Concluyen mapa de fracturas que afectan la infraestructura de la CDMX

jueves, 12 de octubre de 2017 · 12:13
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Luego de casi un año de trabajo, expertos del Centro de Geociencias (CGeo) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) concluyeron el mapa que permite conocer dónde se ubican las principales fracturas que afectan la infraestructura de la Ciudad de México. Dichas fracturas afectan a 15 de las 16 delegaciones de la capital mexicana, pero en especial Benito Juárez, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco, precisamente donde se registró el mayor número de derrumbes de inmuebles tras el sismo del pasado 19 de septiembre. La información es “altamente valiosa, sobre todo ahora para la planeación de la reconstrucción de la urbe luego del sismo”, puntualizó en un comunicado la institución académica. Dora Carreón Freyre, investigadora de la entidad universitaria y responsable académica del Centro de Evaluación de Riesgo Geológico (CERG) de la delegación Iztapalapa, precisó que ese trabajo inició a finales de 2016, como parte de un proyecto impulsado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred) y la UNAM. El proyecto ha permitido identificar la vulnerabilidad física del suelo de la Ciudad de México (susceptible a fracturarse) y estimar la fragilidad social en zonas de fracturamiento, pues este problema afecta de diferente manera a la población, dependiendo del nivel socioeconómico, subrayó. La universitaria ha trabajado en estos temas en la Ciudad de México desde 2007, cuando una fractura que se abrió repentinamente en la delegación Iztapalapa llevó al establecimiento del CERG. “Se realizó el mapa de fracturas en esa demarcación entre 2008 y 2012, años en los que se laboró con los delegados en turno para contribuir a disminuir el riesgo asociado para la población mediante una zonificación adecuada y el diseño de distintas medidas de mitigación”, dijo. Y fue eso precisamente lo que llevó al Cenapred a buscar al equipo de Carreón Freyre, con el objetivo de ampliar la búsqueda y cartografía de dichas fracturas, que afectan a 15 de las 16 delegaciones de la capital mexicana, pero las que tienen mayor número son Benito Juárez, Cuauhtémoc, Iztapalapa, Tláhuac y Xochimilco. “La distribución de las fracturas en la base de la ladera de la Sierra de Santa Catarina, en Iztapalapa, es muy similar del otro lado, en Tláhuac, y también en Xochimilco, en la base de la ladera de la Sierra Chichinautzin. Existe una relación directa entre la aparición de las fracturas y las áreas de contraste entre las zonas del lago y los edificios volcánicos”, explicó. La especialista destacó que al comparar los mapas de fracturas con los sitios dañados por los sismos de 1985 y 2017, se identificó que los edificios colapsados se sitúan en las zonas con más fracturas, especialmente en las delegaciones Benito Juárez y Cuauhtémoc. “Ambas se ubican en una especie de fosa delimitada por dos fallas, que atraviesan la ciudad de norte a sur”. En el caso del área de gran afectación al sur de Iztapalapa, limitando con Tláhuac, señaló que se trata de fracturas que ya estaban reportadas y que en el último sismo se manifestaron como desplazamientos verticales del suelo, de casi un metro. Sobre el origen de esas fracturas en la metrópoli, la investigadora precisó que el principal motivo es el contraste entre los materiales volcánicos y los de relleno del lago. “Se debe estudiar cada zona, porque los contactos litológicos son planos de debilidad, con una distribución distinta en las zonas de transición o de pie de monte, montañosas o lacustres. Por ello, además de conocer los efectos de los sismos en estos tipos de suelo, es importante saber qué tan susceptibles son de fracturarse”. La extracción del agua es el factor que detona y pone en evidencia las debilidades que ya existían en el suelo, pues por el estrés hídrico el subsuelo se consolida y se compacta, y las irregularidades y discontinuidades que ya estaban comienzan a manifestarse o propagarse hacia la superficie, explicó. La universitaria reconoció que el agua es un recurso indispensable, por lo que es fundamental mejorar la gestión del recurso subterráneo en zonas urbanas; además, resaltó, las fracturas no son aleatorias, se pueden cartografiar y predecir hacia dónde se propagarán, que es el objeto de este trabajo. Asimismo, recordó que la Ciudad de México se hunde en promedio de 20 a 30 centímetros al año, por lo que esos desplazamientos deben ser considerados en un plan de reconstrucción a corto y mediano plazos.

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