Esto ya cambió: los partidos políticos son indignos de esta juventud: Krauze

sábado, 30 de septiembre de 2017 · 20:05
Como en 1968 y 1985, el sismo del pasado 19 de septiembre reactivó la memoria interna de las generaciones de jóvenes –incluidos los millennials–, comenta a Proceso Enrique Krauze. El historiador conviene en que las calles de las zonas devastadas en la Ciudad de México se llenaron de solidaridad juvenil, pero lo deseable, dice, es que estas formas de organización sean perdurables e institucionalizadas por los mismos jóvenes. Recomienda asimismo que ellos se conviertan en auditores de la política. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- “La memoria interna de las generaciones juveniles está operando de nuevo” tras los sismos del 19 de septiembre, como sucedió antes en el movimiento estudiantil del 68 o el terremoto del 85. Para evitar el riesgo de la desmovilización “es deseable que los jóvenes encuentren formas de institucionalizar esta energía”, es necesario “pasar de la actividad reactiva y crítica a la acción propositiva”, “organizarse para perdurar y auditar -por decirlo así- a los políticos, mientras ellos mismos toman el país en sus manos”, advirtió el historiador Enrique Krauze. “La noticia es ésta para los jóvenes: el terremoto fue su bautizo de sangre en las realidades durísimas de la vida y de la muerte y, sobre todo, de la realidad de la cruel naturaleza de nuestro país. Y no hay vuelta de hoja. Tienen que encontrar formas de organización perdurable y activa”, sentenció el director de la revista Letras Libres. Promotor actualmente de dos iniciativas importantes para ayudar a la reconstrucción: “Adopte un Pueblo” para los grupos empresariales y “Cero spots, diez debates” para las campañas electorales del 2018, Krauze también perfiló en entrevista con Proceso la necesidad de que exista una “contraloría internacional” en el manejo de los fondos de la reconstrucción. Autor de decenas de biografías del poder, Krauze realizó una revisión histórica de esta irrupción de la sociedad civil, de sus consecuencias políticas inmediatas y de la reacción de las autoridades y los partidos frente a la situación de emergencia. “Todos los partidos políticos, sin excepción, son indignos no sólo de esta juventud sino de esta sociedad mexicana que ha mostrado su solidaridad de manera magnífica frente al mundo”, sentenció Krauze. El historiador recomendó que los esfuerzos centrales de la reconstrucción “tiene que ser en el sur del país”. “El terremoto pegó en las zonas más pobres de México. Es muy doloroso. Oaxaca, Chiapas, la sierra de Puebla, Morelos. Gente que ha perdido todo. Parece (este sí) un mensaje cruel de la historia. Es como si los dioses implacables nos dijeran: estos pueblos que han estado olvidados durante tantos decenios o siglos reclaman tu ayuda inmediata. México tiene que orientarse hacia el sur”, reflexionó el autor de Por una Democracia sin Adjetivos. “El Laberinto de nuestra Solidaridad” -¿Qué reflexión histórica cabe ahora frente a los sismos? ¿Hay una simple coincidencia cronológica en las fechas o es un ciclo circular que volvemos a vivir como sociedad? -Conocemos la importancia que tenía el tiempo circular para los antiguos mexicanos, los ciclos de 52 años, cómo estaban pendientes del cielo y la Tierra, cómo los dioses eran dueños del destino de los humanos. Esa cosmogonía pesó mucho. Y creo que hay un consenso: esa cosmogonía les impidió tener la fuerza, la libertad y la imaginación para enfrentar la Conquista española. “En cuanto a la coincidencia del 19 de septiembre, uno tiene la tentación de atribuirla, al menos en parte, a ese ciclo insondable de los dioses de la naturaleza, pero yo creo que no. El verdadero dios (con minúscula) de la historia es el azar. Azarosamente cayó ese día. “La sismología y los geólogos mexicanos han avanzado y han dado muchos elementos de juicio para entender lo que ha pasado. De hecho, desde el año 85 nos han dado explicaciones para entender por qué provocan este daño devastador. Recuerdo la obra de Emilio Rosenblueth sobre el subsuelo arcilloso de la Ciudad de México. “En suma, esto no es obra de los dioses ni de los ciclos históricos. Es obra de la naturaleza. Y en esto, como en todo, estamos obligados a entender a la naturaleza, para llegar, si no a dominarla, al menos a resguardarnos de sus peligros constantes. -Existe una tentación de comparar este sismo con las consecuencias sociales y políticas que ocurrieron en el 85. ¿Cuáles serían éstas? -Una sacudida de tal dimensión en la naturaleza, un hachazo tan sorprendente, tan brutal, tuvo y tiene consecuencias de toda índole, empezando por las psicológicas. La presencia de la destrucción y de la muerte de afectados o desaparecidos, la noción inmediata de qué precaria es la vida, provoca un duelo profundo, natural, necesario. Esa ha sido la primera reacción. Pero junto a ese duelo, lo que provocó el terremoto del 85, y ha vuelto a provocar el terremoto reciente, no es una reacción de abatimiento sino de solidaridad. Esta alentadora reacción de solidaridad en el 85 y en el 2017 tiene un componente juvenil importante. Todos lo hemos visto. Y estamos agradecidos, sorprendidos, de la reacción de los milenials, que muchos consideraban apáticos, apolíticos. Y de pronto nos han sorprendido de una manera magnífica. -¿A qué atribuye esta irrupción de solidaridad? ¿Tiene también raíces históricas? -Creo que hay en el mexicano una inclinación a la solidaridad que Octavio Paz no estudió en el Laberinto de la Soledad. Paz habló del mexicano como un ser ensimismado. (Bueno, así son casi todos los seres humanos. Esencialmente, todos estamos solos). Y decía que el mexicano sale de ese ensimismamiento en breves momentos: en la fiesta, en ese momento gregario del “nosotros” que es la fiesta, y también en la Revolución, o en el relajo como dice Jorge Portilla en su famoso ensayo sobre la fenomenología del relajo. Pero de lo que hablaron poco es el del tema de la solidaridad. “Esta es la huella del particular cristianismo, específicamente franciscano, que vino tres años después de la Conquista. No olvidemos que el Hospital de Jesús se fundó en 1524, va a cumplir casi 500 años, de funcionamiento ininterrumpido. “Fíjate, por ejemplo, en la palabra socorro. Los “socorristas” de la Cruz Roja, la actitud de “socorrer” al prójimo. No estoy haciendo con esto un canto a la Iglesia mexicana que a lo largo de los siglos ha hecho daño en el sentido del control político y la intolerancia religiosa. No hablo del clero. Estoy hablando del cristianismo original de México, el arraigado en nuestro pueblo. En la mujer mexicana y en general en el pueblo mexicano, hay un elemento de solidaridad. Como si de las tres virtudes teologales –Fe, Esperanza y Caridad-, el mexicano pusiera más énfasis en la Caridad. “También en esto cuenta la tradición comunal mexicana que es indígena, la solidaridad interna de las familias, de las vecindades, hasta de las cofradías. Aquí están interactuando, lo digo como historiador, factores muy antiguos que hablan muy alto del espíritu solidario mexicano. De modo que si Octavio Paz dijo que en la Revolución el mexicano sale de su soledad para abrazar `borracho de sí mismo’ a otro mexicano, yo le diría, bueno, también en los desastres naturales el mexicano -no ‘borracho de sí mismo’, sino perfectamente sobrio- abraza a otro, de manera muy consciente. -¿Caemos en un “Laberinto de la Solidaridad” que después no sabemos qué hacer con esta solidaridad? -Es un buen juego de conceptos. Hay que decir que en el año del 85 la solidaridad fue una manera de salir del laberinto de esa política petrificada, de un partido hegemónico, que todavía imperaba en México, con un poder prácticamente absoluto. Y la energía social que salió de esa desgracia natural llevó a la irrupción de lo que desde entonces se llamó “la sociedad civil”. Fue un gran momento de Carlos Monsiváis. Fue él quien perfiló en sus crónicas ese movimiento, disforme en parte, pero que fue encontrando cauces insospechados, por ejemplo, en los movimientos sindicales, los estudiantiles y en la lucha por la democracia. -¿Por ejemplo, en Chihuahua del 86 y en su obra Por una Democracia sin Adjetivos? -Nuestro reclamo de democracia fue anterior pero el terremoto y la irrupción de la sociedad civil lo potenció. Mi ensayo es de 1984, pero salió como un libro en 1986. Por cierto, en abril de 1985 (meses antes del terremoto) Gabriel Zaid publicó en Vuelta un artículo “Escenarios sobre el PRI” donde decía, con todas sus letras, que el PRI podría terminar sus días como consecuencia de un terremoto. Y en buena medida ocurrió. “La respuesta de solidaridad en el 85 condujo a una toma de conciencia política. Entonces, en el norte empezó a ocurrir un cambio político importante, por ejemplo en las elecciones en Chihuahua. Y recordarás que tras el fraude del 86 en ese estado varios intelectuales firmamos una carta pidiendo la anulación de las elecciones, por primera vez en la historia reciente de México. Después vino un desgajamiento del PRI, la Corriente Democrática de Porfirio Muñoz Ledo y Cuauhtémoc Cárdenas y el fraude del 88. “Digamos que fue una bola de nieve que condujo a una serie de hechos, como el movimiento cívico de Salvador Nava y el levantamiento zapatista. Y así, doce años después, cuando ganó Cuauhtémoc Cárdenas en el D.F., México comenzó a superar al viejo sistema de partido único. “En suma, el terremoto del 85 despertó la autoconciencia de un sector importante de la sociedad mexicana que comenzó a actuar en la arena pública. Yo diría que los jóvenes del 85 fueron quienes actuaron en los años noventa, sacaron al PRI de Los Pinos y lograron una transición democrática que, con todo y frágil, finalmente se dio. Cada generación ha hecho su parte. Honor a quien honor merece. El ciclo de las generaciones jóvenes -¿Y el movimiento estudiantil del 68? - El 68 no fue precedido por ningún cataclismo natural. Estuvo precedido por un cataclismo político que fue el hartazgo del autoritarismo del PRI en el régimen de Díaz Ordaz, las continuas represiones y luego, lo más importante, la ola libertaria, crítica, contestataria del mundo. Nació en París, recorrió Estados Unidos, Checoslovaquia, Polonia, Europa occidental, y esa ola de libertad llegó a México. Y los jóvenes mexicanos de entonces nos subimos a ella. La tomamos con pasión solidaria. No olvidemos que hubo cientos de miles de personas en las marchas del 68. Esa generación y esos líderes también merecen un homenaje que México no le ha dado. “El próximo 2 de octubre que será el aniversario 49 de Tlatelolco. Empecemos a pensar cómo en el 2 de octubre de 2018 le rendiremos homenaje a esos héroes, la mayoría anónimos, que pusieron los cimientos de la libertad de asociación, de manifestación, de expresión. Es una libertad acotada ahora por las malas autoridades locales y de los grupos criminales. Proceso ha sido una víctima directa de estos ataques. Pero es incomparable la libertad de México con la muy escasa de entonces. “En suma, las generaciones jóvenes han irrumpido en el escenario histórico en momentos álgidos y han cambiado de manera muy profunda el rumbo del país. Ocurrió en el 68, ocurrió en el 85, y debe ocurrir ahora”. -¿No se explica la actitud de los jóvenes del 85 y del 2017 sin la de los jóvenes del 68? -Fíjate que tienes razón. Los jóvenes conocen la historia de sus padres y la quieren emular. El joven que salió a las calles en el 85 había escuchado la saga de sus padres en el 68 y tenía una dimensión mítica en su mente. Por supuesto, recuerdo cuántas veces le platiqué a León, mi hijo, mis experiencias del 68. En el 85 él tenía 10 años, pero me acompañó al sitio de la tragedia y a varias de las labores de organización que hicimos entonces. “Ese factor de la memoria interna de las generaciones juveniles está operando también. Los jóvenes que salieron a las calles a rescatar vidas, a hacer acopio de víveres, los que vi en la calle de Emperadores, cerca de Petén, perfectamente ordenados con cubetas, con sus guantes, sacando escombros de la manera más ordenada, eran en el mejor sentido un hormigueo humano de solidaridad y de amor por el prójimo. ¡Cómo se abrazaban, qué seriedad tenían, qué silencio imperaba en esa escena! Esos jóvenes seguramente tenían presente la memoria de sus padres del 85. Es una sucesión virtuosa de la memoria histórica” -¿Qué sucederá hacia el futuro, después de este 2017? -Creo que también. Esto ya cambió. Todos los partidos políticos, sin excepción, son indignos no sólo de esta juventud sino de esta sociedad mexicana que ha mostrado su solidaridad de manera magnífica frente al mundo. (Por cierto, creo que hay algo peculiar en esta solidaridad del mexicano. No digo que seamos el único pueblo solidario. Nuestra solidaridad nos da para mandar topos al huracán Katrina aunque el miserable de Trump no lo reconozca). Pero volviendo a la política y a los partidos, es impensable que las campañas presidenciales se desarrollen llenando de basura gráfica, de lemas insultantes y demagógicos y retóricos las bardas de nuestros pueblos y ciudades, hoy tan lastimados. Es impensable e inadmisible que nos inunden de spots en la radio, la tv, los diarios. “Creo que ahora la clase política está obligada, y ya está reaccionando, a debatir frente a la sociedad. Está obligada a tomar en serio a la sociedad. Por primera vez, los políticos van a sentir que tienen un mandato. Y creo que la sociedad sabe, ahora mejor que nunca, que ellos son nuestros empleados. -¿En el 85, la reacción de la sociedad fue contra el PRI, el partido hegemónico, ahora es contra todos los partidos? -Sí, pero espero que se preserve la democracia. México tiene una democracia frágil, pero no tenemos otra estructura, otro andamiaje, y es mejor esta estructura que la que teníamos antes. Está en obra negra, pero no la podemos derruir. No debemos derruir ese método de gobernarnos que se llama democracia. Lo que debemos es tomarla en nuestras manos como sociedad civil, día tras día, para que los gobernantes sirvan y nos sirvan. Para evitar la desmovilización -¿Qué riesgos existen? -Un riesgo es la desmovilización. Lo he visto a lo largo de la historia de las generaciones. Es muy importante que los movimientos sociales, cívicos, busquen cauces para perdurar. “El Vasconcelismo del año 29 fue un movimiento juvenil extraordinario y que tuvo un eco en el 68, pero tuvo la desgracia de que los jóvenes no se organizaron, no se formó un partido vasconcelista. Vasconcelos cometió el error o el pecado de no formar ese partido. Dijo “Yo no son Gandhi” y se fue de México para escribir una obra inmortal, pero pudo haber formado un partido civilista, de centro, que hubiera nacido junto con el PRI y hubiéramos nacido con una democracia bipartidista. Eso fue lo que no hicieron los jóvenes porque su líder se fue y ellos se desencantaron y dispersaron. “Tras el 68, el movimiento estudiantil se desorganizó, tardó tiempo en fraguar partidos, muchos se desesperaron y se fueron a la sierra. Hubo dispersión, cooptación, represión, pero pudieron haber seguido los lineamientos de Heberto Castillo, mi maestro, que decía: “formemos un partido de izquierda”. Esto fue antes de la reforma política de Reyes Heroles. Heberto tenía esa idea desde 1971. Muy clara. Tardó demasiado tiempo en formarse. “En el 85 esa energía juvenil derivó más claramente en movimientos sindicales, universitarios, se orientó hacia los partidos de oposición, terminó por decantarse hacia el PRD o hacia el PAN, y acabó con el sistema político. “Sería muy deseable que los jóvenes, sobre todo ellos, encontraran formas de institucionalizar esta energía, que no necesariamente tiene que ser a través de partidos políticos, pero sí de organizaciones cívicas. Ya no sólo como vigilancia de la reconstrucción de la Ciudad de México, sino también como vigilancia de la reconstrucción institucional, por ejemplo, de la justicia y del combate a la corrupción en México. -¿Cómo deberían actuar frente al futuro inmediato? -Como auditores de la política. Hay muchas cosas que los jóvenes (esos magos de la comunicación digital) pueden hacer. Tienen un lenguaje y un instrumental que mi generación no imaginó. “Bueno, han tenido un momento espléndido. Honrémoslo. Pero la noticia es ésta: el terremoto fue su bautizo de sangre en las realidades durísimas de la vida y de la muerte y, sobre todo, en la realidad de la cruel naturaleza de nuestro país. Ya no hay vuelta de hoja. Tienen que encontrar formas de organización perdurable y activa. “Subrayo la palabra activa, porque hasta antes del 19 de septiembre, su actividad era no pasiva pero reactiva, crítica. Que siga esa actividad. Ya probaron que pueden salvar vidas. Que pueden organizar instantáneamente centros de acopio. Ahora tienen que organizarse para perdurar y auditar –por decirlo así- a los políticos, mientras ellos mismos toman al país en sus manos”. -¿Y las autoridades? ¿Están reaccionando con los mismos reflejos autoritarios del 85? -Yo creo que ahora la reacción del gobierno federal, del Ejército, de la Marina y del programa de reconstrucción ha sido más pronta que la que fue en el 85. Esa la viví. En el 85 el gobierno estuvo pasmado, ensimismado, soberbio y no fue hasta semanas después que organizó una Comisión de la Reconstrucción. Lo cierto es que ahora, con errores, con pifias, con fallas de comunicación, la reacción oficial ahí está. “El ejército ha estado codo a codo en las labores de rescate con la Marina. En el plan de reconstrucción me gusta mucho la idea del reparto directo de dinero en tarjetas. Gabriel Zaid la propuso desde 1973. Que no pase el dinero por la intermediación de ningún gobierno. Que vaya directamente al bolsillo de las personas (de las mujeres, sobre todo) porque ellos saben qué hacer. “Ahora, esto es sólo el principio. Vamos a ver cómo se comporta el gobierno en los próximos meses y cómo los partidos acompañan esta acción de manera solidaria. Vamos a ver. “Adopte un Pueblo” y “Cero Spots y más Debates” -El activismo actual de los empresarios, ¿es similar al del 85? -No lo estuvieron entonces. Ahora se han visto activos, solidarizándose. Ya era hora que lo hicieran. Ya era hora que devolvieran lo mucho que México les ha dado, pero no en palabras, en obras. En recursos. Pero yo voy mucho más allá. “Creo que los empresarios de México tienen que organizar un programa que se llame “Adopte un Pueblo”. Hay cientos sino miles de empresas de gran capacidad económica. Una empresa, un pueblo. O una empresa, un grupo de pueblos. Ni siquiera tendrían que gastar mucho dinero, porque va a haber un fondo de reconstrucción. Ahora, hay que coordinar estos esfuerzos de manera respetuosa con los pueblos. Ellos deben decidir cuál es la prioridad. Me refiero a las construcciones civiles: las iglesias, los negocios, las viviendas. Ayudarlos en eso. Respetar hasta sus estilos arquitectónicos. No se trata de mandarles cajones para que se hacinen. Imagínate cualquier pueblo de la sierra de Puebla o de Morelos que puedan decir este pueblo fue ayudado por la empresa equis. -Existe en estos momentos mucha furia social por la corrupción y también se acusa a los empresarios de ser cómplices. ¿Cómo evitar nuevos ciclos de corrupción tras la reconstrucción?. -El fondo de reconstrucción tiene que tener una sustancial presencia ciudadana. Hay varios ciudadanos que se han distinguido por su solidaridad, no de ahora, sino de mucho tiempo. Deben formar parte de ese fondo. Tiene que ser un fondo transparente. Y, por supuesto, contraloría internacional. "Pienso también en Transparencia Mexicana y Mexicanos contra la Corrupción. Se han caracterizado estas organizaciones por grandes campanazos en el tema de la corrupción. Yo les haría un llamado para que se pongan otra casaca. No sólo de estar contra la corrupción sino a favor de la reconstrucción. Que nos pongan el ejemplo. Que junto con su labor crítica y de revelar la cloaca de la corrupción pasen a una labor activa en cuanto a reconstruir con rectitud. Lograr que esta reconstrucción sea transparente". -¿Cuál debe ser la actitud de los medios de comunicación? Venimos de esta experiencia terrible de Frida Sofía y de los rumores que se divulgan en redes sociales. -Te contesto con cuatro palabras: Cero spots. Diez debates. El ciudadano mexicano no tolerará los spots. Y si los partidos se quieren montar en la tragedia lo pagarán muy caro. Necesitamos debates como los que vimos entre Trump y Clinton. O cuando en las primarias los demócratas y republicanos debatieron entre sí. Esos son debates. En varios formatos. Con jóvenes, con periodistas. Quiero ver a Ciro, a Loret, a Puig, a Aristegui, a Maerker. Quiero ver a Jorge Ramos, a León Krauze, a Patricia Janiot. A Ramón Alberto Garza, a Héctor de Mauleón, a Alejandro Hope, a ti mismo. Quiero ver académicos, intelectuales, escritores dirigiendo esos debates. Y que se debata todo. Y que no nos salgan con que la ley dice que tienen que ser todos los candidatos. Que sean los tres o cuatro candidatos punteros y ya. Debates con las reglas que pongan los que organizan los debates. -¿Qué otras funciones tiene los debates? Los debates canalizan la frustración y, por medio de la razón, acallan a los profesionales del odio. Muestran que nadie tiene la razón total. El odio es una gangrena de la sociedad y nunca ha sido una característica de la sociedad mexicana. Ni siquiera en la Revolución Mexicana. Pero hay en México (como en Estados Unidos, en el mundo de Trump) profesionales del odio que lo propagan en las redes sociales como ondas malignas, ondas sísmicas. Los debates son una clase abierta de civilidad y de crítica, una clase de democracia. Los debates acotan el odio. -¿Ve una solución práctica en las concesiones presupuestales que plantean algunos partidos políticos? -Creo que deben hacer una cesión de sus recursos para la reconstrucción, entre otras cosas porque no los van a necesitar. La sociedad repudiaría bardas, spots, mantas, camisetas, acarreos, porque es obvio que está exigiendo destinar estos recursos a la reconstrucción. -¿Es correcta la reducción de sus recursos públicos? - No creo que se deba suprimir el financiamiento público a los partidos, pero sí creo que debemos hacer una reforma constitucional para reducirlo. Tiene que haber un gran debate legislativo al respecto. En un corto plazo, dadas las dimensiones de la tragedia, sería muy recomendable que renunciaran a buena parte de sus recursos. -¿Y el INE? -Hay que asegurar que el funcionamiento del INE y del TEPJF siga adelante porque no olvidemos que las elecciones las manejan 2 millones de ciudadanos. Este despliegue es absolutamente necesario para la democracia “Por otra parte, el INE tiene que escuchar a la sociedad civil. No puede salir ahora con que la ley limita el formato y número de los debates. Que se introduzca un transitorio. Que se reglamente con sensatez y sentido de libertad. Las personas que conduzcan los debates no pueden ser semáforos. Deben ser unos perros de caza (bajo ciertas reglas), y someter a los políticos a críticas, a todos, sin excepción. “En el caso de los medios, sería positivo ver las cadenas televisivas y las principales de radio tomen la iniciativa para organizar esos debates. No hay razón para que no lo hagan. -¿Es ésta una forma de canalizar esta fuerza social de los jóvenes? -Esto es importantísimo. Cuando Octavio Paz le dirigía cartas a Carrillo Flores, el canciller, durante los meses álgidos del 68, le decía que lo que los jóvenes necesitan es libertad, diálogo, respeto. Quieren escuchar y dialogar con el poder. En ese mismo sentido, esta generación y la del 85, y aún los más viejos, los veteranos del 68, exigimos debates serios. Esa es la mejor manera de canalizar la energía y alentar la participación articulada y civilizada. Ha llegado el momento en México de poner fin a los gastados mensajes doctrinales, piadosos, demagógicos. Necesitamos soluciones prácticas. En México hemos sido muy dados a las doctrinas, pero nos hemos olvidado de soluciones prácticas. -¿Qué se debatiría? -Los cómos. Queremos escuchar cómo se va a reconstruir en los años que vienen la ciudad y los pueblos. Queremos propuestas serias sobre cómo se debe combatir al narcotráfico, sobre el consumo de las drogas, sobre cómo se va a atajar la corrupción, sobre cómo se puede reformar el sistema de justicia. Queremos oír sobre la pobreza y la desigualdad pero no letanías sino ideas concretas, nuevas. Gabriel Zaid ha escrito las cosas más originales sobre el tema (desde hace décadas) y debemos adoptarlas. Y que nos hablen de sus planes económicos, sin demagogia. Con datos duros, con consistencia lógica, con objetividad. La economía mexicana es mucho más dinámica, aunque desigual, que la teníamos en 85. ¿Cómo podemos activar la economía en las zonas pobres? ¿Cómo vamos a enfrentar la alta posibilidad de Trump expulse a los jóvenes mexicanos? ¿Cuál es la actitud que debemos tener frente a EU si (como es probable) se sale de TLCAN? “La economía es tema clave. En mi opinión, el cambio económico en México ha sido notable. Esto no quiere decir que seamos Japón, pero veamos los desastres económicos que han sucedido en otras zonas en AL. Y no dejemos que ningún gobierno convierta a la economía en zona de desastre. Ya tenemos suficientes. “Mirar hacia el Sur” -¿Qué precedentes históricos recuerda de una tarea similar de reconstrucción? Hay muchos, Tokio, Chile. Pero ya que hablamos de historia déjame referir brevemente lo que ocurrió tras el terremoto que arrasó Lisboa el 1 de noviembre de 1755, a la 1 de la tarde, terremoto de más de 9 grados Richter. Derrumbó la ciudad, la gente se fue en la playa creyéndola segura. Y a los pocos minutos sobrevino un tsunami. La ciudad se encendió porque era el “Día de todos los Santos” y por todas partes había veladoras. “El Marqués de Pombal, primer ministro de aquel reino, tomó en sus manos la reconstrucción y creó otra ciudad sobre las ruinas de la ciudad barroca y medieval. Esa nueva ciudad es la bellísima Lisboa. Fue un momento que el Marqués de Pombal supo leer. Y en el que supo actuar. Debemos leer este momento y orientar el esfuerzo nacional sobre todo a los pueblos pobres de México. -¿Es ahí donde debe enfocarse el esfuerzo colectivo? -Exacto. Fíjate cómo el terremoto pegó en la zona más pobre de México. Es muy doloroso. Oaxaca, Chiapas, la sierra de Puebla, Morelos. Gente que ha perdido todo. Parece (ese sí) un cruel mensaje de la historia. Es como si esos dioses implacables nos dijeran: estos pueblos que han estado olvidados tantos decenios o siglos reclaman tu ayuda inmediata. México tiene que orientarse hacia el sur. “La reconstrucción de la Ciudad de México es importante. Tendrá que reconstruirse sobre otros reglamentos. Tenemos que repensarla tomando en cuenta sus condiciones geológicamente precarias. Pero creo que el esfuerzo central tiene que ser en el Sur. El llamado es: volteemos al Sur. -¿Cómo definiría este momento de México? -El gran historiador israelí Gershom Scholem (estudioso de la Cábala) decía que la historia tiene “momentos plásticos” en donde la sociedad tiene de pronto la posibilidad de transformarse de verdad. Me gusta mucho la idea del momento plástico. No es la primera vez que la recuerdo. También en el 85, y creo que no fue desacertada. “Los jóvenes salieron a las calles movidos por una pasión noble, solidaridad, voluntad de ayuda, de caridad, de socorro. Entonces hay que estar a la altura de ellos. Hay muchas ideas, pero debemos llevarlas a la práctica. Importa mucho esto: el sentido práctico. Planteo tres: el Fondo de Reconstrucción con presencia ciudadana, la propuesta “Adopte un pueblo” y la idea que encapsulo en una frase: “Cero spots, diez debates”. “Estamos en un momento plástico. Un momento para cambiar. No lo dejemos ir.

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