Anaya el predestinado: candidato por encima de todos, sólo él y nadie más

domingo, 10 de diciembre de 2017 · 19:08
CIUDAD DE MÉXICO (proceso.com.mx).- La tramoya que Ricardo Anaya montó en el World Trade Center, este frío domingo, fue de predestinado. Sólo él, nadie más, es el candidato presidencial del amasijo derecha-izquierda llamado “Por México al Frente”. Con porras de cientos de acarreados y arrebujado por las cúpulas de los partidos coaligados, el anuncio de la candidatura presidencial de Anaya, oculta con maña durante dos años, fue muy parecido al ritual del dedazo en el PRI o la inevitabilidad de Andrés Manuel López Obrador en Morena. En el único y largo, muy largo discurso –una hora con 3 minutos que evocaron las alocuciones de Fidel Castro–, Anaya ni siquiera mencionó que en el Partido Acción Nacional (PAN) habrá elección interna, según la convocatoria emitida anoche, que prevé una elección, el 11 de febrero, en la que podrán participar los 280 mil militantes. Nada. Anaya, quien ve su candidatura como un hecho consumado,  redujo implícitamente, también, a calidad de patiños a los panistas o “ciudadanos”, que también prevé la convocatoria, que se inscriban si reúnen 28 mil firmas de afiliados en menos de un mes. Este mediodía en el salón Olmeca del World Trade Center, en la Ciudad de México, Anaya se proyectó como el candidato del PAN y de la alianza con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), cuyas cúpulas concurrieron al acto en su honor. --¿Con este acto quién se va querer inscribir para competir contra Anaya? --Nadie --respondió el exdiputado Juan Pablo Adame. --¿Se vale? --Había que mandar un mensaje de unidad. Y sí: La unidad de la cúpula del PAN es total en torno de Anaya. Hasta personal de comunicación social del CEN trabajó para difundir la unción. Sólo faltó la presencia de su sucesor, Damián Zepeda. Hubiera sido demasiado. Por eso Juan Carlos Romero Hicks y Luis Ernesto Derbez valoran si convalidan la elección con su derrota segura o sirven de comparsas a Anaya. Ernesto Ruffo, por otras razones, ya lo descartó. Sólo hubo tres actos de desdén: El jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, descarrilado como aspirante presidencial, envió como representante a su secretario particular, Luis Serna, y Antonio Gali fue el único de los 12 gobernadores del PAN que no asistió, porque no es militante o porque sigue a las órdenes de su antecesor, Rafael Moreno Valle, enfurecido con Anaya. Y los ciudadanos sin partido tampoco asistieron: A excepción del excanciller Jorge Castañeda, ninguna de las personas que firmaron el desplegado, el 24 de octubre, fue invitado ni asistió, ni siquiera la comisión de diálogo con el Frente Ciudadano por México, uno de los cuales, Jorge Javier Romero, decidió separarse por la postura “ambigua” del PAN ante la Ley de Seguridad Interna. En su largo mensaje, Anaya tuvo dedicatoria para Felipe Calderón, quien lo ha criticado severamente: Igual que Vicente Fox, lo acusó, no atacó las bases del régimen: “Quedó intacto el pacto de impunidad” con los priistas. Y en referencia también al gobierno de Enrique Peña Nieto, a quien jamás menciona, redondeó: “Nosotros no queremos llegar a la Presidencia para ser los administradores en turno de la tragedia nacional. Queremos llegar para transformar la realidad del país”. Él, dijo, no lo hará, porque el compromiso de “Por México al Frente” es cambiar el régimen político ante “más de lo mismo” que representa el priista José Antonio Meade, y las “locuras” de López Obrador…

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