Haochen Zhang y la OFUNAM

jueves, 1 de febrero de 2018 · 19:10
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Pasada la acostumbrada sequía musical que en México imponen las celebraciones navideñas y que se prolonga hasta mediados de enero cuando menos, las orquestas, solistas y otros conjuntos paulatinamente retoman sus actividades. Fue así como, el pasado fin de semana pudimos escuchar de nueva cuenta a la Orquesta Filarmónica de la Universidad (OFUNAM), bajo la dirección de su titular, el italiano Massimo Quarta, teniendo como solista a un pianista de excepción: Haochen Zhang, nacido en China. El programa, realizado en la Sala Nezahualcóyotl por supuesto, tuvo dos obras de Sergei Prokofiev (1891-1953), la brevísima Marcha de la suite extraída de su ópera El amor por tres naranjas, y el Concierto para piano y orquesta No. 2, y una de Jean Sibelius (1875-1957), su 5a. Sinfonía. Dos compositores contemporáneos entre sí de la primera mitad del siglo XX, ambos muy interesantes a nivel global y esenciales en cada una de sus naciones, pero también bastante diferentes. El pianista, por su parte, es uno de esos fenómenos que se dan de cuando en cuando. Hoy ya es un “viejo” de 27 años que anda por el mundo de continente en continente y de orquesta en orquesta. Y alguna razón debe haber para ello ya que, por ejemplo, en el 2009, cuando tenía 19 años, ganó el muy importante Concurso Internacional de Piano Van Cliburn, que lleva ese nombre en honor a otro enorme instrumentista fallecido apenas en el 2013, y que fuera el ganador indiscutible de la primera edición de la competencia de piano más prestigiada del mundo, el Concurso Tchaikovsky de Moscú. Programa grato que, al abrir con la alegre Marcha de apenas dos minutos de duración, despertó el entusiasmo del público y lo predispuso para recibir bien el no muy convencional, pero agradable al oído Segundo Concierto, que es todo un reto para el intérprete. Sin alardes, tranquilo, incluso afable, pero con una enorme seguridad, Haochen Zhang abordó el Andantino, que de entrada exige gran vigor digital y muestra lo que serán los otros tres movimientos y su conclusión de tal naturaleza que el compositor la nombró Allegro tempestoso. Impecable diría de esta ejecución de Zhang en la que tuvo perfecto equilibrio el dominio técnico y lo artístico, ese feeling que no puede describirse pero que está o no está, se siente o no se siente y que, sin duda, marca diferencia entre una y otra ejecución. Massimo Quarta igualmente mostró el entendimiento necesario para el acompañamiento de un concierto como éste y, en el resto del programa, se condujo con elegancia y aplomo. No es sencilla la quinta de Sibelius y su tercer movimiento es un poema, pero un poema lleno de contrastes que hay que manejar con gran delicadeza por momentos, pero gran fuerza en otros, y sin que la orquesta se “dispare” jamás. La OFUNAM y su director cumplieron a cabalidad el cometido. Buen inicio de año musical, esperamos que concluya mejor.

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