Incertidumbre, expectativa y oportunidad, el panorama económico para el 2019: Guillermo Perry

martes, 8 de enero de 2019 · 10:54
La gran oportunidad para el presidente Andrés Manuel López Obrador es mantener la apertura comercial, la confianza del sector privado y el equilibrio fiscal. Eso “puede marcar una diferencia importante con respecto a los gobiernos anteriores; eso sería muy bueno para México”, comenta a Proceso el economista colombiano Guillermo Perry, el exjefe para América Latina del Banco Mundial y profesor visitante de la Universidad de Harvard. Aunque advierte: este 2019 no será un año fácil. BOGOTÁ (Proceso).- Con estas tres palabras: incertidumbre, expectativa y oportunidad, el consultor internacional Guillermo Perry define el panorama económico que enfrentará México este año, el primero del sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador. “No será un año fácil, pero López Obrador tiene la oportunidad de sentar las bases de un gobierno que le dé a México crecimiento económico y más equidad”, asegura el exjefe para América Latina del Banco Mundial y profesor visitante de la Universidad de Harvard.  En entrevista con Proceso, el asesor económico de varios gobiernos latinoamericanos explica que la incertidumbre que vivirá México este año llegará por dos vías:  una será la interna y surgirá por el rumbo que tomen las definiciones que irá haciendo López Obrador en su primer año de gestión; la otra será externa, por la compleja coyuntura que atraviesa la economía internacional. La expectativa, señala Perry, se centra en saber si el primer gobernante mexicano de izquierda en casi cuatro décadas optará por un modelo económico que respete los equilibrios macroeconómicos y financieros. “López Obrador puede seguir el camino que han seguido presidentes de izquierda a los que les ha ido bien en lo económico, como Lula en Brasil y Evo Morales en Bolivia, quienes siguieron políticas fiscales y monetarias rigurosas, o puede seguir el camino de Venezuela, que conduce a un desastre”, afirma el doctor en economía del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Considera positivo que el presupuesto de egresos de México para 2019 refleje una especial preocupación por la disciplina macroeconómica al establecer entre sus metas un superávit fiscal primario del 1%, que sería el más alto de la última década, y una inflación de 3.4%, que sería la menor en tres años. Todo esto, mientras hay un aumento importante en el gasto social y en la inversión pública y una disminución en los costos de operación del gobierno por la disminución de salarios de los altos funcionarios y los recortes en dependencias del Ejecutivo y el Poder Judicial. Prudencia macroeconómica Para Perry, el presidente mexicano está en condiciones de demostrar en el arranque de su gobierno que es posible profundizar las políticas de desarrollo social sin descuidar los equilibrios macroeconómicos. “López Obrador tiene la oportunidad de corregir algunos errores del modelo que se ha seguido en México, que no ha sido suficientemente audaz y agresivo en política social, y de demostrar que es posible que la izquierda mexicana haga un buen gobierno”, señala el economista.  Dice que si el presidente mexicano mantiene la apertura comercial, la confianza del sector privado y el equilibrio fiscal –al tiempo que ejecuta una política social más activa y lleva a la práctica el combate frontal a la corrupción que ha prometido– “puede marcar una diferencia importante con respecto a los gobiernos anteriores. Eso sería muy bueno para México”.   “López Obrador tiene esa oportunidad”, puntualiza Perry. Esto, explica, porque “es muy cierto que México todavía tiene inequidades muy grandes y niveles de pobreza (50.6% en 2016) que no debería tener un país con ese grado de desarrollo”. El economista colombiano, quien fue ministro de Hacienda en su país, insiste en que en la posibilidad de López Obrador para llevar a México a un nivel más alto de desarrollo social pasa necesariamente por la prudencia macroeconómica. “En esta época –asegura– ninguna nación emergente se puede dar el lujo de tener una política fiscal o financiera descuidada y de crear pánico entre los inversionistas sin sufrir una crisis económica; nadie puede combatir eficientemente la pobreza en medio de una crisis.” Y pone como ejemplo de esto a Venezuela, donde los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro ahuyentaron la inversión con cientos de expropiaciones, gasto público excesivo y una “corrupción descomunal”. En los últimos cinco años, ese país ha perdido el 44.5 por ciento de su producto nacional. En cambio, dice Perry, otros gobiernos de izquierda “que no cometieron estas locuras” pudieron ejecutar las políticas sociales que sacaron de la pobreza a millones de personas, al tiempo que lograron expansión económica.  Este es el caso, además de Lula y Evo Morales, de los gobiernos de Tabaré Vázquez y José Mujica, en Uruguay; de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet, en Chile, y de Rafael Correa, en Ecuador. “Ellos hicieron políticas macroeconómicas y financieras responsables, pudieron producir bienestar social y sus países crecieron a tasas razonablemente altas”, indica Perry. Dice que la diferencia entre los gobiernos de izquierda exitosos y los que han acabado con profundas crisis económicas –como el de Maduro en Venezuela y el de Cristina Fernández en Argentina (2007-2015)– es que “a los que les fue bien se esmeraron, sobre todo en sus primeros años, en ser muy, muy prudentes, en materia macroeconómica”. Y esto, afirma Perry, es “especialmente importante para un gobierno de izquierda como el de López Obrador, a quien le haría muy bien mostrar en estos primeros meses de su administración, y a lo largo de su primer año, que va a ser muy estricto con el manejo fiscal”.    El neoliberalismo, una calamidad  De acuerdo con las perspectivas de crecimiento que han divulgado organismos multilaterales, instituciones públicas, consultoras privadas y la Facultad de Economía de la UNAM, México debería crecer alrededor de 2% en 2019. Este porcentaje está a la mitad de la expansión económica del 4% de la meta que fijó el propio López Obrador para su sexenio. En julio pasado, ocho días después de su triunfo electoral, aseguró durante una reunión con dirigentes de la Confederación de Cámaras Industriales (Concamin) que aspiraba a crecer a un promedio de 4% anual. Las estimaciones del Banco de México, la Secretaría de Hacienda, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial, la Facultad de Economía de la UNAM y las consultoras Moody’s y Barclays arrojan en promedio una expectativa de crecimiento de 1.93% para la economía mexicana este año. Ese porcentaje es mayor a los que registraron en su primer año de gobierno Enrique Peña Nieto, Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Miguel de la Madrid, a los cuales López Obrador ha criticado por ser “neoliberales” en materia económica. En su toma de posesión, el pasado 1 de diciembre, el presidente de México aseguró: “La política económica neoliberal ha sido un desastre, una calamidad para la vida pública del país”.  Según cifras del Banco de México y la Cepal, durante los seis sexenios “neoliberales” a los que se refiere López Obrador (1982-2018), la economía creció 2.43% cada año, en promedio. Pero una parte de ese porcentaje fue devorada por el crecimiento poblacional, lo que se tradujo en que el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita apenas creciera a un promedio de 0.86% al año. Para los economistas, el crecimiento es imprescindible para poder realizar una política social eficiente mediante la creación de empleos bien remunerados y para redistribuir la riqueza. De acuerdo con Guillermo Perry, la historia demuestra que hay una asociación estrecha entre el aumento de los ingresos per cápita de los países y los niveles de salud y de educación de sus habitantes, la calidad del trabajo que desempeñan, el control del deterioro ambiental y el disfrute de bienes y servicios culturales y recreativos. “Es imposible visualizar una nación socialmente equitativa sin un proceso sostenido de expansión económica”, afirma el profesor de economía de la Universidad de los Andes en Colombia. Asimismo, considera “razonable” la expectativa de crecimiento de 1.93% que en promedio dan a México diferentes organismos para este año.   Dice que en este momento hay mucha incertidumbre por el periodo de volatilidad por el que atraviesa la economía internacional y por lo que va a pasar en el gobierno de López Obrador. “Las proyecciones de crecimiento para la economía mexicana (en 2019) son conservadoras porque reflejan estas preocupaciones. En realidad, México debería estar creciendo a tasas muy por arriba del 2%”, insiste el entrevistado. Esto, explica, porque Estados Unidos todavía crece a tasas altas para una economía desarrollada (2.9% en 2018 y 2.5% este año, según el Banco Mundial) y ese impulso tendría que “empujar más” a la economía mexicana.  Eso no está ocurriendo “porque es claro que hay mucha prevención de los inversionistas extranjeros y mexicanos, grandes y pequeños, con las políticas que pueda hacer López Obrador, en especial luego de que (en octubre pasado, antes de tomar posesión) decidió suspender las obras” del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco.  “Entonces, lo que crecerá México este año dependerá de las decisiones que vaya tomando el presidente. El crecimiento puede ser mayor al 2%, si genera medidas de confianza, o puede ser menor, si ocurre lo contrario. Y también va a depender de lo que está ocurriendo en la economía internacional”, indica el consultor económico. La preocupación internacional Guillermo Perry señala que el momento que vive la economía mundial “es muy delicado” por una eventual guerra comercial que puedan desatar las políticas proteccionistas del presidente estadunidense Donald Trump; por las tendencias a la desaceleración en China y en la Zona Euro, y por la expectativa del alza en las tasas de interés en Estados Unidos. Esto, dice el entrevistado, ha provocado una caída en los precios de las materias primas –entre ellas el petróleo, que es fundamental para las finanzas públicas mexicanas– y gran volatilidad en los últimos meses en los mercados bursátiles de varios países. En las naciones emergentes ya se han producido salidas de capitales, lo que ha causado crisis graves en Argentina, cuya economía se contrajo 2.6% en 2018, y en Turquía, donde se espera un estancamiento para este 2019.  “Es previsible que este año se dificulte más el acceso de los países emergentes a los mercados de capitales. Y esto es particularmente importante en el caso de México, por el grado de integración que tiene con estos mercados”, explica Perry. Agrega que en una coyuntura de esta naturaleza México tiene que ser “especialmente cauteloso” en sus políticas macroeconómicas. El hecho de que el año pasado se haya logrado una exitosa renegociación del TLCAN (ahora llamado T-MEC) entre México, Estados Unidos y Canadá da “un muy buen respiro” al gobierno de López Obrador, quien de paso aprovechó ese proceso para patentizar su respaldo al acuerdo y al libre comercio, lo que es, reitera, “muy positivo”. Es un hecho que muchos de los análisis que se hicieron en México sobre los efectos económicos del cambio de gobierno –en especial luego de la cancelación de las obras del NAIM– omitieron el complejo contexto internacional y su impacto sobre todas las economías latinoamericanas. El índice de riesgo-país –que determina los costos del crédito– aumentó en el último año para todas las naciones de la región. El de México sigue siendo más bajo que el de Brasil y Argentina. Desde el triunfo electoral de López Obrador, el 1 de julio pasado, hasta el pasado miércoles 2 de enero, el peso mexicano ha sido la moneda latinoamericana que mejor ha capoteado la volatilidad de los mercados de capitales. En ese lapso ha logrado una apreciación del 1.68% frente al dólar. En el mismo periodo, las monedas de Chile y Colombia se devaluaron 5.4% y 11.0%, respectivamente. La Bolsa Mexicana de Valores ha resentido con más claridad el nerviosismo de los inversionistas por el cambio de gobierno y el complejo entorno internacional. En los últimos seis meses, su principal indicador se contrajo en 11.31%, el segundo porcentaje más alto de la región, después del de la bolsa colombiana, que cayó 14.1% durante ese lapso.   Las bolsas de Brasil y Argentina, en cambio, rompieron en ese periodo una larga racha de pérdidas y lograron una recuperación en sus indicadores. “La incertidumbre –asegura Perry– va a causar este tipo de altibajos en todos los países de la región, y en México esta situación se sentirá con más intensidad por las políticas que irá tomando el nuevo gobierno de izquierda (de López Obrador).”    Este reportaje se publicó el 6 de enero de 2019 en la edición 2201 de la revista Proceso.

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