MÉXICO, D.F. (apro).- En un insulso encuentro con los universitarios del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), que presentó algunas butacas vacías en el auditorio, el candidato de las izquierdas a gobernar el Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, dio una plática para exponer su propuesta de administración. Repetitivo su discurso, Mancera habló de transporte público, seguridad, migración, medio ambiente, sistema judicial, empleo informal, economía… Hora y media transcurrió entre preguntas previamente elaboradas, inquietudes de los concurrentes y el derroche en las largas respuestas del ponente. Fue hasta el final del evento que una intervención despertó la atención del auditorio. Denise Dresser, profesora del ITAM, apareció en la audiencia y pidió la palabra para cuestionar a Mancera. Directa, preguntó, de ser electo, quién gobernaría en la Ciudad de México bajo la administración de Mancera. Crítica, la colaboradora de Proceso dijo que ella, como “muchos”, ha estado en “profundo” desacuerdo con la relación entre el gobierno de la ciudad y las compañías desarrolladoras, “habituadas a imponer sus criterios, sus agendas, sus edificios por encima de la voluntad de los vecinos y de los ciudadanos”. Matizó aclarando su simpatía con la política de los gobiernos perredistas en el ámbito de las libertades personales en la ciudad, sólo para retomar el punto. Dresser hizo especial mención a los casos de la Supervía y el de la Torre Pedregal 24, también conocida como Torre del Bicentenario, donde la Secretaría de Transporte y Vialidad del Distrito Federal (Setravi), la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda (Seduvi) e incluso la Secretaría del Medio Ambiente, habrían otorgado permisos de construcción violatorios de las normas de los programas de desarrollo. La académica acusó al Gobierno del Distrito Federal (GDF) de entablar pactos ilícitos en perjuicio de la ciudadanía. “Hay, incluso, una recomendación de la Comisión de Derechos Humanos del DF en el tema específico de la Supervía, y a mí me parece que se ha dado una especie de colusión entre el gobierno de la ciudad, desarrolladores que usan su poder para imponer su agenda por encima de layes como la de Medio Ambiente en el Distrito Federal, que obliga a hacer consultas ciudadanas en el caso de construcciones de la dimensión de la Supervía o de Pedregal 24”, fueron sus palabras, y concluyó increpando al candidato con respecto a si él adoptaría, o no, una posición “distinta”. Mancera no coincidió: “Definitivamente se impone en esta ciudad, desde mi visión, los esquemas de participación ciudadana. Se imponen los esquemas y las visiones que tienen que ver con un tema ecológico. Todo lo que sea el rebase y que a veces llega por vía judicial, y que tiene que ver con otro tipo de derechos, seguramente estará en ese ámbito de competencia”, dijo, y continuó entre palabras que, en su conjunto, no aclararían el punto. “Lo que tenga que ver con la planeación yo lo tengo muy claro. Tiene que ser una ciudad ordenada, tiene que ser una ciudad compacta, que crezca de manera ordenada, donde se aproveche el uso de suelo y donde siempre haya el concepto ecológico, también participando”. Habló de una ciudad que participe de un “diseño universal”, que participe “de la accesibilidad” y que, “obviamente, como se obliga y como se mandata (sic), contemple el tema de los derechos humanos”. El perredista dijo ser un creyente del diálogo y el convencimiento y que faltaría, solamente, “tener una visión de orden y de alinear” criterios con las autoridades delegacionales. “Yo espero que se logre esta comunicación con los gobiernos delegacionales, que se tenga una interacción que de beneficios a los ciudadanos”.