Casi niños, protagonistas de la violencia en Ecatepec

miércoles, 14 de febrero de 2018 · 01:36
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Cuando el priista Eruviel Ávila fue por primera vez alcalde de Ecatepec entre 2003 y 2006, nacieron quienes ahora son estudiantes de secundaria, los mismos a quienes después, como gobernador del Estado de México, hasta apenas el año pasado, dejó a expensas de la delincuencia en ese que es uno de los municipios más violentos del país. Ser originario de Ecatepec sólo le sirvió para su propaganda y llegar a la casa de gobierno en Toluca. Ahora, como vicecoordinador de la campaña de José Antonio Meade, está más lejos que nunca de lo que viven los habitantes de Ecatepec, cuyos recursos y destino manejó seis años como presidente municipal y seis como gobernador. El laboratorio Pobreza, Violencia y Gobernabilidad, de la Universidad de Standford, junto con la organización no gubernamental Cauce Ciudadano, trabajó durante meses en escuelas secundarias en ese municipio que es además el más peligroso para las mujeres, de acuerdo con el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio. Comenzaron con un programa de talleres en secundaria para reducir la violencia contra las mujeres. Pero como la violencia en Ecatepec no sólo es un asunto de género, decidieron encuestar a estudiantes de secundaria para conocer el grado de exposición que tienen a la violencia. Los encuestados, hombres y mujeres, fueron casi mil 387 estudiantes de secundaria con una edad promedio de 13 años y medio. Aunque la principal conclusión es que la existencia de factores de riesgo no implica que los jóvenes vayan a ser víctimas de la violencia, los resultados dados a conocer la semana pasada demuestran cuán expuestos están esos jóvenes a la delincuencia común y a la delincuencia organizada, como ha ocurrido en todo el país. Para empezar, casi la mitad de los encuestados (46%) dijo que trabaja o ha trabajado; es decir, que no están concentrados sólo en la escuela. Y cuando están en ella, la violencia está integrada en su cotidianidad. Seis de cada diez, por ejemplo, refirió tener compañeros agresores; dos de cada diez, dijeron pertenecer a una banda o pandilla, y también 20% manifestó que es fácil o muy fácil adquirir droga, principalmente inhalantes y mariguana. Entre 13 y 9% dijo tener acceso fácil a la cocaína, la piedra y tachas, ácidos y cristal. La presencia de grupos de delincuencia organizada tampoco les es ajena. Un 12% aseguró que les han ofrecido trabajar para ellos. Además de que 5% dijo haber pagado “derecho de piso”. Fuera del ámbito escolar, casi la mitad indicó que escucha disparos en su colonia y que han sabido de robos, además de que tres de cada diez saben que se extorsiona donde viven. Ellos mismos, en 20%, han sido protagonistas de hechos violentos en los que se ha utilizado armas blancas. Un 15%, es decir, 208 estudiantes, incluso dijeron que han estado a punto de morir y 8% ha sido testigo de un homicidio; además de que 21% reportó que tiene a un familiar o amigo desaparecido. Generalizada, la violencia forma parte de la normalidad de las nuevas generaciones, que son cada vez más resistentes a ella y por tanto menos exigentes de la función capital del Estado, que es la de garantizar la integridad de las personas. Comentarios: @jorgecarrascoa

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