Repsol: Fallido "madruguete trasatlántico"

jueves, 6 de octubre de 2011 · 19:30
En su intento por aumentar su participación accionaria y su influencia en Repsol, Pemex quedó en medio de la disputa de intereses que tienen los socios de esa compañía. Su alianza con la empresa Sacyr-Vallehermoso –realizada sin oficio político– provocó el rechazo del Consejo de Administración de Repsol, solicitudes de investigación por supuestos “daños” y “conflicto de intereses”, y una campaña mediática que acusa a Pemex de querer “aprovecharse” de la petrolera hispana y de poner en riesgo su “españolidad”. MADRID (PRoceso).- A mediados de agosto pasado, Antonio Brufau, presidente de la trasnacional Repsol-YPF, se entrevistó en la Ciudad de México con Juan José Suárez Coppel, director general de Pemex. Brufau viajó desde Madrid para saber si eran ciertos los rumores sobre los planes de la paraestatal de incrementar su participación en la petrolera hispano-argentina en alianza con la constructora Sacyr-Vallehermoso (propietaria de 20% de Repsol), con cuyos directivos Brufau mantiene desde hace cinco años fuertes pugnas por el control de la empresa. Suárez Coppel le respondió que no había nada al respecto y Brufau confió en su palabra. Desde su llegada a la presidencia de Repsol, Brufau –expresidente de Gas Natural y exdirectivo de La Caixa– había mantenido una magnífica relación con Pemex, explicó un consultor financiero español. En noviembre de 2004, La Caixa (dueña de 13% de la petrolera española) tuvo el respaldo de Pemex para impulsar a Brufau a la presidencia de Repsol; más de una vez el ejecutivo aseguró que la paraestatal mexicana era un “socio de referencia” y miembro del “núcleo duro” de Repsol, empresa que ocupa el décimo lugar entre las principales petroleras del mundo, con presencia en más de 30 países. Sin embargo, el pasado 29 de agosto Sacyr-Vallehermoso y Pemex sorprendieron a sus socios en España, al empresariado de este país y a la clase política mexicana con el anuncio de su nuevo pacto para “sindicar sus derechos de voto en Repsol” y poder “votar de forma conjunta en las decisiones relevantes que se tomen en la petrolera”, según el comunicado conjunto de ambas empresas emitido el mismo día. Pero el 28 de septiembre la alianza parecía acabada. En una ríspida sesión del Consejo de Administración de Repsol se tomó el acuerdo de “instar a Pemex y a Sacyr-Vallehermoso a dejar sin efecto el acuerdo de accionistas”. Salvo el representante de Pemex y dos de Sacyr, los demás miembros del Consejo apoyaron a Brufau, a quien le manifestaron su “total confianza en la gestión que se viene llevando a cabo”. Además el consejo acordó examinar si esa alianza había causado daños a la petrolera y ordenó que una comisión examine si hay un “conflicto de intereses” en las pretensiones de Pemex de capturar beneficios concretos de Repsol. Esto abriría el camino para que cualquier accionista pueda pedir la salida de los representantes de Sacyr del Consejo de Administración. Aunque Sacyr y Pemex anunciaron que impugnarían los acuerdos del Consejo de Administración de Repsol, su intento de aliarse para aumentar su influencia en la petrolera parecía quedar en letra muerta, pese a que manifestaron su compromiso de que Repsol seguiría siendo una compañía de “bandera española, independiente y líder en el sector energético ibero-latinoamericano”, según el comunicado del 29 de agosto. En éste ambas compañías incluyeron una inusual crítica a la gestión de Brufau. Consideraron “que Repsol no está valorada adecuadamente. Por tanto, fomentarán la adopción de medidas tendientes a que el mercado reconozca su verdadero potencial”. De acuerdo con estas premisas, el 2 de septiembre Pemex confirmó que había incrementado su paquete accionario de 4.8% a 9.8%; estas acciones “sindicadas” con 20% de Sacyr-Vallehermoso alcanzarían en conjunto 29.8% de los títulos de Repsol. Ambas empresas tuvieron cuidado de no rebasar 30% de las acciones, lo que las hubiera obligado a cumplir con una norma de la legislación española, la de lanzar una Oferta Pública de Adquisición para comprar 100% de la empresa. En México, los directivos de Pemex habían acelerado los preparativos de su estrategia. “Recibieron el visto bueno del presidente Calderón y (agilizaron los preparativos) antes de la salida de Ernesto Cordero de la Secretaría de Hacienda”, explica el consultor financiero antes citado. “En esa operación fue clave la gestión de Ignacio Quesada –director de Finanzas de la paraestatal (y) hombre muy cercano a Cordero–, para que Hacienda agilizara los recursos públicos con el propósito de comprar las acciones”, dice. El consultor sostiene que Calderón telefoneó al presidente español, José Luis Rodríguez Zapatero, para comunicarle la ampliación de capital de Pemex y el acuerdo con Sacyr-Vallehermoso “en el ánimo de allanar la operación política de la alianza”. Pemex había diseñado su estrategia de internacionalización desde 2007. Uno de sus “planteamientos más sólidos” era precisamente el incremento de su participación en Repsol, asegura y agrega: “En mi despacho sabemos de primera mano que Brufau conoció desde 2007 los planes de internacionalización de Pemex, que preveía impulsar proyectos conjuntos con Repsol y mostró su beneplácito por esa sólida sociedad, pero otras prioridades políticas del gobierno mexicano pospusieron la decisión”.   La alianza   La alianza de Pemex y Sacyr-Vallehermoso fue operada por el presidente de ésta, Luis del Rivero, dueño de 13% de las acciones de la constructora y cuya fortuna es de mil 900 millones de euros, según asentó el periodista Jesús Salgado en su libro Riquísimos (2009). Agobiado por la deuda de alrededor de 5 mil millones de euros que contrajo para pagar su participación en Repsol, desde 2008 Del Rivero ha hecho cuatro intentos fallidos para obtener liquidez o incrementar su influencia en la petrolera. En noviembre de 2008, aún sin cumplir dos años en Repsol, entabló negociaciones con la petrolera rusa Lukoil para venderle su participación, que es de 20%, lo que abrió un intenso debate político en España. El Partido Popular (PP) se opuso por considerarlo riesgoso para el papel estratégico de Repsol en el sector energético español. Brufau también se opuso a esa operación. El 27 de ese mes, en el foro España Innova, dijo que no se justificaba la incorporación de una nueva entidad estatal, “salvo el caso de Petróleos Mexicanos, que por razones históricas está en la empresa (y cuya) participación ha sido positiva y fructífera en el pasado y en el presente de Repsol”, consignó un cable de Notimex. Después Del Rivero volvió a intentarlo con las petroleras Sinopec (china) y Essar (India), pero nunca se concretaron las operaciones. Entonces modificó su estrategia: se alió con Pemex para aumentar su influencia en el gobierno corporativo de Repsol. Esto provocó una enconada pugna entre los socios de la petrolera española: el 5 de septiembre sus directivos pidieron a la Comisión Nacional de Energía (CNE) investigar la operación de Pemex, alegando que por ser una empresa extracomunitaria la autoridad reguladora les debía autorizar el acuerdo para sindicar sus acciones en Repsol, que es una empresa regulada, consignó el periódico Público en su edición del 6 de septiembre. Según ese argumento, Repsol busca defender “la seguridad jurídica de sus actividades reguladas y estratégicas”. También Gas Natural (de la que Repsol posee 31.2%) solicitó a la CNE “personarse” como parte interesada cuando esa autoridad decidiera analizar el pacto Sacyr-Pemex y pidió que se le mantuviera informada de los objetivos de la petrolera mexicana, según un cable de EFE del pasado 25 de septiembre. No obstante, el 29 de septiembre la CNE anunció que no analizará el pacto de accionistas pues, afirmó, sí “cumple con las normas”. En esa ofensiva el asesor independiente de la gasera española el expresidente español Felipe González criticó la alianza Sacyr-Pemex porque no supone una garantía de “españolidad” de Repsol. “La tesis que he oído decir de que ‘a mí sí me garantizan la españolidad de Repsol…’ no me la creo”, dijo en entrevista con la Cadena Ser, el 4 de septiembre. “Lo que tendrá (Pemex) es la obligación de defender los intereses mexicanos como empresa pública”, dijo. Añadió: “Repsol tiene participación en el desarrollo nuclear de España y en el desarrollo gasístico y, por tanto, en un mercado regulado. Que después de hacer el análisis la CNE dictamina ‘a’, ‘b’ o ‘c’, perfecto, pero si lo hace previamente no lo entiendo muy bien; o sí, lo entiendo muy bien y no me gusta”.   “Quiero voz, quiero voto”   Tras la ríspida sesión del Consejo de Administración de Repsol, en México Suárez Coppel tendrá que comparecer ante la Cámara de Diputados esta semana para explicar la estrategia seguida en Repsol. El director de Pemex voló de urgencia a Madrid días antes de la sesión de la petrolera española a fin de reunirse con algunos de sus socios –entre ellos los directivos de La Caixa– para explicarles las ventajas del aumento de su participación, según publicó La Jornada el 27 de septiembre citando una fuente de “muy alto nivel”, que agregó que Pemex no tienen ningún interés en tomar el control de Repsol, pero dejó clara su pretensión: “Quiero voz, quiero voto”. “Lo que busco es tener mayor voz y mayor influencia en la estrategia de la empresa y las decisiones que se toman, y mejorar las prácticas del gobierno corporativo para bien de las dos empresas”, señaló. En su opinión, Repsol podía aportar a Pemex su experiencia en la explotación en aguas profundas y en tecnología para exploración. La misma fuente aceptó que Pemex deseaba cambios en el gobierno corporativo de Repsol, “porque sentimos que el hecho de que Antonio Brufau sea director y presidente del Consejo de Administración y que los consejeros sean sus amigos, es una práctica terrible y que hay mucho valor en cambiarla”. El informe Contexto del aumento de participación de Pemex en Repsol, elaborado por la paraestatal mexicana y fechado el 1 de septiembre, señala que el crecimiento de su participación de 4.8% a 9.8% tuvo un costo aproximado de mil 600 millones de dólares, de los cuales 40% fue “gasto líquido” por parte de su filial PMI Holdings, con un costo de 600 millones de dólares. El restante 60% sería por medio de compra de deuda, es decir, aproximadamente mil millones de dólares, explica dicho informe, que agrega que Pemex asegura que esta parte “tendrá un costo reducido dado que será cubierta con los dividendos de las acciones”. La adquisición de las acciones se efectuó mediante compras en el mercado y operaciones con entidades como HSBC, Credit Agricole CIB, Natixis y Grupo Financiero Inbursa. Pemex está representada en Repsol por las sociedades PMI Holdings Petróleos España SL y la sociedad anónima Pemex Internacional España, que tienen como presidente a Roberto Lorenzo Carmona Jiménez y como consejero delegado y vicepresidente a José Manuel Carrera Panizzo, quien desde diciembre pasado representa a la paraestatal en el Consejo de Administración de Repsol, de acuerdo con documentos del Registro Mercantil de España en poder de este semanario. Los apoderados no consejeros en ambas sociedades son miembros del despacho de abogados y asesores tributarios Garrigües, entre ellos el español Iñigo Bastarreche Sagües, de acuerdo con los documentos citados. En reuniones informales del Consejo de Administración de La Caixa, dadas a conocer por el periódico Público el martes 27, un día antes de la sesión del Consejo de Administración de Repsol, se exploró la idea de “mantener el pulso” en esta pugna. La razón: “Entre más tiempo pase, más terreno pierde Del Rivero, sobre todo después de las elecciones (por la presidencia de España, del próximo 20 de noviembre). Del Rivero se ha significado políticamente apoyándose en el paraguas del ministro de Industria, Miguel Sebastián. Si gana el PP, su asalto a Repsol corre peligro de desvanecerse”, aseguró la publicación. Entrevistado antes de la sesión del miércoles 28 del Consejo de Administración de Repsol, el consultor español ya advertía: “Creo que a los directivos de Pemex les faltó tacto político para construir esta operación. Tengo la sensación de que Luis del Rivero los envolvió y él es un personaje muy inteligente y volátil… pero también con fuertes confrontaciones en el seno de Repsol. Y de esta pugna creo que habrá socios que saldrán muy raspados”.

Comentarios