Chile: terremoto político

martes, 31 de enero de 2012 · 21:08
Chile se cimbró cuando dos agrupaciones políticas –que en principio son antagónicas y una de las cuales está en el gobierno– se unieron para hacer una propuesta radical: cambiar el sistema electoral –en el que el voto de las mayorías no incide en la composición del Congreso– y restarle facultades al presidente. Se trata de una medida desesperada... la popularidad del mandatario Sebastián Piñera está en su peor momento y las protestas estudiantiles y obreras del año pasado prendieron las alarmas dentro y fuera del país. No obstante algunos analistas consideran que la propuesta de cambio no es más que una medida mediática para calmar las aguas y, a la postre, dejar que todo quede como está. VALPARAÍSO, CHILE (Proceso).- El miércoles 18 la Democracia Cristiana (DC) y Renovación Nacional (RN) dieron una sorpresa al presentar el documento Un nuevo régimen político para Chile, en el que proponen cambiar el sistema electoral binominal –que no refleja equitativamente el sentido de la votación popular– por uno más representativo y “acabar con el exacerbado presidencialismo” que caracteriza al régimen chileno. El documento significó un terremoto político porque implicó un pacto entre dos entidades antagónicas: RN es el partido del presidente Sebastián Piñera –quien aseguró desconocer el acuerdo entre ambas agrupaciones– y la DC es el principal partido de la opositora Concertación por la Democracia. Uno de los impulsores de esta jugada es el senador y presidente de RN Carlos Larraín, quien destaca por su conservadurismo y renuencia a los cambios institucionales. De hecho el lunes 9 le había pedido personalmente a Piñera –en una cena en la casa de éste– no incluir en su agenda de este año la reforma al sistema político... y supuestamente el presidente estuvo de acuerdo. El pacto RN-DC supone impulsar cambios a la institucionalidad consagrada en la Constitución de 1980, mismos que rechazan los poderes fácticos (militares y grandes empresarios) representados políticamente por la Unión Demócrata Independiente (UDI). Ésta y RN formaron la Coalición por el Cambio, que en 2010 consiguió que la derecha ganara una elección presidencial después de 52 años. Coalición dañada Después de dos años juntos en el poder, la tensión entre ambas agrupaciones políticas crece. El presidente de la UDI, el senador Juan Antonio Coloma, evidenció su malestar dos días después de que el pacto se anunciara: “No sé si RN es un aliado o si se pasó al bando del frente”, y condicionó su participación en la Coalición por el Cambio y su permanencia en el gobierno al retiro de cualquier iniciativa que apunte a reformas políticas. La UDI responsabiliza a Piñera de haber desatado este debate al invitar a los expresidentes de Chile a La Moneda para abordar posibles salidas al complejo escenario institucional que vive el país. Las conversaciones –por separado– ocurrieron entre la última semana de diciembre y la primera de este mes. Los exmandatarios Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz Tagle, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet –todos ellos militantes de partidos de la Concertación– aconsejaron a Piñera cambios al sistema electoral binominal dado el malestar de la población con el modelo económico y político vigente. Tras las entrevistas Piñera se comprometió a impulsar reformas legislativas para “perfeccionar nuestra democracia”. Piñera programó los encuentros con los expresidentes luego de que una encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP) dada a conocer el 23 de diciembre revelara que la aprobación a su gobierno era de sólo 23% y el rechazo al mismo, 62%. Desde 1989 Piñera ha criticado el sistema binominal. Incluso en 1991, cuando era senador, presentó un proyecto para modificarlo. Esta visión proclive a las reformas democratizadoras pareció verse reflejada en los comentarios que hizo el ministro del Interior Rodrigo Hinzpeter el mismo día en que se anunciaba el pacto DC-RN: “Ya hemos señalado que es necesario perfeccionar o remplazar el sistema electoral (por lo que vemos) con mucho optimismo todas las iniciativas que se realicen desde la oposición y desde el gobierno en este sentido”. La respuesta fue brutal. En entrevista con La Tercera publicada el sábado 21, Jovino Novoa, senador udista y excolaborador de Pinochet, criticó la falta de conducción política de Piñera y de su ministro del Interior, a quienes responsabilizó de abrir “una caja de Pandora” con el debate de las reformas políticas. Fue más allá y señaló que “un gobierno tan errático cosecha lo que está sembrando: puro desorden”. El martes 24, cuando la crisis ponía en duda la continuidad de la Coalición por el Cambio, se congregó el comité político del gobierno, en el que participan Piñera, los ministros del área política y los presidentes de la UDI y RN. “Hemos tenido una reunión donde hemos expresado nuestro pensamiento y la conclusión es unánime: Seguiremos trabajando en la coalición de gobierno y hemos resuelto que todos los asuntos importantes se discutirán en el seno de esta coalición y nos encargaremos luego de sacarlos adelante”, sostuvo Larraín al finalizar la reunión. Por su parte el timonel de la UDI recalcó que llegaron al acuerdo de que el gobierno atenderá fundamentalmente los problemas sociales y que los temas políticos se resolverían “de común acuerdo”. En la UDI interpretaron lo acordado en La Moneda como una renuncia de RN a continuar con su tentación reformista, pero seis horas después de la reunión, en un seminario organizado por el CEP, Larraín y el presidente de la DC, el senador Ignacio Walker, volvieron a encontrarse. Aseguraron que seguirán impulsando las reformas políticas. El comentado acuerdo ha significado un poderoso impulso hacia el fin del sistema electoral binominal, como lo demuestra el que los presidentes de tres de los cuatro partidos que componen la Concertación entregaran el jueves 26 en La Moneda una propuesta para cambiarlo. Walker sostuvo ante la prensa que “todas las fuerzas políticas representadas en el Parlamento, con la sola excepción de la UDI, hemos manifestado nuestra voluntad y decisión de cambiar el sistema binominal, que es una camisa de fuerza en que la mayoría vale lo mismo que la minoría, por uno de representación proporcional moderado corregido”. Walker dijo que su partido quería llevar el debate al Parlamento y que la mejor forma de hacerlo sería a través de la creación de una comisión bicameral del Congreso Nacional, cuya tarea será proponer un nuevo texto constitucional. A la entrega de la carta también asistieron la presidenta del Partido por la Democracia (PPD), Carolina Tohá, y el presidente del Partido Socialista (PS), Osvaldo Andrade. Pero nada asegura que vaya a tener éxito el impulso reformador. Según se consigna en Los proyectos legislativos de reforma al sistema binominal (Cieplan, 2009), entre 1990 y 2007 se presentaron 19 propuestas de modificación. Ninguna prosperó. La conexión Washington La presión no viene sólo del frente interno ni la inició Piñera, como dice la UDI: El agotamiento del actual modelo político y económico es notorio dentro y fuera de Chile. El 8 de diciembre el Financial Times publicó un editorial en el que conminó a Piñera a dedicar sus últimos dos años en el poder a reformar el sistema electoral, dados los enormes problemas de gobernabilidad del país. Además los llamados a cambiar el sistema político podrían tener otro origen: Washington. A finales de septiembre pasado, el exsecretario adjunto de Estados Unidos para América Latina y actual director del Centro de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Georgetown, Arturo Valenzuela, visitó Chile. El 27 de ese mes se reunió en La Moneda con Hinzpeter y con el ministro secretario de la presidencia (encargado de la agenda legislativa del gobierno), Cristián Larroulet. Al finalizar la reunión, Valenzuela “se quedó trabajando toda la mañana” con expertos del Ministerio Secretaría General de la Presidencia en el perfeccionamiento de la ley de partidos políticos, según reconoció Larroulet y como consta en la web del Ministerio de Interior (www.interior.gob.cl/n6158_27-09-2011.html). El mensaje de Valenzuela era sencillo: hay que hacer todo lo posible para evitar que Chile caiga en la tentación populista. Para ello es necesario hacer ajustes a la institucionalidad política. A Radio Cooperativa le declaró el 29 de septiembre: “Si la gente no se siente representada por instituciones, buscará en un solo líder la solución”. Su visita ocurrió en medio de las protestas estudiantiles que cimbraban entonces al país. “Es un momento bastante crítico (y hay que) buscar medidas necesarias para cambiar la situación”, dijo. El sistema binominal consiste en la elección de dos parlamentarios –diputados y senadores– por distrito o circunscripción electoral sin importar el resultado obtenido por las agrupaciones políticas a escala nacional. Unido al control de los medios y el poder económico, este sistema le ha dado a la derecha poder de veto impidiendo que se realicen reformas que acaben con el orden semiautoritario construido por Augusto Pinochet bajo la dirección ideológica del fundador de la UDI, el abogado Jaime Guzmán Errázuriz. Las reformas El documento Un nuevo régimen político para Chile fue desarrollado por las directivas de los dos partidos implicados y sus detalles los afinaron pocos días antes de presentar el texto, en la mansión de Larraín. El acta de acuerdo fue firmada en la sede del Congreso Nacional por Walker y el líder de RN. En su introducción, el pacto DC-RN hace un crudo diagnóstico de la realidad social y política. “Existe una desafección y crítica ciudadana con el sistema, que puede continuar creciendo con una baja de la participación ciudadana y una conflictividad social que puede transformarse en crónica”, se señala en el punto uno de la introducción. Más adelante se profundiza en el análisis de la situación política: “El presidencialismo exacerbado se encuentra en proceso de agotamiento. El presidencialismo norteamericano que influyó en el nuestro, está dotado de contrapesos. En Chile no existen esos contrapesos. La centralidad de ese poder presidencial, cuando se debilita, repercute en todo el sistema. Por eso se requiere descentralizar y democratizar más el poder”. Este ítem fue visto por diversos analistas como una constatación de la precariedad en la que está la administración de Piñera. En los párrafos siguientes se cuestiona el poco poder que tendría el Congreso haciendo hincapié en la necesidad de asegurar la gobernabilidad del país y eso implicaría potenciar la participación: “Chile necesita de más y mejor democracia, y eso se traduce en un nuevo régimen político de carácter semipresidencial”. Las principales reformas propuestas en el documento son la instauración de un régimen semipresidencial que separe la jefatura de Estado (el presidente) de la de gobierno (primer ministro). Además se propone descentralizar el poder, lo que se lograría a través de la elección directa de los presidentes de los gobiernos regionales (equivalentes a gobernadores estatales), los que hasta ahora son designados por el presidente. Juego de imágenes En entrevista con Proceso, el sociólogo y académico de la Universidad de Chile Felipe Portales dice que este acuerdo entre RN y la DC no es más que “un juego de imágenes” en el que estos dos partidos buscarían mayor legitimidad en momentos en que toda la clase política están muy desprestigiada. Portales, autor del premiado libro Los mitos de la democracia chilena (Catalonia, 2004) sostiene que estos partidos buscan una mejor posición de cara a las elecciones municipales de octubre próximo. Sostiene que no cree que haya un entusiasmo muy grande de la Concertación en cambiar el sistema electoral puesto que, según su juicio, ésta también se favorece con él. “En los 20 años que fueron gobierno no promovieron de verdad ningún cambio, lo que se demuestra en que la modificación al binominal no fue puesta entre los temas prioritarios en sus programas de gobierno. Tampoco se invitó a la ciudadanía a movilizarse para presionar a la derecha por obtenerlo”. Portales estima que el hecho que RN y la DC hayan propuesto cambios al sistema electoral en forma conjunta con modificaciones al régimen político dificultaría aún más la posibilidad de que los cambios se concreten. “Pensar que va a haber un acuerdo de cambio, además para aventurarse en un sistema tan complejo como es el régimen político francés (que es el que sirve de modelo a las reformas propuestas), que es tan alejado de la cultura política chilena y que sería muy complejo de implementar… (...) tendrían que pasar muchos años para que exista un acuerdo, más aún si se considera que se propone discutirlo en conjunto con el sistema binominal. Todo esto me hace pensar que no hay una voluntad real de hacer cambios sino sólo de simular que la hay.” Portales señala que estas propuestas obedecen al hecho de que el movimiento estudiantil descolocó completamente a la clase política, “por lo que los partidos están tratando de encontrar un tipo de salida para darle legitimidad, aunque sea aparente, al sistema”. La visión de Portales no coincide con la del prestigiado analista político chileno Manuel Antonio Garretón. Éste, en entrevista con la agencia Apro (divulgada el martes 24), señaló que Chile está en “la víspera del desencadenamiento de un proceso de reformas políticas”, las que pueden ser solamente cosméticas, como las que propone Piñera, o de fondo, como las que plantearon los cuatro expresidentes.

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