamento”. --Es poca la gente que sabe sobre este proceso en el cual la Plaza de la Constitución adquirió el nombre de Zócalo por esa estructura arquitectónica y el proyecto de monumento a la Independencia, ¿sería conveniente encontrar una forma de conservarla a la vista, mediante una ventana arqueológica, por ejemplo, para tener claridad sobre ese aspecto de la historia? --En México, la ventana arqueológica no constituye un recurso para la conservación adecuada de las ciudades subyacentes porque no se les da el debido mantenimiento y los vestigios se dañan. “Mire usted las ventanas de la Catedral Metropolitana. En otras condiciones sería espléndido poder volver a mirar ese basamento, pero no lo quiero ver cubierto de basura o infestado de líquenes detrás de un vidrio opaco por su mala calidad y deficiente instalación. Es mejor volverlo a cubrir hasta que otros mexicanos lo sepan apreciar y conservar verdaderamente, más allá de los proyectos eminentemente políticos y ‘turísticos’ sexenales”. Y así fue, el basamento circular volvió a ser cubierto al parejo del resto de la Plaza de la Constitución, de alrededor de 22 mil metros cuadrados de dimensión. Y no se sabrá de él al menos en unos 50 años, el tiempo mínimo de vida que las autoridades de la ciudad auguran a esta nueva remodelación.

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