El desencuentro de Los Beatles y Elvis

miércoles, 21 de marzo de 2018 · 12:34
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El 27 de agosto de 1965, una semana después de que Elvis Presley regresó de Hawai tras filmar otro churro, Los Beatles entraron por los portones de su mansión californiana en Los Ángeles para conocerlo y salir decepcionados, según cuenta el biógrafo de El rey del rock’nroll, Peter Guralnick, autor de The Last Train to Memphis en Careless Love. The Unmaking of Elvis Presley (1999). Aquella casota había sido el punto de partida para Elvis hacia la meditación Kriga Yoga, la espiritualidad y libros como La vida impersonal, Autobiografía de un yogi, y Allende los Himalayas, debido a encontrarse muy cerca de uno de los pocos centros de estudios que aceptaban todos los credos y un solo Dios a finales de los sesenta, gracias a su estilista Larry Geller. Elvis tenía motivos para sentirse mejor después de volver triunfante a los estudios de grabación hacia mediados de 1965, logrando que su disco de cántico góspel superara más de un millón en ventas: “Crying in the Chapel”, éxito que no lograba desde “Return to Sender” por 1962. Ese tiempo, el mundo había vivido la irrupción de un nuevo fenómeno en la música, con el movimiento de rock “La ola inglesa” y sus abanderados The Beatles. El rey los admiraba, si bien sabía que su trono se hallaba amenazado, y en ocasiones le enfadaba la falta de respeto que solían mostrar Los Beatles, Bob Dylan y Los Rolling Stones con el público y los fans; pero sobre todo estaba envidioso de la libertad que aquellos artistas claramente sentían y exudaban. A sus 30 años, pensaba que alguna vez también él había disfrutado esa misma libertad, alcanzando la vanguardia de la revolución, aunque ahora se avergonzaba de escuchar su propia música y ver sus propias películas. Su manager, El Coronel Tom Parker, estaba consciente del impacto que Los Beatles habían producido a partir de su aparición en El Show de Ed Sullivan en 1965 y envió un telegrama a nombre de Elvis deseándoles suerte en su gira por los Estados Unidos. Posteriormente se reunió con el manager del cuarteto, Brian Epstein, llevándole obsequios para el Cuarteto de Liverpool. Algunos intentos se hicieron para juntar a los cuatro chicos con Elvis y cantar una rola justo al final de la película Paradise, Hawaiian Style, pero el contrato con United Artists lo prohibía. Los Beatles llegaron a las 10 de la noche en medio de una caravana de patrullas y un montón de agentes de seguridad contratados por El Coronel; sin embargo, cientos de fans se arremolinaron en los portones de Bel Air. Los cuates de Elvis (apodados “La Mafia de Memphis”: Joe, Marty, Alan, Red, Sonny, Billy, Richard, Mike, Chief, más Larry y Jerry Schilling), al lado de Priscilla (la prometida del Rey), Joanie Esposito y las demás mujeres o novias del gang aguardaban ansiosas en la mansión. Todo mundo esperaba emocionado la visita de Los Beatles; no obstante Elvis se mostró indiferente, sentado en el largo sofá blanco con forma de “L” en la zona privada, mirando un televisor sin sonido cuando sus invitados entraron. Se levantó para darles la bienvenida, les presentó a Priscilla y algunos de sus amigos, y entonces agarró un bajo que conectó en un amplificador frente a la TV. “Mohair Sam”, el jit de Charlie Rich que acababa de entrar a la lista de éxitos musicales sonaba en la rocola, y Elvis lo acompañaba tocando una y otra vez, jugueteando con las cuerdas del bajo mientras su mente parecía ausente como si nada más le importara. Al final todos se relajaron un poco y los acontecimientos tomaron su propio curso. Ringo Starr jugó billar con Richard Davis y Billy Smith; George Harrison, quien se veía más pacheco que los otros muchachos cuando llegó, se fumó un pito de mota con Larry Geller y hablaron de hinduismo junto a la alberca; John Lennon y Paul McCartney, después de un cotorreo sin demasiada coherencia, eventualmente tomaron un par de guitarras y comenzaron a palomear con Elvis un ratito, en tanto El Coronel y Brian Epstein apostaban sobre la mesa de café adaptada como ruleta de casino. Escribe Guralnick: “La reacción general de Los Beatles fue de decepción, su respuesta a Elvis una mezcla punzante de coraje y desilusión. ‘Para ser honesto, describiría a Elvis aquella vez como un tipo mamón y aburrido’, declararía más tarde el jefe de prensa beatle Tony Barrow (‘empero sé que Ringo disfrutó su partida de billar’). De cualquier forma, intercambiaron invitaciones: ¿Por qué no aceptaban Elvis y sus cuates visitarlos el fin de semana? Elvis de inmediato lo desaprobó; tendría que checar su agenda, les dijo, si bien quizá algo podría resolverse. “Al día siguiente, Joe llamó al road manager de Los Beatles, Malcolm Evans, para declinar formalmente; sin embargo, los cuates de Elvis seguían emocionados con la invitación, y el sábado Jerry Schilling se presentó por cuenta propia a la casa que rentaban Los Beatles en Benedict Canyon, regresando al día siguiente con Marty y Richard. John Lennon salió a su encuentro para confesarle a Jerry cuán significativo había sido para él conocer a Elvis y que le suplicaba que se lo dijera, pues ‘si no hubiese sido por Elvis, yo no sería nadie’. “Jerry le transmitió su mensaje a Elvis. ‘Yo estaba simplemente emocionadísimo, por supuesto, y se lo conté a Elvis, pero no me dijo ni una palabra, como que sólo se sonrió. Y eso fue todo’.” Años después, a comienzos de los setenta, Elvis se reunió con el entonces presidente Richard Nixon y le propuso combatir “el lazo entre la cultura jipi de las drogas y el mensaje de los grupos comunistas”. Por supuesto, El rey del rocanrol se refería a emprender una cruzada contra Los Beatles. Curiosamente, Elvis Presley gustaba de las rolas de Los Beatles y les grabó “Yesterday”, “Something”, “Hey Jude” y “Get Back” antes de morir el 16 de agosto de 1977 por una sobredosis, hace 40 años.

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