'Frida Sofía” y la 'zona cero” del caos

lunes, 25 de septiembre de 2017 · 09:40
Los dos días que siguieron al sismo del martes 19 los medios electrónicos, en particular Televisa, sobredimensionaron la tragedia del colegio Enrique Rébsamen, donde presuntamente estaba atrapada una menor llamada Frida Sofía. Elementos de la Secretaría de Marina acabaron admitiendo que esa niña nunca existió. La noticia encendió la inconformidad de los rescatistas y familiares de los afectados, quienes insistieron en que había más cuerpos que rescatar... El viernes 22 la Semar tuvo que rectificar y anunció que los trabajos continuarán.­ CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Desde que los muros y los techos se desplomaron el martes 19, el colegio Enrique Rébsamen –o lo que queda del inmueble– está inmerso en la confusión y la incertidumbre. El terremoto de 7.1 grados Richter redujo todo a escombros. Hasta el viernes 22, los voluntarios y elementos de la Secretaría de Marina Armada de México (Semar) han rescatado 25 cuerpos sin vida: 19 menores y seis adultos, según informó la dependencia. Lo peor de la tragedia es el show montado y transmitido por los canales de Televisa alrededor de Frida Sofia, una inexistente alumna de ese plantel ubicado en Villa Coapa, al sur de la Ciudad de México. Desde el principio elementos de la Semar y algunos reporteros dijeron que ella se había comunicado por medio de “toquidos”; otros comentaron incluso que se habían comunicado con ella. Las horas pasaron, tensas. El show televisivo se prolongó. Decenas de reporteros nacionales y medios de comunicación alemanes, japoneses, centroamericanos, africanos, ingleses y estadunidenses siguieron la información todo el tiempo. Algunos se ubicaron junto a las instalaciones del plantel derrumbado; otros se subieron a las casas aledañas para tomar fotos y videograbar de losas resquebrajadas. Pasaron las primeras 24 horas del movimiento telúrico. Desde las ruinas los brigadistas ordenaban guardar silencio. “¡Que nadie hable –decían–; que nadie camine!”. Sólo se veían los brazos en alto con el puño cerrado. Las excavadoras y los autos apagaron motores; las autoridades pidieron a todos apagar sus celulares para no interferir las señales de los aparatos y escáneres usados para facilitar la localización de los cuerpos sepultados. La esperanza de rescatar a la menor se mantenía aún la tarde del miércoles 20. Pero no aparecía. Cuatro religiosos enfundados en sus sotanas blancas pasaron por la calle Rancho Tamboreo. Llevaban su Biblia y su rosario. Uno de ellos se acercó a consolar a un atribulado padre. Luego se internó en un conjunto habitacional ubicado a unos metros del colegio Enrique Rébsamen. Minutos más tarde se escuchó una ola de aplausos en el plantel. El rescate parecía inminente. El reportero se acercó a Germán Vázquez García, integrante de la Brigada Internacional de Rescate Tlatelolco-Azteca para preguntarle cómo iba la búsqueda. Respondió: “Estamos desde ayer (martes 19). Es muy difícil entrar al lugar donde se supone que está (Frida Sofía). Tenemos planchas de concreto arriba; no se puede trabajar así. Se tiene la idea de que hay una persona y está viva, pero no lo sabemos porque no hemos tenido contacto físico. Se dice que enviaban mensajes desde ayer a las 14:00 horas, pero no teníamos señal de internet… Sería muy difícil que hayan mandado esos mensajes desde aquí.” Al final, Frida Sofía no salió. Horas de zozobra El miércoles 20, un día después del sismo el presidente Enrique Peña Nieto visitó el lugar del desastre. Cerca de la medianoche llegó acompañado de los secretarios de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; de Marina, Vidal Francisco Soberón, y de Educación Pública, Aurelio Nuño, así como del jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera. Nuño declaró a los conductores de Televisa Denise Maerker y Joaquín López-Dóriga, quienes transmitían desde Foro TV: “Las brigadas de rescate nos han estado informando a lo largo del día… que hay una niña con vida y que todos los esfuerzos han estado en poder llegar a donde posiblemente esté. Por eso estamos aquí todos”. El mismo funcionario, quien permaneció en la zona siniestrada varias horas, agregó: “Todos los esfuerzos están en poder encontrar a esta niña y llegar a ella y, eventualmente, a más niños… He tenido contacto con los padres de familia, con los maestros; pero no hemos tenido contacto con el mando de la Marina ni del Ejército; tampoco con familiares de quien pudiera ser esta niña (a quien) se ha identificado como Frida Sofía. No hemos podido contactar a los papás ni algún familiar.” La lluvia arreció. En las calles aledañas al plantel seguían llegando alimentos, medicinas, agua, dulces, ropa, papel, jabón, impermeables; voluntarios donaban cascos y herramienta. La ayuda civil fluyó: los brigadistas la pasaban de mano en mano. La mañana del jueves 21 fue gris. El sol se asomaba de manera intermitente. Hasta que habló Enrique Sarmiento Beltrán, subsecretario de Marina: “Nosotros no tenemos conocimiento, nosotros nunca tuvimos conocimiento de esa versión (en torno a Frida Sofía)… Estamos seguros de que no fue una realidad, puesto que se corroboró con la Secretaría de Educación Pública, la delegación (Tlalpan) y con la escuela.” De nuevo la confusión y la incertidumbre envolvió a brigadistas, voluntarios y reporteros. Desaparecieron los puños alzados, los aplausos. Todos enmudecieron. Se sintieron engañados. Desencanto Ese mismo jueves, elementos de la Semar y del Ejército permitieron a los reporteros acercarse a los escombros del colegio Enrique Rébsamen. En grupos de tres, reporteros o fotógrafos fueron autorizados por el teniente de infantería del Ejército José Luis Zea de la Rosa a entrar a lo que se dio en llamar “zona cero”. Elementos de la Marina –dependencia que coordina los trabajos– le reclamaron al teniente Zea. No querían cámaras ni reporteros, pese a que durante más de 40 horas habían dado facilidades y exclusivas a las televisoras. Los reporteros de otros medios manifestaron su irritación por el manejo de la información en torno a la inexistente Frida Sofía. El recorrido de los reporteros duró unos 10 minutos, lapso durante el cual el teniente Zea comentó que la Semar había caído en “un error muy grave”. –¿Existe o no Frida Sofía? Las autoridades de la Marina dicen que no existe –se le preguntó a Armando Galván Becerril, un voluntario que llegó al lugar el miércoles 20 por la noche y se retiró hasta el jueves 21, a las 17:00 horas. Respondió: –A las 10 de la mañana todavía se escuchaba a Frida Sofía. Yo la escuché. Le preguntaban “¿Dónde estás, Sofía, mi amor?”. Y ella gritaba. Entonces le decían: “Pega dos veces, no te esfuerces”. “Ella se estaba comunicando. Yo no la vi físicamente; a las 11:00 o 12:00 horas ya no contestó. Le hablaban y nada. Cuando se comunicaban con ella eran como la 1:30 de la madrugada (del jueves 21). Había menos gente, menos ruido.” Fue durante la madrugada del jueves 21 cuando los elementos de la Semar decidieron maniobrar con una grúa industrial Grove para sostener las losas. Horas después la dependencia negó la existencia de Frida Sofía. El caso de Reyna Dávila El jueves 21, cuando anochecía, llegaron a las inmediaciones de la zona los familiares de Reyna Dávila, la señora que trabajaba como intendente en la casa de la directora del colegio. Tenía 43 años. Cristian Torres Rivera, esposo de la sobrina de Reyna Dávila, apenas pudo contener el llanto cuando declaró a los ­reporteros: “Queremos que nos la entreguen, sabemos que está ahí. Nuestro corazón dice que está viva, ella es muy fuerte. No queremos maquinaria. No porque sea de intendencia no le van a hacer caso. Eso es lo que da más coraje… Allá adentro hay una televisora que dice que está grabando todo; no es cierto. Dice mi tío –esposo de Reyna, quien se unió a los trabajos de rescate– que están sacando muchos cuerpos y eso no lo quieren decir (las autoridades).” El viernes 22, después de una reunión entre especialistas del Centro Nacional de Prevención de Desastres, de la Secretaría de la Defensa Nacional y de Protección Civil que laboran en el área, la Semar rectificó. Mediante un comunicado, informó que continuarán los trabajos “con el fin de agotar todas las posibilidades de rescate de personas y recuperación de cuerpos”. Esta crónica se publicó el 24 de septiembre de 2017 en la edición 2134 de la revista Proceso.

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