Abre Francia el nuevo museo Toulouse-Lautrec

martes, 13 de marzo de 2012 · 13:38
MÉXICO, D.F. (apro).- Tras concluir labores de una cuidadosa remodelación que tardó diez años, finalmente está listo el inmueble palaciego del nuevo Museo Toulouse-Lautrec, ubicado en la comarca francesa de Albi, al sur, para abrir sus puertas al público el próximo 2 de abril. Con alrededor de unas mil obras artísticas entre lienzos, litografías, dibujos y carteles, este museo será el flamante hogar de la colección artística más grande dedicada al renombrado pintor del siglo XIX Henri de Toulouse-Lautrec (1864-1901), oriundo de la ciudad episcopal de Albi en el Departamento del río Tarn. Desde 1922, tal espacio del museo está asignado a la fortaleza del Palacio de la Berbie, un hermoso castillo de imponentes murallas donde residieron los obispos de Albi en el siglo XIII y hasta hace casi una centuria, cuando en el año 1904 el monumento se declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Cultura, las Ciencias y las Artes (Unesco). Mirando pintar a Toulouse-Lautrec El itinerario a recorrer del público visitante por el nuevo Museo Toulouse-Lautrec comprende dos áreas. En una se despliega cronológicamente la obra del pintor francés durante sus primeras pinturas equinas y cuadros de la panorámica alrededor de las propiedades de su familia en Céleyran. Se van mostrando los avances del artista por medio de los bosquejos originales en su fase estudiantil y los lienzos de madurez, para abrazar la fervorosa creatividad de los cuadros finales hasta silenciarse su paleta cuando el pintor apenas contaba con 36 años de edad. Por otra parte, el Museo Toulouse-Lautrec ofrece cuatro miradas de acercamiento temático que integran tanto los retratos de su madre, la Condesa Adèle de Toulouse-Lautrec, y los de su amigo Maurice Joyant, así como esos de otros personajes cercanos y demás miembros familiares. El importante rubro denominado “Burdeles” acoge aquel universo femenino en el cual Toulouse-Lautrec capturó varias poses de su intimidad y belleza durante los sencillos rituales de la vida cotidiana. Sobresale una de sus más conocidas obras: “En el salón del burdel de la calle de Molinos” (Au Salon de la rue des Moulins), elaborada al óleo sobre lienzo en 1894 y que marcaría la culminación colorida de una notable serie de trabajos donde Lautrec retrató a mujeres galantes, madammes de antros y prostitutas (su amada favorita era Mireille), damas que pintaría siempre con mayor simpatía sobre los hombres prexenetas y clientes. (Por cierto, la reproducción al fresco con grandes motivos afines engalanan las paredes de un restorán de cocina francesa al sur de la ciudad de México que también cuelga fotos y distintas estampas a imitación bien plasmada de las imágenes de Lautrec. Se trata de la crepería Cluny, abierta en 1974, con ambientación visual de La Belle Époque, en Avenida La Paz, Insurgentes y Revolución, San Ángel.) Además, al inaugurarse el lunes 2 de abril, su nuevo museo mostrará atractivos ejemplos de esa bella era, con estrellas rutilantes del París noctámbulo como Yvette Guilbert y Jane Abril, amén de bailarinas y actores en escena, junto a detallados análisis sobre las técnicas litográficas utilizadas y su proceso creativo, amén de una exposición con estudios y bosquejos que agrupa los 31 famosos carteles diseñados por Toulouse-Lautrec de 1891 a 1900 --año de la Grandiosa Exposición Universal. (Uno bastante popular, si no es que el más, saluda a la llegada en la crepería Cluny defeña: el póster del cantautor Arístides Bruant en su cabaret Ambassadeurs; la foto de un cartel felino allí mismo no es, como suele pensarse, de Lautrec: Tournée du Chat Noire de Rodolphe Salis fue pintado en 1896 por Théophile Steinlein). Regalo medieval para el siglo 21 Tales renovaciones comenzadas en el 2001 para el nuevo Musée Toulouse-Lautrec contemplan un par de objetivos fundamentales: reafirmar su posición como museo contemporáneo de trascendencia, y destacar la brillantez natural propia del vetusto edificio con el sitio en su conjunto. Los trabajos se desarrollaron durante tres fases e incluyeron el novedoso diseño para la entrada mayor, en terrenos del patio principal. Gracias a todas las reformas, el museo ofrecerá ahora una intepretación actualizada que ilustran los paneles informativos de guía a las colecciones. Asimismo, se exhibirán los tesoros arqueológicos del Palais de la Berbie, incluyendo la multitud de cuartos medievales cuyos pisos de azulejo datan del siglo XIII, anteriormente vedados a los visitantes. En el patio principal se construyó un auditorio con capacidad para 156 personas. Y entre otras cosas, las siguientes: Cerca de 500 metros cuadrados de galerías destinados a exposiciones temporales (“dentro del palputar de Bernis”, reza el folleto oficial del Musée Toulouse-Lautrec), sumando zonas logísticas y otras exclusivamente dedicadas a la historia del castillo o la ciudad episcopal; talleres educativos, pero además: Un extenso centro documental, de investigación y mediateca; tiendas y guardarropas en espaciosos servicios del lobby en la Galería Choiseul, dos elevadores, bodega museográfica, etcétera. Desde luego, todo gira en torno a la luminaria cuyo pincel genial brindará vida nueva al lugar que conlleva su nombre, a partir del 2 de abril. Henri Marie Raymond de Toulouse-Lautrec nació el 24 de noviembre de 1864 en Albi, su familia provenía de una de las más antiguas aristocracias del sur de Francia. Desde pequeño padecía una enfermedad ósea congénita probablemente como resultado del matrimonio consanguíneo de sus padres. Ambos ejercieron una poderosa influencia en la carrera de su hijo adolsecente, quien gustaba pasarse días enteros pintando y dibujando; así fueron desarrollarándose en él los gustos propios de su clase social en pos de lo que habría de convertirse en el llamado definitivo rumbo al mundo del arte pictórico. Una vez inmerso en el universo nocturno parisino, su transformación fue absoluta. Entre los numerosos movimientos que hacían vibrar de color La Ciudad Luz, eligió los rumbos de la modernidad para convertirla en su motor de creación, al tiempo que él mismo se iba erigiendo como testigo para documentar la cultura bohemia en el barrio de Montmartre, de donde tomó su inspiración. Lautrec viviría al mismo ritmo con el que siguió en sus trabajos artísticos. Su salud se fue dereriorando gradualmente bajo las presiones de una creatividad febril combinada con alcoholismo y un estilo de vida decadente. Tououse-Lautrec fallecería en su hogar materno de la Gironda, el 9 de septiembre de 1901, a menos de tres meses antes de cumplir los 37 años de edad. El nuevo museo hace honor a su hijo pródigo, toda vez que el Palacio de la Berbie es uno de los complejos episcopales que la nación francesa mejor ha preservado. De todas las residencias medievales que los obispos del sur de Francia levantaron en la Edad Media, pocas pueden compararse con la magna construcción epicospal en Albi. Símbolo de poder eclesiástico, las torres del Palais de la Berbie (la voz deriva de la palabra occitana “bisbia”, cuyo significado equivale a “episcopal” y “diócesis”) lucen su esplendor sobre las orillas del río Tarn, con la Catedral de Sant Cecilia al fondo en la lejanía. Su edificación arrancó en 1265, orientándose hacia un ancho patio cerrado que cuida la guardiana torreja hechicera con sus dos vigilantes torres Sainte Catherine y Saint Michel. Las cortes de la Inquisición y los calabozos se hallaban albergados en las torres medias y bajas de este último lugar. El palacio fue construido al estilo de fortificación defensiva y sus muros son excepcionalmente altos e inmensos. Los prelados que ocuparon el castillo amurallado durante los lustros del Renacimiento hicieron todo su esfuerzo para transformar la fortaleza en una manción pricipesca e invirtieron para dotar la morada de salones suntuosos y vastos jardines ornamentales, cuyos árboles protegieron la senda paralela al pie del muro gigantesco con sombras. El sábado 31 de julio de 2010, la ciudad de Albi fue votada de forma unánime como Sitio del Patrimonio Mundial en la categoría de Cultura durante la reunión del Comité del Patrimonio Universal de la Unesco, en la urbe sudamericana de Brasilia. El perímetro de Albi mide cerca de 20 hectáreas integradas por diversos sitios. La Catedral de Sainte Cecilia (construida entre 1282 y 1480), siendo la catedral de ladrillos más grande en el mundo, una obra maestra de la arquitectura gótica en el sur de Francia. La iglesia colegiada de Saint-Salvi, con su convento. Los bordes del río Tarn. El puente viejo (Point Vieux) que proximamente festejará un siglo de aniversario. Bastantes casonas más consideradas monumentos históricos que se desparraman a través de la ciudadela o los cuatro distritos de edificios medievales. Y, claro, en el corazón de Albi, el nuevo museo Toulouse-Lautrec. Este maravilloso Palais de la Berbie pertenece al Departamento del Tarn. Los costos totales del proyecto para la recosntrucción del museo al maestro Lautrec ascendieron a 40 millones de euros. (Información de Agnès Renoult, Eleonora Alzetta y Marika Beiker exclusiva para la agencia Apro, Proceso y CISA. Traducciones de Roberto Ponce. Imágenes descargables: www.heymann-renoult.com y ver más en: www.albi.fr o www.cite-episcopale-albi.fr y www.mairie-albi.fr)

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