'El Rey León”: un frío remake

viernes, 19 de julio de 2019 · 20:52
MONTERREY, N.L. (apro).- Esta nueva aventura de El Rey León (The Lion King, 2019), hecha por Disney en live action, es un prodigio de digitalización hiperrealista. Los animales de la selva realmente hablan y se expresan, perfectamente antropomorfizados. Pero la proeza visual se desvanece frente a su carencia de emociones. La manada se comunica, pero su interacción es fría. De esta forma, el remake queda como solo un intento por rescatar la magia deslumbrante de la cinta animada homónima de 1994, que se convirtió en un clásico instantáneo. En ese tiempo, la primera película sin personajes humanos de la fábrica de sueños del Ratón Miguelito, fue considerada la mejor de la historia. Inscrita en el canon, el reverenciado musical descansaba en paz. Ahora lo revive Jon Favreau, con la misma técnica de live action que empeló para hacer la magnífica refacturación de El Libro de la Selva que, por el contrario, fue bastante efectiva y entrañable. Esta historia es prácticamente una calca de la anterior: el pequeño Simba presencia el asesinato brutal de su padre Mufasa y, persuadido por su malvado tío Scar, huye del hogar para rumiar su culpa entre animales pacíficos. Hasta que un día decide regresar por el trono que le pertenece, aunque deberá desafiar a las fuerzas perversas que ahora gobiernan la sabana. La única sorpresa en este regreso de Simba es la presentación de los animalitos humanizados. El trabajo de doblaje es excepcional, en una historia que mezcla algo de tragedia con mucho humor. No se puede pedir menos a una producción de este tamaño y con estas credenciales. Sin embargo, la anécdota se cuenta visualmente en estado frío. Tal vez la ingeniería de imágenes no les permitió hacer más expresivos a los seres, pues no se observan emociones mayores. El atormentado Simba, el avieso Scar, la voluntariosa Nala, los simpáticos Pumba y Timón, todos se quedan muy cortos en sus intentos por conmover. La captura de los paisajes africanos es insuperable. Como en un documental mágico, se retratan paisajes idílicos de la selva y todos sus habitantes. Pero es en la proyección de los estados sicológicos, el fondo espiritual, donde la producción falla. El drama shakespeareano, tan lleno de diálogos grandilocuentes, difícilmente puede trascender sin una acertada dramatización. Incluso se ve flaca la gran escena del combate en el desenlace, que en la versión anterior animada era sorprendente y emotiva. La música original, que aquí se repite, conserva su antigua fuerza. Hans Zimmer y Elton John hicieron un soundtrack mágico, que aquí se recicla espléndidamente, con los números ya conocidos. El Rey León tiene nueva envoltura, brillante y atractiva, pero su contenido no tiene calidad mayor.

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