Pedro Infante, un siglo sembrando amor por doquier: su hija Lupita

sábado, 18 de noviembre de 2017 · 20:07
Al cumplirse una centuria del nacimiento del intérprete y actor mazatleco que hizo de “Amorcito corazón” el himno de los enamorados en la película Nosotros los pobres (1947), su hija Lupita Infante Torrentera lo evoca con emotividad, respeto y admiración. En esta semblanza acompañada de los comentarios de Rafael Aviña, hoy más que nunca parece verdadero el dicho “Pedro Infante no ha muerto, vive en el corazón del pueblo mexicano”, surgido a raíz del accidente de aviación del Ídolo de Guamúchil en Mérida, Yucatán, hace 60 años. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Y sigue la leyenda… El intérprete de música vernácula y actor de la Época de Oro del cine mexicano Pedro Infante, tras los 100 años de su nacimiento (acaecidos este 18 de noviembre del año en curso) y a seis décadas de su fatal accidente (15 de abril de 1957) no pasa inadvertido para las nuevas generaciones, a decir de su hija Lupita Infante Torrentera, también cantante. Según ella, la trascendencia de su papá es por el legado que dejó: “Grabó alrededor de 430 canciones. Tocaba el violín, la guitarra, la batería, el piano, y aprendió por su cuenta a manejar un sinnúmero de instrumentos. Trabajó en 59 películas, le encantaba actuar y le cautivaba estudiar, tengo una libreta toda escrita en inglés por él… Le deleitaba hacer ejercicio, le fascinaban las motos, los coches, los aviones y la ropa. “Y la verdad, me impacta la cantidad de gente que ayudó. Muchos que lo conocieron lo describen como relajiento, pero nadie habla mal de él. Existe esa anécdota de que estaba llena la Plaza México y como afuera también había muchas personas, se salía con el mariachi a ofrecer otra vez el espectáculo. Ese amor lo sembró por doquier.” Al Panteón Jardín donde yace su última morada, destaca la también albacea de la familia que acudieron este 15 de abril unas “cinco mil almas”. Enfatiza al instante: “Van cinco generaciones que van al panteón. No puede ser que tenga mi papá seis décadas de muerto y sigan las niñas acercándose para decirme: ‘¡Si su papá viviera, yo sería su novia!’.” Sigue su charla con Proceso: “Pedro Infante se muere a los 39 años. Joven concibe hijos. Llega a tener tres familias, estables o medio estables. Con mi mamá, la actriz Lupita Torrentera, procrea a tres hijos. Con la también actriz Irma Dorantes, una hija; adopta otra hija con todas las de la ley con María Luisa León, quien fue la única con quien se casó. Él sale de Culiacán, Sinaloa ya conocido pues cantaba en la mejor radiodifusora de allá, y en la Ciudad de México le cuesta su trabajo; pero en dos, tres años, ya está en la XEW. ¿Que lo rechazaron en RCA? Pues sí… Como un torero, enfrenta corridas buenas y corridas malas.” –¿Influyó su abuelo paterno, Delfino Infante García, quien era maestro de música, en su papá para tocar instrumentos? –Definitivamente. Mi abuelo era filarmónico, medio serio y exigente; pero mi papá lo adoraba y es con quien aprende todo. Después mi papá se decide cantar. Le consigue trabajo a mi abuelo, porque le dijeron: ‘Oiga, Pedro, queremos que se venga a la mejor orquesta de Sinaloa’. Y el respondió: ‘Voy, pero si contratan a mi papá también’.” Infante Torrentera contaba con cuatro años de edad cuando murió el llamado Ídolo de Guamúchil (lugar donde él se crió), pero nació en el puerto sinaloense de Mazatlán. Como descendiente, ella narra que ha investigado todo” acerca del protagonista del filme Dicen que soy mujeriego (1949) de Roberto Rodríguez. “¡Es mi pasión! Mi mamá también y la tengo sana, salva y preciosa. Yo trato de rescatar a mi papá en todo: escritos, charlas, canciones, filmes, en fin. He encontrado muchas historias y nunca ninguna fea de él.” Rememora que su progenitor intervino en 59 películas, porque “le encantaba actuar”. A su parecer, destaca que de lo más importante es la trilogía que filmó con Ismael Rodríguez, Nosotros los pobres, Ustedes los ricos (1948) y Pepe El Toro (1952): “Los últimos 10 filmes que hizo los produjo él y Antonio Matouk. Su finalidad era ser director. Tenía muchas ganas de dirigir.” Modelo y mito A su vez, el investigador y crítico de cine Rafael Aviña opina a este medio sobre la gran figura de los filmes La vida no vale nada (1955) de Rodríguez, y Dos tipos de cuidado (1953), con Jorge Negrete, de Rogelio A. González: “La vigencia de Infante se localiza en esa nostalgia por un México que perdimos, que desapareció. Un México ingenuo, unido a las tradiciones nacionalistas. Un México sólo reconocible en las películas de la época de oro donde la corrupción, la violencia, la ignorancia y la estupidez no existían o al menos eran mínimas. “Si como personaje poco o nada les interesa a las instituciones, como mito celebratorio y modelo kitsch tiene impacto, representa en sí el ascenso y caída de nuestro cine, y de nuestro país en ese contexto en el que surgió: los años cuarenta y cincuenta.” El director de cine Ismael Rodríguez le contó a Lupita Infante Torrentera que le pidió al actor que ya no piloteara aviones: “Mi papá raptaba a don Ismael y leían los guiones en el aire. Le dijo mi papá: ‘Yo quiero morirme volando y yo no voy a dejar de volar’. También era su pasión.” –¿Cómo le llegó ese entusiasmo por pilotear, cómo aprendió? –Estaba muy adelantado a todo… Llegó a tener siete aeronaves, entre avionetas y aviones. Con mi mamá se cayó la segunda vez [1949]. Su primer accidente aéreo fue en Guasave, Sinaloa [1947]. Andaban mucho en avión. Se iban a Acapulco y regresaban; a San Antonio y regresaban. Tomó clases con un señor, a quien le regaló una de sus primeras avionetas en agradecimiento de que lo enseñó a volar. Quizás empieza a volar para salir a trabajar a provincia y viajaba mucho a Centro y Sudamérica. El lunes 15 de abril de 1957 copiloteaba una Consolidated B-24 de TAMSA y la aeronave se desplomó en Mérida, Yucatán. Sobre las historias de que fue el peso de la fayuca lo que desplomó al avión, Infante Torrentera dice que antes le enojaba que se divulgara eso sin pruebas; ahora ya no, incluso cuando le surgen “un sinnúmero de hijos” al galán del cine nacional (“ahora todo se soluciona con el ADN, por fortuna”, agrega). –¿Cómo es eso de que a su papá le gustaba la ropa? –En Guamúchil vivía pegado a donde llegaban los trenes. Me han contado que él se pasaba horas y horas viendo bajar y subir a la gente, y veía sus ropas. Él le ponía a sus chaquetas hombreras, para verse más acinturado. Le encantaba el zapato perfecto, los pantalones perfectos, con pinzas, que apenas se usaban. Cinco museos Anexa que de chico trabajó en una carpintería, “y nunca dejó ese oficio”. Relata que el también Pepe El Toro (como muchos le llamaban por la tríada fílmica con Rodríguez), grabó en la disquera Peerless (hoy de Warner Music) 330 canciones, de las cuales alrededor de 98 interpretó en las películas: “En Orfeón rescatamos más de cien. Con un amigo, Carlos González de León publicamos hace años un cancionero que contiene 435 melodías (Proceso, 1421). Las más famosas son las de las películas, que eso lo maneja Rogelio Azcárraga. ‘Las mañanitas’ son algo insólito. Después seguirían ‘Amorcito corazón’ y ‘Cien años’; de las de ambiente sería ‘La carta a Eufemia’, que se grabó esta vez con banda sinaloense para el disco Pedro Infante. 100 años. Él la interpretó en tres películas... “La máxima canción de mi mamá es ‘Enamorada’. No sólo aquí se venden bien sus discos, también en Estados Unidos. Hace dos o tres años me pasaron un informe, al respecto, y era el artista que más vendía. También en Latinoamérica.” Hacia el 2004, Lupita Infante Torrentera creó el museo itinerante: “Lo componen 500 objetos, y todos pasaron por una curaduría y pruebas de legitimidad. Rompió récord de visitas en Monterrey en 2011, a pesar de que eran momentos difíciles (por la violencia). Lo he llevado sólo a siete ciudades, porque la verdad sí es difícil el traslado. Ahora estamos ingeniándonosla para llevarlo a Estados Unidos y España, a todos los lugares que nos lo han pedido.” Informa que desde este sábado 18 de noviembre se puede visitar el nuevo museo fijo dedicado a su papá en Guamúchil, con el cual ya suman cinco los espacios museísticos para el protagonista de Tizoc (1956), de Rodríguez, cinta con la cual obtuvo el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín, Alemania, un premio póstumo, y lo mismo que el Globo de Oro en Estados Unidos. “Les digo que el museo está más grande que Guamúchil. Es un proyecto del gobierno de ese municipio en Salvador Alvarado, Sinaloa. Me pidieron autorización”, explica. José Antonio Valenzuela Meza es el director del museo, el cual cuenta con pantallas interactivas con material bibliográfico de Infante. También en Guamúchil, la Lotería Nacional imprimió un billete conmemorativo con la imagen del artista. Los otros cuatro museos son: el de la zona centro de Guamúchil, donde vivían los papás del artista, el cual seguirá abierto; el de Cuajimalpa, Ciudad de México; el de mero Mazatlán, y el de Isla Arena, Campeche. La hija del participante en ATM ¡A toda máquina! (1951), también de Rodríguez, ha lanzado el disco Pedro Infante. 100 años, de Universal Music, con 13 letras cantadas por Shaila Dúrcal, Kinky, José María Napoleón, Pablo Montero y Alicia Villarreal, entre otros. El 19 de este mes se transmitirá por Canal 2, a las 18:30 horas, un concierto grabado el 4 de octubre en Guamúchil, donde ella condujo y cantó. Informa que Rubén y Santiago Galindo preparan una serie de televisión sobre la vida de Pedro Infante. Ahora, intentará crear la Fundación Pedro Infante. Finalmente, el especialista Rafael Aviña suma el aporte del artista a nuestro cine: “Un carisma fuera de serie. Se trastocó en el amigo del pueblo. Dejó el personaje solidario, alegre, desmadroso, viril, mujeriego, querendón, divertido, arrojado y capaz de llorar sin vergüenza alguna.” Este texto se publicó el 19 de noviembre de 2017 en la edición 2142 de la revista Proceso.

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