El Chapo, Kate y Sean

lunes, 30 de octubre de 2017 · 21:07
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En tres capítulos, la serie documental Cuando conocí al Chapo, producida por Netflix, reconstruye pormenores más consecuencias de la cita entre la actriz Kate del Castillo, el narcotraficante Guzmán Loera y el actor estadunidense Sean Penn. Abre con las noticias a partir del famoso tuit, se recogen las declaraciones a la prensa de las autoridades, los titulares aparecidos, los comentarios de presentadores, de intelectuales mexicanos, de su familia y amigos. La propia Kate le va dando secuencia al relato al explicar cuándo escribe el mensaje y su meta. Un resumen que da paso a la descripción de quién es la actriz, en diversas voces. Viene luego el retrato de la vida de El Chapo, su inserción en el mundo del tráfico de drogas. Sinaloa, la tierra fértil, Badiraguato, su pobreza de origen. La segunda parte es la mejor lograda, y recrea el trayecto del encuentro con Joaquín Guzmán Loera paso a paso, desde que los abogados de éste se ponen en contacto con la actriz. Y luego cómo se agrega Sean Penn. La publicación del artículo en la revista The Rolling Stone y el escándalo desatado a partir del conocimiento público del encuentro. La narradora sigue siendo Kate del Castillo. En el tercer capítulo aparecen las consecuencias de los actos de todo el elenco: el narcotraficante, los actores, las instituciones del Estado. Para El Chapo la captura y posterior extradición, justo cuando Donald Trump está por asumir la presidencia; Para Kate la persecución de parte del gobierno mexicano; para la red de inteligencia policiaca nacional el descrédito. Los dichos de televisoras y periodistas. El gobierno de México reaccionó en exceso, lo cual le dio la posibilidad a la actriz de mostrarse como víctima, cuando en estricto sentido no había cometido ningún delito. Realizado con profesionalismo, sin escatimar recursos de producción, recogiendo imágenes del lugar de los hechos, editando a cortes breves que le dan agilidad y una fotografía impecable, el relato deja varias dudas: ¿Por qué en el tuit la mención a El Chapo y no a cualquier otro delincuente? ¿Enviar el mensaje fue sólo un impulso? ¿Es creíble la inocencia de Kate, o como ella afirma, su “inconciencia” al reunirse en secreto con un hombre buscado por la ley, prófugo y acusado de múltiples delitos? ¿Es posible creer en que, sin previo acuerdo Penn planteara la entrevista al estar frente a El Chapo cuando el tema era una película sobre la vida del capo?  ¿La posterior traición de Penn a Kate? Al carecer de contexto, el documental se queda en una mera defensa a ultranza, que asumen incluso algunos de los analistas incluidos en la cinta.   Ella se apoya fundamentalmente en el abogado de Guzmán, en el testimonio de su familia y amigos. La visión es la de Kate del Castillo y no tiene contraste. Su alegato frente a cámaras, sentada en una sencilla silla ante el ciclorama en negro, adecuadamente iluminada, es convincente, por momentos se aprecia genuino, pero los elementos que la rodean eliminan el efecto de veracidad. Parece actuación, persona y personaje fundidos. Pese a tantos detalles, siguen preguntas abiertas: ¿Cuál era el objetivo? ¿Qué fue lo realmente acontecido?. Este texto se publicó el 29 de octubre de 2017 en la edición 2139 de la revista Proceso.

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