El PRD no tiene remedio: lo "jodió" la corrupción, dice Agustín Basave

lunes, 19 de noviembre de 2018 · 09:50
Para Agustín Basave, exdirigente del Partido de la Revolución Democrática, la crisis de este instituto político que derivó en su ruina actual, al grado de colocarlo al borde de la extinción, se debe en buena medida a la corrupción que impera en él. En entrevista con Proceso, Basave narra pormenores del colaboracionismo perredista con Bucareli y revela que para las elecciones estatales de 2016 le propuso a Andrés Manuel López Obrador una alianza entre Morena y el PRD pero “dijo que no”. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El Partido de la Revolución Democrática (PRD) está corrompido hasta la médula, sentencia Agustín Basave, quien lo presidió en plena crisis, que empeoró y ahora, por más intentos que se hagan, ya no tiene remedio. “Una de las razones de la descomposición del PRD, la más importante, es la corrupción”, afirma Basave, que atestiguó la penetración del gobierno de Enrique Peña Nieto y de políticos como el priista Javier Duarte y el panista Rafael Moreno Valle. “¿Cuándo se jodió el PRD? Cuando la derrota se volvió rentable”, ubica Basave, quien presidió el partido nueve meses y padeció el corrosivo poder de las corrientes que, también por odios mutuos y el canibalismo, prefieren perder con los enemigos externos que con los internos. –¿Fue entonces la corrupción la que “jodió” al PRD? –Sí, la corrupción en su sentido más amplio. Corromper, dice la Real Academia, es echar a perder algo. Echaron a perder el PRD las tribus, no una en particular. Dicen unos que Alianza Democrática Nacional (ADN), otros que Nueva Izquierda. No: Todas, en mayor o menor medida, lo echaron a perder. “Porque, además –añade–, no es sólo esa penetración de los gobiernos priistas, federal o estatales, eran muchas cosas. Cuando llegué era hasta entonces la peor crisis en la historia del PRD y acepté por el pequeño masoquista que llevamos dentro, pero ahora está peor y ya no tiene remedio.” Basave asumió la presidencia de ese partido el 7 de noviembre de 2015, tras la elección federal en la que irrumpió Morena, el partido encabezado por Andrés Manuel López Obrador, otro factor que comenzó a minarlo hasta que, en la elección de julio, lo colocó a punto de la extinción. En amplia entrevista con Proceso el jueves 1 de noviembre, dos semanas antes del Congreso Nacional del PRD celebrado este sábado 17 –que discutió su sobrevivencia–, Basave revela pormenores de la corrupción de las corrientes internas, que hasta se autodenominan “tribus”, que son las que ejercen el poder y no los órganos estatutarios. Fueron las corrientes las que lo invitaron y lo querían sobre todo “para lavarse la cara” y seguir sus complicidades con el PRI y Peña Nieto, el “priñanietismo”, como él lo llama, así como con gobernadores como Duarte y Moreno Valle. Amigo del asesinado candidato presidencial Luis Donaldo Colosio y priista hasta 2002, Basave era simpatizante del PRD y, tras ser invitado como diputado federal “externo”, las corrientes le propusieron presidir ese partido, que era un desastre. No le entusiasmaba hacer política, pero lo convenció su hijo mayor, del mismo nombre: “Me dijo: ‘Papá, no te están pidiendo que hagas política, te están pidiendo que hagas historia, para bien o para mal”. Pese a sus reservas, aceptó: “De los más mañosos, la idea era que yo le lavara la cara al PRD, que diera una buena imagen y que ellos siguieran controlando el partido. De los bien intencionados, que son muy poquitos, sí era la idea de cambiar”. Un viejo amigo perredista, que no identifica, le preguntó a Basave qué haría si las corrientes, que tienen el poder, querían controlarlo. “Yo tengo una bala de plata”. –¿Cuál? –Mi renuncia. Porque es mi ficha de negociación. Si en determinado momento hay una negociación muy importante, donde me quieran doblegar, pongo mi renuncia sobre la mesa y los doblo. Así fue, dice Basave: “Entré y la bala de plata que yo pensaba usar al año con algo importante, la tuve que usar inmediatamente. La tuve que usar por las alianzas y primero intenté –y esto nunca lo he dicho públicamente– la primera alianza del PRD con Morena”. Sólo cuando no fue posible lograrlo con Morena para las elecciones estatales de 2016 –“por la vía de Ricardo Monreal le mandé decir a Andrés Manuel y dijo que no”– se planteó ir con el PAN, encabezado por Ricardo Anaya. Y fue esa decisión la que exhibió la corrupción de las corrientes del PRD, que se oponían –dice– a aliarse en ocho estados, sobre todo en las elecciones de gobernador de Veracruz e Hidalgo, que Peña Nieto y Miguel Ángel Osorio Chong, entonces secretario de Gobernación y aspirante presidencial, querían retener a como diera lugar. Maletines de dinero  Licenciado en sistemas por el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM), maestro en administración pública y políticas públicas en la estadunidense Universidad de Purdue y doctor en ciencia política por la Universidad de Oxford, Basave pactó con Anaya ocho candidaturas comunes, cuatro para cada partido. Sin embargo, cuando expuso ese acuerdo en la “mesa de las corrientes” –“que no existe estatutariamente, pero es el verdadero poder”– en una reunión celebrada el lunes 11 de enero de 2016 en el hotel Sevilla Palace, encontró una oposición rotunda al acuerdo con Anaya. Basave tuvo noticias de algo que pasó el fin de semana en la sede del PRD: “Gente que trabaja en el partido, de la gente buena, me contó que había llegado un señor de Veracruz con portafolios y había entrado a ver a algunos conspicuos líderes del partido”. También supo de otra cosa: “Me enteré de que había un arreglo del gobierno con algunos miembros del PAN y del PRD para que hubiera alianzas en sólo cuatro estados: Puebla, Oaxaca, Zacatecas y Durango. Nada más. Eran las únicas que permitían”. Pero además, añade, había dos estados que el gobierno de Peña no quería perder por nada: “El priñanietismo no quería que se hicieran alianzas en Veracruz, por su tamaño, y en Hidalgo, por ser el estado de Osorio Chong. Tampoco querían en otros, pero decían: ‘ahí no pasan’”. Así que cuando encontró oposición en la “mesa de corrientes”, decidió usar su bala de plata: “Ya había impreso mi renuncia y me la guardé en la bolsa del saco”. Ahí, el mexiquense Héctor Bautista, jefe de ADN, una de las corrientes mayoritarias, dijo que no estaba de acuerdo en hacer una alianza con el PAN en ocho estados, porque eran “demasiadas”. –¿Qué tiene que ver el número? –respondió Basave. –Es que el mandato del Congreso Nacional es que las alianzas con el PAN sólo pueden hacerse en circunstancias excepcionales. Y como son 13 elecciones estatales para gobernador, menos de la mitad son seis.  Basave le respondió que, para él, “la excepcionalidad” era el saqueo en esos estados. “Tenemos que sacar esos gobiernos del PRI y la única manera de hacerlo es en alianza. Esa es la excepcionalidad, no el número”.  El líder de otra corriente, que no quiere identificar, propuso volver a crear la comisión de alianzas, que a petición de él se había disuelto, para volver a negociar con el PAN, y él le respondió: “¿Tú crees que yo voy a aceptar que me desautoricen, cuando ya me había autorizado antes el CEN? No voy a hacer el ridículo y llegar con Anaya y decirle que, ya terminadas las negociaciones, dice mi mamá que siempre no y vengo con estos chaperones para volver a empezar. ¡Están locos si creen que voy a hacer eso!” –No lo tomes así –le respondieron–, sería como apoyo, un cuarto de al lado. –No, no, los cuartos de al lado son otra cosa –respondió, pero siguió la oposición, sobre todo en la alianza en Veracruz. “Eran puros pretextos. Entonces saqué mi carta de renuncia y les dije: ‘Yo les advertí que de florero no sirvo, que yo iba a asumir la presidencia a cabalidad, y si lo que quieren es que yo sea una figura decorativa, búsquense otro’.” Y remató: “Mientras yo sea presidente del PRD, las decisiones de las alianzas del PRD se van a tomar en Benjamín Franklin, no en Bucareli”.  Se hizo un silencio total. Se puso de pie y salió del hotel hacia su oficina del PRD en la avenida Benjamín Franklin, a donde, hora y media más tarde, llegaron los jefes de las corrientes para pedirle retirar su renuncia a cambio de que ellos retiraran su propuesta de rectivar la comisión de alianzas. Les dijo entonces que, como ya estaba reunido el CEN, de una vez se votaran las alianzas. “No, danos tiempo para pensar”, le respondieron. “No, ahorita se vota o hago efectiva mi renuncia irrevocable”. Y ganó la votación.  –¿Esa oposición obedecía al maletín del hombre de Veracruz? –No me consta –responde Basave–, porque no lo vi ni sé a quiénes se lo llevaron, si es que se lo llevaron. Pero no me queda la menor duda de que el gobierno, el priñanietismo, estaba operando con todo adentro del PRD. –¿Quiénes eran los más opuestos a las alianzas? –En ese momento los que más se oponían eran los de ADN. Pero eso es engañoso, porque eso haría pensar que donde podría haber estado operando el gobierno era con ADN y no es cierto. ¡Estaba en todos lados! ¡Se metía en todos lados! Y se metía a veces para una cosa y para otra.  Hubo otro perredista que se refirió al “maletín” del misterioso personaje de Veracruz: Fernando Belaunzarán, de la corriente Galileos, quien tuiteó ese 11 de enero: “Me indigna que dirigentes del PRD prefieran aceptarle la renuncia a Basave antes que devolverle la maleta a Javier Duarte”. En el caso de la alianza del PAN en Puebla obedecía a que el exgobernador Rafael Moreno Valle sí la quería, en acuerdo con la corriente Nueva Izquierda, liderada por Jesús Ortega, pero él se negó.  “En la primera se enojó mucho ADN, en la segunda se enojó Nueva Izquierda. Yo tumbé esa alianza en Puebla y fue una bronca tremenda en el CEN, pero yo la tumbé: ‘Con ese señor no’, les dije.” Aunque las alianzas fueron exitosas, porque arrebataron al PRI Veracruz, Quintana Roo y Tamaulipas, esas decisiones de Basave hicieron insostenible su permanencia al frente del PRD. “¿Tú crees que les gustó que los doblegara? Me la cobraron. Yo quería ser árbitro, pero no hacían caso. Yo usé mi bala de plata, pero de ahí en adelante fue una cantidad de pleitos internos y hacían labor de zapa en el CEN.” Por eso renunció pasadas las eleciones, el 2 de julio de 2016: “¿Cómo podía yo presidir el partido? Pude haber nadado de muertito, pero me propuse no hacerlo desde el principio, porque me parecía indigno”. No tiene remedio Representante del gobieno de Chihuahua, que encabeza el panista Javier Corral, Basave padeció la falta de solidaridad en la política de austeridad que practicó ante la crisis financiera del PRD. Viajaba solo en vuelos comerciales y por carretera para ahorrar, pero no había reciprocidad. “¡Les valía madre! ¡Seguían en lo mismo! Es más, me atacaban. Las reuniones del CEN eran puros pleitos, broncas y bloqueos, sabotajes, todo”. En la elección de Chihuahua, donde no hubo alianza con el PRD, perredistas como Guadalupe Acosta y Belaunzarán apoyaron a Javier Corral y los de otras corrientes exigieron a Basave expulsarlos. Les tomó la palabra: “Les dije: ‘¿Saben qué? Tienen razón, hay que empezar a expulsar. Nada más que vamos a empezar con los corruptos y luego nos seguimos con los indisciplinados’. Ahí se acabó la discusión. Nadie me volvió a pedir expulsiones”. Y es que, además de la penetración de los gobiernos federal y estatales, la corrupción­ del PRD se refleja en los comportamientos. “Es la rijosidad en las corrientes, los odios entre tribus y los rencores tribales. Le importa más a una tribu ganarle a la otra una candidatura, aunque pierda la elección y gane el PRI o quien esté en el poder. Importa más el pleito interno que el pleito externo. Y eso hace un daño gigantesco al PRD.” Este reportaje se publicó el 18 de noviembre de 2018 en la edición 2194 de la revista Proceso.

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