El último suspiro de Víctor Jara

sábado, 18 de septiembre de 2004 · 01:00
Santiago de Chile, 17 de septiembre (apro) - La mañana del 11 de septiembre de 1973, Víctor Jara partió de su casa ubicada en el barrio Colón, poco después de las 09:00 de la mañana, con destino a la Universidad Técnica del Estado (UTE), donde debía cantar en la inauguración de una exposición cultural antifacista, la que sería inaugurada por el presidente Salvador Allende, quien, además, anunciaría la realización de un plebiscito en el que se decidiría su permanencia al mando de los destinos de la Nación Víctor y su esposa Joan se enteraron por radio de la sublevación Él sintió que era su deber estar con sus compañeros de la UTE, donde trabajaba realizando diversas actividades de extensión cultural y partió en su citroneta: “Volveré en cuanto pueda mamita… Tu sabes que tengo que ir… mantén la calma”, le dijo a su amada Joan –como ella relata en su libro Víctor Jara: un Canto Truncado-, y partió con su guitarra a entonar la canción más triste que su alma prístina pudiera imaginar Víctor, junto al millar de personas, entre estudiantes, funcionarios y profesores que habían acudido ese día a la Universidad, permanecieron ahí hasta el día siguiente, en su mayoría a la espera que se acabara el toque de queda que decretó la Junta Militar y que duró hasta el mediodía del 12 de septiembre Al amanecer de ese día la Universidad fue atacada a cañonazos y metrallas e invadida por efectivos del Ejército Las mujeres fueron dejadas en libertad y los varones, que eran alrededor de 600, fueron tendidos en el piso de un gran patio, boca a bajo, posición en la que permanecieron entre las 08:00 de la mañana y las 03:00 de la tarde, y donde fueron golpeados a culatazos; y pisoteados Los que trataron de escapar, y un camarógrafo de televisión que quiso registrar aquellas escenas, fueron asesinados en el acto Los demás fueron trasladados al estadio “Chile”, un recinto techado ocupado para actividades deportivas y culturales ubicado a pocas cuadras del lugar y en el que Víctor Jara se había consagrado, al obtener el primer premio del Festival de la Nueva Canción Chilena, realizado en 1969, con su canción “Plegaria de un Labrador” El abogado Boris Navia narró a Apro cómo recuerda esa experiencia: “Entre bayonetazos y golpes nos conducen al ‘Chile’ Al llegar a ese lugar el oficial a cargo descubre entre los presos a Víctor Jara: ‘¡A ese hijo de puta me lo traen para acá!’,” dijo Luego que el oficial exigiera un trato más duro que el dado por un conscripto, otro militar golpeó fuertemente por la espalda con la culata de su fusil a Víctor, quien cayó a los pies del uniformado, a quien se le conoció como “El Príncipe” “Éste, fuera de sí --añadió Navia--, le dijo: ‘así que tú eres el cantor comunista, el cantor de mierda’; y sacó la pistola y nosotros pensamos que le iba a descerrajar un tiro en la cabeza El hombre se desesperaba porque Víctor le esbozaba una sonrisa, esa sonrisa que tuvo siempre hasta en sus peores momentos” Navia agregó que “el famoso ‘Príncipe’ tomó su pistola del caño y empezó a golpear en la cabeza y en las costillas a Víctor, echo un loco De pronto, el oficial se dio cuenta que todo el mundo lo estaba mirando, mientras Víctor yacía en el suelo, muy golpeado con un ojo casi reventado, varias costillas hundidas y la sangre manándole por el rostro ‘¡A este hijo de puta me lo dejan en ese pasillo y si se mueve lo matan carajo’, dijo En ese minuto el estadio empezaba a llenarse de miles de personas que debían permanecer buena parte del tiempo sentadas con su cabeza entre las rodillas, mientras los iluminaban con focos y ‘El Príncipe’ los insultaba y amenazaba por altoparlantes, con partirlos con ‘la sierra de Hitler’, como llamaba a una ametralladora punto cincuenta” Otros detenidos completaron el cuadro de horror que se vivió ahí: El senador por Valparaíso, Nelson Ávila, contó que una persona que no pudo soportar el dolor se suicidó arrojándose del segundo piso del estadio gritando: “viva el compañero Allende” El propio Navia contó que a un joven de piel morena y labios gruesos que dijo ser peruano y estudiante de pesca, un oficial lo acusó de ser cubano y que ante sus llantos le cortó la oreja con un corvo (cuchillo curvado ocupado por los soldados chilenos); y se la metió en la boca y luego le dijo que lo hacía: “para que cuando vuelvas a Cuba le cuentes a Fidel Castro cómo tratamos aquí a los marxistas” Víctor, quien estaba aislado de sus pares y que no había recibido ni agua, era considerado por los efectivos del Ejército como un trofeo de guerra que era exhibido a oficiales de otras ramas de las Fuerzas Armadas que llegaban al Chile En una ocasión uno de estos oficiales, según señaló Navia, le preguntó a Jara si quería fumar Al no recibir respuesta, el oficial le grita “¡fuma huevón!”, y le tiró la colilla del cigarro “Entonces Víctor Jara, tímidamente, empezó a estirar la mano para cogerla y en ese momento el oficial se la aplastó con la bota grande y se la molió el piso; y le dijo: ‘¡a ver si vai a poder tocar la guitarra otra vez hijo de puta!’” Ese día, miércoles 12, causó gran revuelo la llegada de 2 buses llenos de personas, provenientes de la población La Legua, donde aún se registraban enfrentamientos Esta situación provocó que los soldados se olvidaran del cantor, lo que permitió que algunos prisioneros, entre ellos Boris Navia, lo allegaran junto a ellos, le limpiaran las heridas; y le brindaran un poco de humanidad y consuelo Esa noche y la siguiente, Jara la pasaría junto al resto de los prisioneros El único alimento que ingirió en todo ese tiempo fue un huevo crudo que le llevó un militar que se apiadó de su desgracia y que Víctor comió como lo hacía en su natal Lonquén, abriéndole dos orificios y succionándolo, lo que lo revitalizó y le hizo sentir nuevamente “como suenan las campanas” La mañana del sábado 15 de septiembre de 1973 mientras los presos esperaban su traslado al estadio “Nacional”, “se corre la voz que 3 o 4 personas iban a salir en libertad, por lo que los demás presos nos apresuramos a escribir notas para nuestros familiares que, fundamentalmente, decían una cosa: estamos vivos”, señaló Navia Víctor, que estaba sentado en la gradería junto a Boris Navia le pidió a éste papel y lápiz, y comenzó a escribir el poema o canción “Estadio Chile” “En el momento que estaba escribiendo, porque éste es un poema que está inconcluso, los soldados lo toman fuertemente por atrás, él suelta la libreta y el lápiz, y lo arrastran hacia uno de los locutorios –que era transparente-- donde es exhibido a oficiales de la Marina, que lo insultan y le pegan como hizo un oficial de casco azul No contento con eso, éste le ordena a un soldado que lo golpee “Nosotros empezamos a ver cómo el soldado maltrata a Víctor con la culata en la cabeza, en la espalda y la última imagen que tenemos vivo de él, es cuando sangrando se levanta y de repente nos lanza una vista como mirando a ese pueblo, a ese pueblo suyo que estaba ahí, mancillado, que estaba aplastado, que se yo, con un rostro que todos lo tenemos hasta hoy día en la retina… y se logra levantar por segunda vez y ya no lo vimos más con vida” Navia piensa que Víctor murió por causa de los traumatismos provocados por los golpes, a pesar que el informe emanado posteriormente por el Servicio Médico Legal señala que falleció como consecuencia de los impactos de balas recibidas (44) Al anochecer de esa tarde los militares sacaron a los detenidos para llevarlos al estadio “Nacional”: “Cuando estábamos en eso, en la antesala del estadio ‘Chile’ vimos un espectáculo dantesco: estaban todos los muertos de la población la Legua, unos 40, 50 o más cadáveres; estaba el director de Prisiones, que era amigo mío, Litre Quiroga, y también estaba nuestro cantor, nuestro gran trovador Víctor Jara con su pecho perforado de balas” Navia señaló que tuvieron la certeza que había fallecido “no sólo porque su rostro tenía una lividez cadavérica, sino por que un estudiante se acercó y constató que estaba muerto” Esa noche cuando ya estaban en el Estadio Nacional, los militares ordenaron que los prisioneros hicieran listas con sus nombres: “Yo acudo a mi libreta, que con todo esto había olvidado, y al abrirla me encuentro con un poema que Víctor Jara tituló ‘Estadio Chile’” Navia hizo 2 copias y se guardó el original de ese poema en la entresuela de su zapato, lo que hizo con la ayuda de un carpintero que estaba con él Las copias fueron entregadas a un joven y a un médico que iban a salir en libertad, pero sólo el médico pudo lograr su objetivo, porque el mozo fue descubierto y al ser torturado los militares llegaron a Navia, al que le quitaron el poema original y lo interrogaron: “¿Cuántas copias hiciste cabrón?”, cuestionaron; pero no consiguieron que confesara más que una, por lo que el poema pudo volar a la libertad “Estadio Chile” fue editado por primera vez algunos meses después del Golpe en Argentina, en un libro titulado Chile en la Hoguera, del periodista Camilo Taufic Jara fue encontrado el 16 de septiembre, junto con otros 5 cadáveres, por pobladores en las cercanías del Cementerio Metropolitano Su viuda, que fue avisada dos días después por un militante comunista que trabajaba en la morgue, lo reconoció en medio de cientos de muertos, lo que permitió que fuera sepultado y no pasara a una fosa común El cuerpo del cantante yace desde entonces en el cementerio “General de Santiago” Pinochet en la mira El juez Juan Carlos Urrutia que investiga esta causa, abierta a partir de la querella presentada por la familia de Víctor Jara en contra de Augusto Pinochet en 1998, citó a declarar al exdictador para que informe sobre quién estaba al mando del improvisado campo de prisioneros en septiembre de 1973 El abogado querellante Nelson Caucoto, solicitó la mencionada diligencia, puesto que después de 4 años de investigaciones no se había podido avanzar casi nada en este juicio como señaló a Apro: “A mi me parecía un absurdo que con tanto tiempo transcurrido, teniendo un juez tan acucioso y habiendo una investigación bien desplegada no se supiera todavía quién estaba a cargo del Estadio Chile” Caucoto presentó un escrito al juez Urrutia, en el que le señala que “habida cuenta de que ninguna de las instituciones consultadas ha proporcionado la información requerida, arguyendo que no la tienen; es necesario acudir a las fuentes y eéstas son Pinochet; el director general de Investigaciones, Ernesto Baeza; y el general Sergio Arellano Stark” A partir de esta solicitud se le han acercado diversas personas que estuvieron en el citado campo de prisioneros, entre ellos el senador Ávila, los que posteriormente han declarado ante el juez, coincidentemente, sobre quién habría sido el responsable del estadio “Chile” en los días posteriores al Golpe Una vez que exista la confirmación del nombre del inculpado, que Caucoto se muestra seguro se va a lograr con la declaración de los últimos testigos, advierte: “Voy a apuntar a la cabeza y de ahí me voy hacia abajo Sabiendo quién fue el responsable se podrá saber quién ordenó el homicidio y las torturas de Víctor Jara” El abogado comentó que uno de aquellos testigos le preguntó: “¿Usted cree que si a ese campo de prisioneros llegó una persona tan importante como Víctor Jara, el jefe del recinto no debe haber preguntado a sus superiores qué hacía con él? Eso es muy lógico --concluye Caucoto--; eso es lo que involucra a Pinochet en esta causa y a mí no me cabe duda que él tiene que ver con la suerte de Víctor Jara” Respecto de “El Príncipe”, quien era el que ejecutaba las órdenes del jefe del recinto, varios testigos han declarado que se trataría del oficial retirado, y conocido torturador y asesino Miguel Krasnoff Marchenko, que fue careado con Boris Navia Un amor que no morirá jamás Víctor Jara, quien al momento de su muerte tenía 38 años, provenía de una familia de inquilinos de Lonquén, villorrio campesino ubicado a unos 40 kilómetros al sur de Santiago Aprendió el arte del canto de su madre Ésta lo llevó junto a sus hermanas a Santiago, cuando el cantante recién comenzaba su adolescencia A los pocos años de llegar, su madre murió, por lo que él anduvo errante hasta que a los 16 años ingresó a una congregación católica, con el objetivo de convertirse en sacerdote No duró mucho tiempo su convicción y a los 17 años ingresó al Ejército en calidad de recluta Al terminar su servicio militar y sin saber mucho qué hacer, vio un aviso en el diario en el que se llamaba a una audición para formar parte del Coro de la Universidad de Chile, en la que le fue muy bien Más tarde estudio teatro en esta misma casa de estudios y luego siguió con dirección teatral, profesión en que se destacó mucho, puesto que sus obras causaron furor, no sólo en Chile, sino en muchos otros países En la dictadura, tener discos de Víctor Jara, era sinónimo de subversión, y muchas personas cayeron detenidas y fueron torturadas por mantenerlos El gobierno militar apenas asumió el poder, ordenó a las radios y a los sellos que conservaban la música de Víctor, que borraran o destruyeran estos archivos Afortunadamente su viuda, que tenía casi todos los originales de sus canciones, pudo sacarlos del país Ella preside en la actualidad una fundación destinada a preservar y rescatar la obra del cantor; además, brinda acogida a diversas expresiones del arte popular En conversación con Apro Joan Jara dijo que a pesar de que a partir del golpe se trató por todos los métodos de prohibir su música y de que con el inicio de la democracia se mantuvo una autocensura respecto de él, “Víctor es hoy reconocido como parte de la historia cultural de Chile… el estadio donde murió lleva su nombre; además es respetado como un hombre valiente que dedicó su vida a luchar por la justicia social” Señala que Víctor tenía la música campesina chilena en sus venas, y que le daba a ella un sentido de denuncia “Él decía que le cantaba al amor Al amor de pareja, al amor a la patria, al amor a los niños… hay una sensación de ternura en sus canciones, donde está presente el pueblo chileno… está el hombre que teje lazos en el campo, está el campesino que carga el arado (su padre), además de víctimas de la represión como Roberto Ahumada”, un obrero de la construcción que fue asesinado por comandos de ultraderecha “El contenido de sus canciones era reflejo de la realidad y ellas nacían de su vida y de la vida que el encontró en su camino”, señala Joan Dice que el canto de Víctor es válido hoy, porque “todas las cosas a las que él le cantó, siguen sucediendo y algunas veces son aún mas graves”

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