"Belzebuth": El México diabólico de Emilio Portes

viernes, 11 de enero de 2019 · 12:13
Tres años después de filmar El crimen del cácaro Gumaro, el director Emilio Portes estrena Belzebuth. El mal está por nacer, estelarizada por el popular actor nayarita Joaquín Cosío en el papel del agente Ritter, encargado de investigar una ola de infanticidios en la frontera norte del país. Proceso entrevista a ambos sobre esta primera película de horror de Portes, quien ya en 2011 había llamado a Cosío para interpretar al diablo Chucho en su comedia infernal Pastorela. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Belzebuth. El mal está por nacer es el cuarto largometraje del mexicano Emilio Portes, y aunque desde su incursión en el cine mezclaba la comedia con el terror, nos hallamos con el primer proyecto suyo totalmente de horror, protagonizado por Joaquín Cosío. “Cuando me llegó este guion me enamoré, como me sucedió con películas de terror de los ochenta como Cronos, La cosa (El enigma de otro mundo), Pesadilla en la calle del infierno y El exorcista (que cumplió 45 años el miércoles 26). “Al leer el texto de Belzebuth, pensé: ‘Debería suceder en la frontera de México y Estados Unidos’, donde creo que ubicar una cinta de terror aflora realmente el terror y los miedos que nosotros tenemos como mexicanos”, expresa en entrevista Portes, también realizador de Conozca la cabeza de Juan Pérez, Pastorela y El crimen del cácaro Gumaro. El cineasta, nacido en la Ciudad de México en 1976, se siente aliviado tras “un trabajo arduo y duro” por el estreno de Belzebuth, que será el 11 de enero de 2019. En la trama (que se desarrolla en español e inglés), el agente Emmanuel Ritter (Cosío) investiga una serie de infanticidios en la frontera de México y Estados Unidos, para descubrir que los crímenes parecen estar ligados a la llegada del antiguo demonio Belzebuth. Para detener esa crueldad, Ritter deberá enfrentarse a sí mismo antes de confrontar a las fuerzas del bien y del mal. A decir de Portes, el nuevo largometraje contiene varios temas “muy arraigados en nuestro subconsciente guadalupano-católico, judeocristiano, que hacen que afloren estos miedos que traemos y además están anclados en el México real y actual, nada velado; no estamos tratando de inventar un México que no exista en la  frontera, la cual que muy complicada. Y esta mitología ocasiona que ahí el terror esponje”. En Belzebuth actúa además el célebre estadunidense Tobin Bell (Saw: Juego macabro). También participan Tate Ellington, José Sefami y Giovanna Zacarías, entre otros. El guion del filme, de 114 minutos, lo construyeron Luis Carlos Fuentes y Portes. El productor es Rodrigo Herranz Fanjul, quien inició en la industria fílmica en 1998. Ha apoyado las cintas Mi vida dentro y Batallas íntimas, de Lucía Gajá; Conozca la cabeza de Juan Pérez y Pastorela, de Portes; No quiero dormir sola, de Natalia Beristaín, y Esa era Dania, de Dariela Ludlow.

Ventana paranormal

–¿Cómo construyó al personaje policía Ritter que interpreta Cosío, una víctima de las circunstancias y que al mismo tiempo pelea? –se le pregunta al director. –Evidentemente el plano actoral de Joaquín es brutal. Un hombre rudo, violento y terrorífico, que además posee matices de fragilidad y de ternura. Todo eso saca al policía del estereotipo, un personaje que es uno de los eslabones más polémicos de nuestra sociedad y es a quien se le encomienda esta ventana paranormal, donde debe confrontarse con su condición de policía mexicano y de repente tomar decisiones morales para salvar a la familia que perdió. Rememora que cuando leyó el guion supo enseguida que el papel principal era para Cosío: “Era difícil que este largometraje lo interpretara alguien más, un poco por la sensibilidad que Cosío posee al acercarse a estos personajes, sabía que iba a poner en otro nivel a Ritter.” Pasó lo mismo cuando empezó a buscar al personaje del sacerdote forajido y excomulgado por la Iglesia que hace Tobin Bell: “Poco a poco nos dimos cuenta que había muy pocas opciones para encontrar a un buen actor que tuviera esa edad, esa presencia escénica y de alguna manera todo se fue acotando y llegamos a Tobin, quien igual se enamoró del guion. Creo que quedó como anillo al dedo y nos encanta que sea una figura muy reconocida en el circuito de terror.” –¿Cómo fue elaborar los efector especiales, ya que no son tan exagerados? –En una película de terror el realismo debe ser creíble porque es donde se sustenta el suspenso. Era un reto que los efectos especiales tuvieran ese realismo, esa credibilidad, y lo fabuloso es que la mayoría no son efectos protagónicos. No se comen las actuaciones de los protagonistas. Espero que el público salga más conmovido por el trabajo que hace Joaquín. Los efectos son tan importantes como la música o el diseño sonoro que buscan sugestionar y hacer creer por un rato que todo es real. Para Portes, después de crear tres películas de comedia “y que de alguna manera siempre coqueteaban con el terror, fue muy refrescante meterse de lleno a algo que siempre me gustó y que sigo amando, el género de terror”.

Cosío y el terror social

El actor Joaquín Cosío se integró a Belzebuth “para laborar en un género que no habían trabajado y a invitación de Portes, lo cual es más que suficiente para decir que sí, para aceptar, porque de antemano he trabajado con él y sabía que me esperaba algo serio e interesante”. Cuenta a Proceso: “Al leer el guion, pensé: ‘Todo esto es una gran historia, para mi gusto está muy bien narrada’. Desde luego genera una angustía e incertidumbres de cómo voy a actuarlo, de qué manera voy a ser poseído por el demonio, cómo voy a resolverlo y bajo que técnica puede uno trabajar ese trance desconocido...” Cosío ganó el Ariel por Mejor Coactuación Masculina en 2010 con su interpretación de El Cochiloco en la cinta El infierno, de Luis Estrada, e igual ha sido nominado en esa categoría por La delgada línea amarilla (2016), Pastorela (2012) y Matando Cabos (2005). Con humor, explica: “Los actores nos alimentamos de la vida diaria, es decir, todo mundo hemos perdido a un ser querido, todos hemos sufrido el desamor, el rechazo; nos han corrido de nuestro trabajo, nos hemos peleado. ¡Pero es muy difícil que platiques con alguien que fue poseído!: ‘Oye, y ¿cómo te fue, cómo te sentías? y ¿cómo veías el mundo?’. Fue una invitación fascinante en todos los sentidos, una gran incertidumbre que me generó y por lo tanto una gran expectativa.” Belzebuth es una película de género de horror, pero también con mucho contenido social porque retrata la situación de México. –¿Cómo ve ese reflejo de la situación de México a través de esta película? –Insisto en hablar de Emilio Portes como uno de los directores de cine jóvenes más talentosos con quien contamos actualmente en México, y lo digo porque conozco sus largometrajes y logra conseguir, aún siendo comedia como Pastorela, plantear una circunstancia social que vivimos en realidad; ahí no está mintiendo, su ficción tiene una conexión directa con lo que estamos viviendo, con lo que nos sucede. “Belzebuth es una película violenta, intensa; pero la gran parte de ese miedo lo consigue a través de una gran metáfora de la violencia, es decir: Los asesinatos iniciales son de una violencia extraordinaria y nos dan pie para entrar a una historia, donde además las frases tipo ‘Los demonios andan sueltos’ o ‘Se les metió el diablo’, son reales”. –Es usted un policía, cuando en México casi no se cree en la eficacia de las personas con este oficio. ¿De dónde sacó los hilos para remendar al agente Emmanuel Ritter? –Emmanuel Ritter ya estaba en el guion, lo que hace uno es prestarle la voz, el cuerpo, la energía y sobre todo mis pensamientos. En ese sentido, Ritter estaba ya construido con mucha habilidad. Es un personaje que se convierte en varios, es un hombre muy interesante que como actor me significó una gran aventura dramática. Es un personaje que inicia de una manera, las circunstancias lo convierten en otro, y luego otras circunstancias lo transforman en otro… hasta que finalmente acaba convertido en algo diametralmente opuesto a lo que inició. Me parece una gran fortuna poder entrar a construir un personaje que se va convirtiendo en varios. Confiesa que se exige mucho a sí mismo cuando interpreta una cinta y manifiesta: “Todo fue una experiencia nueva, pero bien conducida por Emilio. El trabajo de los niños es impresionante, es decir, conseguir que los infantes lleguen a ese estado dramático, que sea real, te asombra. Y actuar con Tobin Bell, quien es una estrella emblemática del cine de terror en Estados Unidos, se agradece y disfruta”. Este texto se publicó el 30 de diciembre de 2018 en la edición 2200 de la revista Proceso.

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