ADELANTO DE LIBROS: "Las ínsulas extrañas", de Ernesto Cardenal

lunes, 27 de octubre de 2003 · 01:00
México, D F, 27 de octubre (apro)- Acaba de aparecer el segundo tomo de las memorias del poeta, sacerdote y revolucionario nicaragüense Ernesto Cardenal, “Las ínsulas extrañas”, en el Fondo de Cultura Económica Como recordará el lector, el tomo primero se intituló “Vida perdida”, donde narra su encuentro con Dios “Vida perdida”, ha escrito, “se inicia con un viaje (…) que he llamado viaje al cielo, y el cual me llevó a Solentiname En ‘Insulas extrañas’ hablaré de Solentiname” Solentiname es un archipiélago situado en el gran lago de Nicaragua, al extremo sureste de la ciudad portuaria donde nació en 1925, Granada (que también dio a luz a Rubén Darío) Trópico extremo, de naturaleza violenta y abrumadora, Cardenal asentó su comunidad entre los campesinos en la isla mayor del archipiélago, Mancarrón Ahí, con los jóvenes del campo y visitantes llegados de todo el mundo, sobrevivió con la enseñanza de artesanías y pinturas naïf de los lugareños, e inició un diálogo con los campesinos que dio lugar al libro “El Evangelio en Solentiname”, con las conversaciones sostenidas luego de la lectura del “Evangelio” en la misa dominical en la iglesita de Santa María de Solentiname Fue de ahí de donde surgieron los jóvenes revolucionarios que asaltaron el Cuartel de San Carlos, dando comienzo real a la embestida antisomocista que culminaría con el triunfo del Ejército Sandinista de Liberación Popular El siguiente texto es un fragmento del volumen titulado por Cardenal: La buena noticia en en Solentiname Muchas veces he dicho que un gran milagro de Solentiname fueron los comentarios al Evangelio que allí se hicieron, y que he publicado en un libro titulado “El Evangelio en Solentiname”, traducido a muchos idiomas En el prólogo a este libro digo que los comentarios de los campesinos suelen ser de mayor profundidad que la de muchos teólogos, pero de una sencillez como la del mismo Evangelio No es de extrañarse “Evangelio” (que no es palabra castellana sino griega) quiere decir “buena noticia”, y en el sentido dado por Jesús quería decir buena noticia a los pobres, y fue escrito para los pobres, como los pescadores y campesinos de Solentiname, y por gente pobre como ellos Desde mi infancia había estado familiarizado con el Evangelio, lo había leído entero muchas veces, y muchos de sus pasajes incontables veces, y los había escuchado toda mi vida; y pensaba que nada nuevo podía sacarse de esos pasajes porque sus interpretaciones eran obvias Pero comentándolo con los campesinos descubrí un Evangelio completamente distinto, insospechado hasta entonces Ese Evangelio es lo que nos radicalizó en Solentiname, y lo que más nos hizo revolucionarios Como esos campesinos, al revés mío, no habían tenido interpretaciones preconcebidas, a ellos se les presentó el Evangelio con toda su verdad y novedad, como debe haber sido cuando por primera vez se oyeron los dichos y hechos de Jesús Una vez publiqué en la revista “Testimonio” que dirigía Tito Castillo un resumen del comentario a aquel pasaje del Evangelio del tributo al César, basado en unos apuntes, y gustó mucho, y Fernando mi hermano me dijo que grabara esos comentarios en vez de tomar apuntes, y así lo hicimos Primero teníamos una grabadora, después dos, porque con sólo una se perdía mucho de lo que se decía, y después teníamos tres para no perder nada Lamento tantos comentarios buenos que se hicieron antes y no grabamos, y se llevó el viento del lago Los comentarios del Evangelio eran con los campesinos que llegaban a la misa del domingo, además de nuestra pequeña comuna de William Agudelo y Teresita, y los muchachos solentinameños Alejandro, Laureano y Elbis y algunos otros más, y los muchos huéspedes y visitantes que teníamos En mi prólogo también he dicho que no todos los que llegaban a la misa participaban igualmente en los comentarios, y que algunos hablaban con más frecuencia Marcelino era místico Olivia era más teológica Rebeca, la esposa de Marcelino, siempre insistía en el amor Laureano todo lo prefería a la revolución Elbis siempre pensaba en la sociedad perfecta del futuro Felipe, otro de los jóvenes, tenía muy presente la lucha del proletariado El viejo Tomás Peña, su papá, no sabía leer pero hablaba con una gran sabiduría Alejandro, hijo de la Olivia, era un joven con un especial carisma de líder y sus comentarios solían ser de orientaciones para todos, y principalmente para los demás jóvenes Pancho era conservador y siempre estaba con contra con los otros, menos al final cuando él se hizo también revolucionario Julio Mairena mucho defendía la igualdad Óscar su hermano siempre hablaba de la unión Tanto éstos, que intervenían mucho, y otros que intervenían poco, decían cosas importantes, y también a veces las decidían los huéspedes y visitantes Mis intervenciones eran para opinar, y también para poner el pasaje en su contexto histórico según los escrituristas actuales, y otras veces para preguntar en el estilo socrático aprendido de Thomas Merton con el objeto de provocar las respuestas –y en ocasiones porque no entendía el sentido y tenía una necesidad genuina de respuesta-- ¡Y cuántas veces los campesinos me aclararon lo que yo no entendía, lo que tampoco mis profesores alemanes de Sagrada Escritura en el seminario habían podido explicar!

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